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Familia, Salud

Las células del hijo viven en el cerebro materno

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Mª José Roldán

Mª José RoldánPsicopedagoga y terapeuta

Todos sabemos que una madre es una madre y que no se puede reemplazar por nada en el mundo. Ella nos dio la vida y es el ser más especial e importante de nuestra vida, junto con un padre o con los hijos en el futuro.

El amor que se siente por los hijos está por encima de todo. Es un amor incondicional que puede estar acompañado de problemas o circunstancias diversas, pero dentro de nuestro corazón ese amor debe cuidarse profundamente para después no encontrarnos desequilibrios emocionales.

Es un vínculo que no los elegimos pero que resulta fundamental para nuestra salud emocional tanto en el presente como en el futuro. Por eso, resulta crucial cuidar todas esas relaciones familiares para que así, podamos tener un desarrollo equilibrado. Y si, por algún caso esas relaciones no se pueden cuidar y nos han hecho daño de algún modo, es importante buscar ayuda profesional necesaria para gestionar esas emociones algo más intensas.

Las células de los hijos viven en el cerebro de sus madres

Aunque parece increíble, la naturaleza nunca dejará de sorprendernos. Resulta que las células de los hijos viven durante años en el cerebro de sus madres. Una madre tiene una conexión profunda y especial desde el momento en que queda embarazada. Sus hijos son parte de ella y por eso existe esa conexión emocional y física que no se puede repetir con nada ni con nadie.

El ser humano es un organismo plural, y a nivel celular tenemos herencia de nuestros ancestros. En cuanto a la madre, se sabe que las células se mueven entre ella y el bebé en su vientre a través de la placenta, algo que ayuda a que éstas se vayan incorporando a diferentes órganos en su formación.

Ahora se sabe que la duración de estas células van más allá del parto. Por ejemplo las células masculinas de un hijo varón pueden vivir en las mujeres muchos años después de haber estado embarazadas.

Microquimerismo fetomaternal

Qué es el microquimerismo

Que las células de un hijo vivan en el cerebro de la madre muchos años después de haber dado a luz, se llama microquimerismo (células de diferente organismo al que residen). Esto es el resultado del intercambio celular que ocurre en el embarazo, a través de la placenta. Aunque también pasa en la lactancia materna y por eso, la conexión es tan especial.

Por otra parte, el microquimerismo también ocurre en gemelos que han intercambiado células en el útero materno… dando lugar a una conexión física y emocional muy especial. También se baraja la posibilidad de que las células de un hijo mayor puedan pasarse a un hijo menor a través de la placenta en el siguiente embarazo. Esto podría pasar porque las mujeres que mantienen esas células en el interior, después podrían compartirlas con otros hijos.

Para qué sirven estas células

La función de estas células no se conoce del todo, pero se piensa que es par regenerar el tejido como si fuesen (porque no lo son) células madre. También pueden tener un papel importante en el sistema inmune, protegiendo a aquella persona que recibe estas células. Por ejemplo, este tipo de células habitan más en las mujeres sanas que en las enfermas con cáncer, por ejemplo.

Por lo tanto, el ser humano es un ser plural. Somos seres conectados emocionalmente, pero también de forma sociobiológica. No somos solo un individuo, aunque pensemos que sí… somos el conjunto de muchos seres, empezando por la conexión tan profunda que se tiene con la madre.

Es por eso, que es importante no pensar en nosotros como personas individuales e independientes al resto… es cierto que tenemos nuestra propia idiosincrasia, pero estas células nos hacen ver que en realidad, somos una parte de un todo.

Bibliografía

Gavin S Dawe (2007). Cell Migration from Baby to Mother. Cell Adh Migr. 1(1): 19–27.

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