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3 cuentos cortos del Sistema Solar para niños

Explica el sistema solar a los niños a través de tres divertidas historias.

Cuentos del Sistema Solar para los niños

El Sistema Solar es apasionante. No en vano es uno de los temas que más interesa a los niños cuando empiezan a crecer y descubren los astros en el cielo nocturno junto con la luna y sus fases y las estaciones del año. Sin embargo, a veces puede ser un poco complicado de entender, sobre todo en el caso de los más pequeños que aún no han desarrollado su pensamiento abstracto y tienen un escaso conocimiento del mundo que les rodea. 

En estos casos, leerles cuentos cortos y fáciles de entender sobre el Sistema Solar puede ayudarles a comprender mejor cómo está estructurado, qué relación tiene con nuestra vida en la Tierra y qué otros planetas conforman la galaxia en la que vivimos. También puedes contarles la leyenda del sol y la luna explicada aquí.

Y si quieres que los peques se interesen por la ciencia, puedes practicar con estos experimentos científicos para niños.

Historias sobre el Sistema Solar para leerles a los niños

Los cuentos infantiles sobre el Sistema Solar son un excelente recurso para ayudar a los niños a comprender mejor cómo está formada nuestra galaxia y qué papel desempeña en el universo. En Ser Padres hemos seleccionado algunos cuentos educativos, pero sencillos y fáciles de entender que puedes compartir con los más pequeños de casa.

1. El Sistema Solar, de Javier Martín Ferrero

Cuento

Cuento "El Sistema Solar"iStock/Dmytro Omelianenko

Al principio de esta historia, hace mucho, mucho tiempo; antes de que existieran las hadas y los duendes; mucho antes de que sucedieran las primeras aventuras y cuentos, pasó lo que ahora os voy a narrar.

Nuestro amigo y protagonista el Sr. Sol era por aquel entonces como una nube muy, muy, muy grande…mucho mas grande de lo que os estéis imaginando y estaba formada de gas y polvo que flotaba en el espacio. Se encontraba, como os decía, solo. Flotando en el espacio, sin nada alrededor.

Lo único que conocía el Sr. Sol desde que tenía memoria, era a su amiga Doña Gravedad, de aspecto serio y muy, muy fuerte. También era muy cuidadosa y siempre estaba pendiente de que ni la más pequeña partícula se escapara de su territorio.

Doña Gravedad le ayudaba al Sr. Sol a mantener el polvo y el gas unidos, sin dejarlos salir del interior de la gran nube. Aún así se encontraban muy solos. Un día decidieron que tenían que hacer algo para estar acompañados y dar más alegría y colorido al vacío espacio, recordad que no había nada más.

¡Doña Gravedad hizo uso de todas sus fuerzas! consiguiendo que el polvo y el gas se juntaran más y mas y más. De esta forma la grandísima nube se fue haciendo muy poco a poco, mucho mas pequeño; la apretó tanto, pero tanto, tanto que la parte central mas profunda de la nube…empezó a arder.

Pero…. no os penséis que era una llamita suave y delicada, que va. Era una súper llama, gigantesca, colosal y muy, muy caliente. En el momento que la bola de gas se incendió, muchísimas piedrecillas, salieron despedidas hacia el espacio. Pero Doña Gravedad siendo tan fuerte y además tan cuidadosa y obstinada, no quiso que las piedritas se alejaran mucho y las dejó flotando en el espacio, más o menos cerca de la gran bola encendida en que se había convertido el Sol.

Todos estos pequeños trocitos giraban alrededor del Sol repartidos, unos mas cerca, otros más lejos. Según el sabio criterio de Doña Gravedad, que resulto ser también muy organizada. Mucho, pero que mucho tiempo después de que el sol empezara a arder, Doña Gravedad se entretuvo haciendo que las piedrecitas se unieran unas con otras formando grupos de diferentes tamaños, colores y materiales. De este modo era más fácil controlarlas si se juntaban haciendo bolas grandes, que esparcidas por el espacio. Así fue como nacieron los “Planetas”, que juegan girando alrededor del Sol, recibiendo todos, su calor y su luz.

Era maravilloso ver a los 8 planetas juntos, pero eso sí, cada uno en su sitio. A doña Gravedad ya solo le faltaba poner un nombre a cada planeta. Empezó por el que se encontraba más cerca del Sr. Sol.

Doña Gravedad observó que estaba hecho de fuertes rocas y tenía muchas heridas en su cara, además iba muy deprisa girando alrededor del sol.

– ¡Que gracioso eres! Por ser tan veloz te llamaré MERCURIO…ah y no dejes de moverte así de rápido o el sol te atrapará y te dará un caluroso abrazo.

Doña Gravedad prestó atención al segundo planeta que giraba alrededor del Sr. Sol.

