Salud

Trastorno Generalizado del Desarrollo no especificado: ¿Qué es?

Qué es y cuáles son los síntomas del TGD no especificado

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Síntomas del Trastorno Generalizado del Desarrollo no especificado
Jennifer Delgado

Jennifer DelgadoEducadora, psicóloga y psicopedagoga

El Trastorno Generalizado del Desarrollo no especificado se caracteriza por una alteración grave y extendida en tres áreas específicas del desarrollo: las habilidades lingüísticas, las relaciones sociales y la conducta e intereses. En esencia, se trata de un trastorno que incluye a todos los niños que presentan dificultades en su desarrollo pero que no cumplen con otros criterios diagnósticos específicos como el autismo, el Síndrome de Asperger, el Trastorno de Rett o el Trastorno desintegrativo infantil.

¿Qué diferencia al Trastorno Generalizado del Desarrollo no especificado del resto de las alteraciones del desarrollo?

Todos los trastornos del desarrollo tienen en común las alteraciones en las relaciones sociales, el lenguaje y el comportamiento; sin embargo, a diferencia del resto, el Trastorno Generalizado del Desarrollo no especificado no tiene criterios tan restrictivos. Esto quiere decir que los niños con afectaciones en estas tres áreas del desarrollo que, por los síntomas que presentan, no puedan ser encuadrados dentro del autismo, el Síndrome de Asperger o cualquier otro trastorno del desarrollo, se incluyen dentro de esta categoría.

Desde el punto de vista psicológico y clínico, esto implica una visión mucho más comprensiva y abierta, lo cual permite tratar a los niños según sus síntomas y características personales, sin tener que encuadrarlos dentro de una categoría limitada. Por otra parte, esto también significa que el Trastorno Generalizado del Desarrollo no especificado, incluya un amplio espectro de síntomas y que cada caso es único, por lo que demanda un programa de tratamiento altamente personalizado.

Trastorno Generalizado del Desarrollo no especificado

Los síntomas del Trastorno Generalizado del Desarrollo no especificado

Identificar un Trastorno Generalizado del Desarrollo no especificado no es sencillo ya que demanda realizar un diagnóstico diferencial con el resto de las alteraciones del desarrollo y con otras enfermedades asociadas. Sin embargo, existen algunos signos que desvelan el Trastorno Generalizado del Desarrollo no especificado desde una edad muy temprana.

  • Período de lactancia demasiado tranquilo y un inicio de niñez muy pasiva; es decir, el niño prácticamente no demanda la atención de los adultos.
  • Hipotonía muscular y problemas para manejar los objetos que se ponen a su alcance.
  • Ataques de pánico inexplicables y rabietas muy intensas que no tienen una causa aparente.
  • Pobre expresión emocional que se manifiesta con la ausencia de sonrisa, la mirada perdida o gestos de tristeza.
  • Aislamiento y una intensa concentración en sí mismos, lo cual les impide mantenerse atentos a su entorno. Algunos niños pueden presentar un rechazo al contacto físico, negarse a tomar los objetos o no reaccionar como se esperaría ante los estímulos externos.
  • Estereotipas y manierismos con gran resistencia a los cambios en el entorno o los hábitos. Algunos se balancean continuamente, sobre todo cuando están nerviosos.
  • Universo de intereses muy reducido. Por ejemplo, suelen obsesionarse con determinados objetos o ruidos que para el resto de los niños no tendrían ningún interés.
  • Incapacidad para prever los resultados de sus actos y vislumbrar los acontecimientos, por lo que son muy propensos a sufrir accidentes.
  • Dificultades en el lenguaje. Problemas para comunicarse de forma natural, presencia de ecolalia y a menudo les cuesta responder a las preguntas, incluso para decir un simple sí o no.
  • Tendencia a las autoagresiones. Con frecuencia también desarrollan dificultades alimentarias, ya sea porque se niegan a masticar o porque rechazan los alimentos.

Se debe aclarar que con frecuencia estos niños también presentan disfunciones neurobiológicas específicas, como las alteraciones en la integración sensorial, los trastornos del lenguaje o los problemas en las funciones ejecutivas relacionados con la planificación y la memoria de trabajo. También se ha apreciado que este tipo de problemas es más común en las familias disfuncionales, cuando el niño ha sufrido algún tipo de trauma o cuando ha vivido una separación difícil.

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