Salud

¿El autismo tiene cura?

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El autismo tiene cura
Jennifer Delgado

Jennifer DelgadoEducadora, psicóloga y psicopedagoga

El autismo es un trastorno mucho más común de lo que pensamos, se estima que uno de cada 100 recién nacidos en el mundo nace con un trastorno del espectro autista (TEA). A pesar de ello, aún siguen existiendo muchos mitos e interrogantes sobre este trastorno del desarrollo. Una de las dudas más habituales, fundamentalmente entre los padres que acaban de saber que su hijo o hija ha sido diagnosticado con un trastorno del espectro autista, consiste en saber si podrá curarse con el tratamiento adecuado. La respuesta corta es no, en la mayoría de los casos. No obstante, en otros casos, con la terapia adecuada, muchos de los síntomas del autismo se pueden atenuar. ¿A qué se debe? La ciencia brinda algunas claves al respecto.

Cuando los síntomas del autismo desaparecen, ¿mejoría o cura?

Durante mucho tiempo los trastornos del espectro autista se consideraban una alteración genética que no tenía cura. Hoy se conoce que en realidad el autismo no es una enfermedad sino una condición que influye en la manera de percibir y relacionarse con el mundo. Por tanto, al no ser una enfermedad propiamente dicha sino más bien un conjunto de rasgos que distinguen a una persona, no tiene “cura”. Sin embargo, lo cierto es que algunos niños diagnosticados con un trastorno del espectro autista han conseguido superar las manifestaciones típicas de esta alteración y dejar atrás el diagnóstico.

En la mayoría de los casos, se trata de niños diagnosticados con grados de autismo leves con los que se ha trabajado durante años hasta conseguir importantes avances tanto en su manera de percibir el mundo y reaccionar a lo que sucede en su entorno como en su forma de relacionarse con los demás. Al menos así lo describe uno de los pocos estudios sobre el tema realizado en la Universidad de Connecticut en el que los investigadores analizaron 34 casos de personas diagnosticadas con autismo antes de cumplir los 5 años que entre 3 y 16 años después ya no cumplían los requisitos de ese diagnóstico, es decir, habían superado el autismo.

Estos niños habían sido diagnosticados con autismo de alto funcionamiento, que se caracteriza por cursar con síntomas mucho más leves, apenas tenían problemas para relacionarse en su infancia temprana, aunque sí mostraban signos claros de dificultades en su comunicación y comportamientos repetitivos. En el estudio, los investigadores utilizaron un test estándar para evaluar diferentes funciones y compararon los datos de estos 34 niños con otros 34 sujetos de control. También entrevistaron a los padres sobre las habilidades sociales y de comunicación de sus hijos a lo largo de todo ese tiempo.

Los resultados evidenciaron que las habilidades de socialización, comunicación, reconocimiento facial y lenguaje de los niños diagnosticados con autismo de alto funcionamiento apenas diferían con las del otro grupo. Con excepción de tres jóvenes diagnosticados con autismo que puntuaron por debajo de la media en el reconocimiento facial, el resto mostró una clara recuperación. Tanto así que en el momento de la investigación ya no cumplían con los criterios diagnósticos de los trastornos del espectro autista.

Obviamente, ningún niño se recuperó de manera espontánea. En todos los casos, la mejoría de los síntomas se produjo después de años de intenso trabajo por parte de los padres y los terapeutas para estimular a los pequeños. Los investigadores no pudieron explicar a qué se debió dicha recuperación ni pudieron reconocer qué tipo de terapias fueron más eficaces para conseguir esa mejoría significativa. Algunos especialistas consideran que puede deberse a que la plasticidad cerebral, esa capacidad del cerebro para readaptar su estructura y funcionamiento a lo largo de la vida, haya propiciado nuevos caminos neuronales para superar los síntomas mientras que otros expertos creen que simplemente se debe a un entrenamiento efectivo de sus habilidades psicológicas afectadas.

En cualquier caso, los científicos no consideran que pueda hablarse de una curación sino de una mejoría o recuperación de los síntomas. Es importante tener en cuenta que además de tratarse de casos muy raros, los niños con autismo que consiguen superar sus síntomas son capaces de integrarse de manera efectiva en la sociedad y establecer relaciones estables y duraderas con las personas de su entorno, pero siguen teniendo una mayor vulnerabilidad a tener problemas de ansiedad y depresión, así como dificultades sutiles en el autocontrol o la madurez emocional.

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Pronóstico de los niños con autismo

Si bien existen casos de niños diagnosticados con un trastorno del espectro autista que consiguen superar los síntomas y llevar una vida prácticamente normal, lo cierto es que se trata de situaciones muy poco habituales. Lo más común tras un diagnóstico de autismo es que los niños tengan que aprender a vivir con las manifestaciones de este trastorno a lo largo de toda su vida. En la mayoría de los casos, sobre todo en los diagnóstico de autismo severo, estos niños presentan dificultades para interactuar y comunicarse con su entorno, a la vez que tienen una marcada rigidez cognitiva que les obstaculiza su desempeño cotidiano.

Vale aclarar que esto no significa que muchos de estos niños no experimenten una mejoría con el paso del tiempo. Con una buena terapia, el apoyo de los padres y la ayuda de los centros educativos, muchos de los niños con autismo pueden ganar un poco de independencia y ser capaces de integrarse en su entorno. Algunos incluso, consiguen cursar algunos niveles educativos y formarse profesionalmente para, más tarde, cuando crezcan insertarse en la sociedad. Desde el punto de vista social, muchas de las personas diagnosticadas con autismo pueden llevar una vida relativamente normal, hacer amigos y hasta tener una pareja. Hay quienes van un paso más allá y deciden formar su propia familia.

Sin embargo, lo cierto es que en la mayoría de los casos seguirán necesitando del apoyo de los familiares o los servicios asistenciales para desempeñar tareas o actividades que requieren una mayor dosis de complejidad intelectual. Esto porque a pesar de que pueden experimentar cierta mejoría en el desarrollo de sus habilidades sociales, siguen teniendo dificultades para comprender el mundo que les rodea y gestionar la información que reciben en cada momento. No obstante, vale aclarar que esto no significa que no puedan llevar una vida funcional y participativa en la que se sientan plenos y realizados.

  • (2019) Ni se cura ni todos los niños con TEA son extremadamente listos: 10 mitos sobre el autismo. En: ABC.
  • Fein, D. et. Al. (2013) Optimal outcome in individuals with a history of autism. The Journal of Child Psychology and Psychiatry; 54(2):195-205.

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