Cuento infantil: La Caperucita Roja
La Caperucita Roja es un cuento tradicional ideal para leer a tu hijo pequeño
La Caperucita Roja es uno de esos cuentos atemporales que no pasa de moda. Se trata de un cuento de hadas cuyo autor original se desconoce, aunque no hay duda que su versión más famosa ha sido la de los hermanos Grimm, que décadas más tarde se convirtió en un verdadero ícono del mundo cinematográfico de Walt Disney.
La Caperucita Roja narra la historia de una inocente niña que tiene que lidiar con las consecuencias de su extrema confianza en los demás. Es una verdadera lección de perspicacia, astucia y sobre todo, de prudencia. Una historia perfecta para adentrar al niño en el mundo de la lectura dejándole una gran enseñanza para la vida. A continuación no te pierdas este cuento corto de La Caperucita Roja.
La Caperucita Roja: Una historia entretenida para reflexionar
Había una vez una niña muy bonita, con preciosos cabellos negros que llamaban la atención de todo aquel que la veía. Su madre le había hecho una capa roja para protegerla del frío y la lluvia, pero a la niña le gustaba tanto que siempre la llevaba puesta, por eso todo el mundo la llamaba la Caperucita Roja.
Un día, su madre le pidió que le llevase unos pasteles a su abuela que vivía del otro lado del bosque. Le dio orientaciones muy precisas y le recomendó que no se entretuviese por el camino ya que el bosque era muy peligroso y en el pueblo se comentaba que el lobo acechaba entre los árboles.
Caperucita Roja escuchó todas las recomendaciones de su madre y le prometió andar con cuidado. Recogió la cesta con los pasteles para su abuela y se puso en camino para regresar antes que cayera la noche. Al adentrarse en el bosque Caperucita apresuró el paso para llegar cuanto antes pero era imposible no reparar en los pájaros, las flores, las ardillas y todos los otros animales y plantas que había en el bosque.
Poco había avanzado cuando de repente se encontró cara a cara con el lobo que había salido de improviso detrás de un árbol. Era grande, peludo y tenía unos ojos enormes pero a Caperucita no le impresionó.
– ¿Niña, a dónde vas? – le preguntó el lobo con su voz ronca.
– A casa de mi abuelita – le respondió Caperucita.
– Está muy lejos – le volvió a preguntar el lobo.
– No, apenas cruzando el bosque, ya casi llego – le dijo la niña.
Sin decir nada más el lobo dio media vuelta y se marchó. Caperucita pensó:
– El lobo se ha ido: no tengo nada que temer.
Así que puso su cesta en la hierba y comenzó a recoger unas flores para llevarle a su abuela, quien seguramente se pondría muy contenta con un hermoso ramo de flores que adornaran los pasteles.
Pero lo que Caperucita no sabía era que mientras ella recogía sus flores, el lobo se había ido corriendo a la casa de su abuelita con la intención de comerse a la anciana y luego a Caperucita. Cuando el lobo llegó a la casa llamó suavemente a la puerta, la anciana le abrió pensando que era Caperucita pero grande fue su sorpresa cuando el enorme lobo la empujó con un portazo, entró y se la comió de un bocado.
Luego se puso unas ropas viejas de la abuelita y se acostó en la cama tapado hasta la cabeza con una manta esperando a que Caperucita llegara. No había pasado mucho tiempo cuando la niña llegó a la casa de su abuelita y llamó a la puerta. El lobo desde dentro gritó:
– Entra niña mía, estoy muy enferma y apenas puedo moverme – dijo el lobo desde la cama.
La niña empujó la puerta y entró. Se acercó a la cama donde estaba su abuelita y notó que estaba muy cambiada.
– Pero abuelita, ¡qué ojos más grandes tienes!
– Son para verte mejor – dijo el lobo tratando de imitar la voz de la abuela.
– Pero abuelita, ¡qué orejas más grandes tienes!
– Son para oírte mejor – siguió diciendo el lobo.
– Pero abuelita, ¡qué dientes más grandes tienes!
– Son para… ¡comerte mejor! – y diciendo esto, el malvado lobo se abalanzó sobre Caperucita y la devoró de un bocado como había hecho unos minutos antes con su abuelita.
Mientras tanto, un cazador que pasaba cerca y había escuchado un sonido extraño en la casa de la anciana, se acercó para echar un vistazo y comprobar que todo estuviera bien en la casa de la abuelita. Cuando llegó vio la puerta de la casa abierta y al entrar divisó al lobo tumbado en la cama, completamente dormido de tan harto que estaba.
El cazador, sin hacer prácticamente ruido, sacó su cuchillo y rajó el vientre del lobo. Para su sorpresa, la abuelita y la niña estaban allí y todavía estaban vivas. El cazador las ayudó a salir con mucho cuidado y para castigar al lobo, le llenó el vientre de piedras y luego lo cerró. Cuando el lobo despertó de su pesado sueño, sintió muchísima sed y se dirigió a un estanque próximo para beber agua. Pero como las piedras pesaban mucho, cuando se inclinó para beber el agua, cayó en el estanque de cabeza y se ahogó.
Mientras tanto Caperucita y su abuela se quedaron tranquilas en casa y antes que anocheciera Caperucita regresó a su casa. No había sido más que un gran susto, pero Caperucita Roja había aprendido la lección. Le prometió a su abuelita no hablar con ningún desconocido en el camino y seguir las juiciosas recomendaciones de su abuelita y su mamá.
Comentarios
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Que loco pero que bello.