Cuento infantil: Uga, la tortuga
Un valioso cuento sobre la importancia de esforzarse y perseverar
Referencias científicas
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Los niños disfrutan mucho de los cuentos infantiles. Estas sencillas historias les regalan momentos únicos en los que pueden dejar volar su imaginación mientras pasan un rato entretenido. Sin embargo, hay cuentos que además transmiten valiosas lecciones de vida y enseñan a los niños a ser mejores personas. “Uga, la tortuga” es una de esas historias.
Se trata de un cuento infantil sobre una pequeña tortuga perezosa y lenta, a la que no le gustaba esforzarse para conseguir sus metas por lo que pasaba el rato sin hacer nada. Un buen día conoce a una hormiga que le cambiará la vida y le enseñará la importancia de esforzarse por lo que uno quiere y perseverar en los objetivos. A partir de ese momento, su vida dará un vuelco y poco a poco, Uga empezará a conseguir todo lo que se propone.
Sin duda, es un cuento muy sencillo, pero que encierra una enorme enseñanza para los niños que empiezan a plantearse objetivos y metas en su vida. Les enseña el valor de comprometerse con las tareas y dar lo mejor de sí para sacarlas adelante de la mejor manera posible. Además, les muestra la importancia de no dejarse llevar por las limitaciones personales y de proponerse objetivos cada vez más altos que pongan a prueba sus habilidades y les hagan crecer como personas.
“Uga, la tortuga”, un cuento sobre la importancia de perseverar y esforzarse
En un bosque muy lejano había una preciosa charca alrededor de la cual vivían numerosos animales, entre ellos Uga, la tortuga. Como cualquier otra tortuga de su clase, Uga era lenta y un poco perezosa. Su naturaleza le impedía ir tan rápido como la liebre o ser tan laboriosa como una hormiga. Además, le encantaba dormir y pasar el rato, por lo que pocas veces conseguía terminar a tiempo las tareas que le mandaban a hacer mientras que sus amigos las hacían en cuestión de minutos.
De hecho, muchas veces ni siquiera las empezaba porque sabía que de todos modos alguien vendría a ayudarla y lo haría por ella. Y es que en este punto Uga ya había optado por no intentar siquiera realizar actividades tan sencillas como amontonar las hojitas secas caídas de los árboles en otoño o quitar las piedrecitas de camino hacia la charca donde chapoteaban los calurosos días de verano.
– ¿Para qué preocuparme en hacer un trabajo que luego acaban haciendo mis compañeros? Mejor me dedico a jugar y a descansar que es lo que realmente se me da bien y lo que más disfruto.
Sin embargo, a pesar de que Uga había asumido que era perezosa, se lamentaba continuamente porque notaba que sus compañeros conseguían muchas cosas y ganaban premios por su rapidez mientras que ella no lograba nada.
– ¡Caramba, todo me sale mal!,- se lamentaba constantemente Uga, la tortuga.
Sin embargo, lo cierto es que nunca hacía nada para cambiar, así que cada día que pasaba la situación era más crítica hasta que comenzó a sentirse muy triste. Una mañana, se levantó decidida a poner solución a la situación.
– ¡Esto tiene que cambiar!,- se propuso.
Así, durante unos días Uga se esforzó por darle un giro a la situación y se propuso empezar a involucrarse otra vez en las tareas de la comunidad. Sin embargo, sus compañeros estaban tan hartos de ella que le recriminaban todo lo que hacía. Cansada de esforzarse e intentar hacer mejor las cosas sin ningún resultado, decidió colgar los guantes.
– Ya está bien, no vale la pena esforzarse por nada, total si no soy capaz de hacerlo tan rápido como los demás. Volveré a la vida contemplativa,- se dijo.
Y así fue cómo Uga no volvió a esforzarse por nada y a llevar una vida muy triste y aburrida. Sin embargo, en uno de sus paseos diarios, Uga conoció a una curiosa compañera: una hormiga muy simpática. ¡Ambas se hicieron grandes amigas! La hormiga, quien siempre había tenido fama de ser una gran trabajadora, al enterarse de la vida que llevaba su nueva compañera le dio un sabio consejo:
– No es una gran idea que sigas viviendo así- le dijo la hormiguita – Lo que verdaderamente cuenta no es hacer el trabajo en tiempo récord, lo importante es realizarlo lo mejor que sabes, pues siempre te quedará la recompensa de haberlo conseguido.
– No todos los trabajos necesitan de obreros rápidos. Hay labores que requieren tiempo y esfuerzo. Si no lo intentas nunca sabrás lo que eres capaz de hacer y siempre te quedarás con la duda de si lo hubieras logrado alguna vez.
– Por ello, es mejor intentarlo y no conseguirlo que no probar y vivir con la duda. La constancia y la perseverancia son buenas aliadas para conseguir lo que nos proponemos, por eso te aconsejo que lo intentes. Hasta te puede sorprender de lo que eres capaz.
– ¡Caramba, hormiguita, tienes razón en lo que dices! Esto es lo que yo necesitaba: alguien que me ayudara a comprender el valor del esfuerzo y la perseverancia. Te prometo que lo intentaré y daré lo mejor de mí de ahora en adelante.
Así pasaron unos días y Uga la tortuga se esforzaba en sus quehaceres. Se sentía feliz consigo misma pues cada día conseguía lo poquito que se proponía porque era consciente de que había hecho todo lo posible por lograrlo. Poco a poco, con perseverancia y esfuerzo consiguió realizar por sí sola las tareas que tenía encomendadas sin la ayuda de quienes le rodeaban.
– He encontrado la felicidad. A fin de cuentas, lo que importa no es marcarse grandes e imposibles metas, sino acabar todas las pequeñas tareas que contribuyen a lograr grandes fines.
Y así fue cómo Uga no permitió que la pereza y la apatía le venciesen y empezó a disfrutar de su trabajo y a sentirse cada día más feliz, con más ganas, con más fuerzas y con un mayor optimismo ante la vida. Sin duda, aprendió una valiosa lección que le permitió vencer todas sus limitaciones para convertirse en la tortuga que en realidad quería ser.
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