– ¡Qué bonito, como brillas ¡Eres más grande que tu hermano Mercurio y tienes una capa muy espesa de nubes que te rodea, y…ja,ja,ja , que raro andas, giras al revés que el resto de tus hermanos…te llamare VENUS…ah y te recuerdo que no dejes de girar alrededor del sol , o te atrapará.

El tercer planeta resultó ser muy bonito y especial.

– ¡Pero bueno! ¿A ti que te ha pasado? ¡Estas todo mojado!, dijo Doña Gravedad, tienes agua por todas partes, también veo que tienes grandes extensiones de tierra y una fina capa de aire te rodea; estate atento porque todos estos detalles son muy importantes para que puedan vivir en un futuro personas animales y plantas…te llamare TIERRA.

Justo cuando iba a pasar al siguiente planeta, Doña Gravedad, vio algo que se escondía tras la Tierra.

– ¡Eh, tú, no te escondas que te he visto…sal de ahí detrás!

– Es mi gran amiga La Luna, respondió la Tierra saliendo en su defensa; siempre viaja conmigo, somos inseparables. Cada 28 días la Luna da una vuelta sobre mí. Y la veo con formas diferentes. Unas veces está redonda, redonda y brilla mucho y otras veces parece una cunita. Hay días que no la puedo ver porque se esconde muy bien. Pero siempre acaba apareciendo y brillando como una gran farola.

– Pues no se hable más, y seguir vuestro viaje, les dijo Doña Gravedad.

El siguiente planeta era más pequeño que la tierra y de un fuerte color rojo.

– Claro como tienes mucho hierro, dijo Doña Gravedad, pareces una gotita de sangre colgada del cielo. Déjame pensar un poco y encontraré un nombre para ti. Ya está, ya lo tengo. Te llamarás MARTE.

Antes de pasar al siguiente planeta, repasó la lista de los nombres que había puesto, Mercurio, Venus, Tierra, Marte; eran los más cercanos al sol, todos ellos estaban hechos de rocas muy duras, los que quedaban aún eran grandísimas bolas de gas, planetas enormes, pero más pequeños que el Sr. Sol.

– Vamos a ver, ese mayorzote, dijo Doña Gravedad señalando con el dedo. Sí tú, no te hagas el despistado. Tienes unas bonitas rayas en tu cara y veo que muchas lunas te acompañan, espero que seáis buenas amigas. Como eres el más grande de todos, te llamaré JÚPITER; tú que eres el mayor de todos vas a tener una gran responsabilidad: ¡vas a cuidar a tus hermanos! Te encargarás de atrapar esas bolas que se han quedado sueltas por el espacio, esas que no han querido unirse a ningún planeta y que viajan alrededor del Sr. Sol. Son los asteroides y cometas. Evitando de este modo que puedan acabar chocando contra tus hermanos pequeños. No te preocupes, que yo Doña Gravedad, estoy dispuesta a ayudarte en esta tarea.

– ¡Que cansada estoy¡, dijo Doña Gravedad, pero he de seguir, tan solo me quedan tres planetas más.

– ¡Pero bueno!, os he dicho muchas veces que no se pueden traer juguetes a mi clase, dijo Doña Gravedad con un tono de voz que parecía demostrar que estaba más sorprendida que enfadada… Si tú, el del aro, el que está jugando con ese anillo alrededor de la cintura. A ver cuéntame de donde has sacado ese aro gigante que rodea tu barrigota.

– No es un juguete, respondió el planeta que aún no tenía nombre. Es que…, es que, no sabía como explicarse porque estaba un poco nervioso…al fin dijo: Hace mucho tiempo, dos de mis lunas estaban jugando, se acercaron demasiado y acabaron chocando entre si…y…

– ¿Y qué?, animó Doña Gravedad al planeta para que continuara contando su historia.

– Pues…que se hicieron polvo, se partieron en miles de pedazos que se quedaron girando a mi alrededor y no hay manera de separarme de ellas. Aunque, si le digo la verdad a mi me gusta mucho este aspecto, me da un toque especial.

– Bien, bien, pero que no te distraigan, que ya se lo que pasa con estas cosas, le aconsejo Doña Gravedad.

– ¡De acuerdo…pero todavía no me has puesto nombre! Dijo el planeta.

– ¡Es verdad! Tengo uno muy bonito y que te quedara muy bien, serás…, SATURNO, el del anillo. Los dos planetas que quedaban eran también grandes bolas de gas aunque más pequeños que sus hermanos Júpiter y Saturno. Los dos tenían un precioso color azulado provocado por el tipo de gas del que estaban hechos. Un gas que nosotros en la tierra utilizamos a veces para calentar el agua y cocinar y que se llama, Metano. También estaban acompañados por algunas lunas.

Doña Gravedad, de repente, se quedó en silencio, cerró y abrió los ojos varias veces porque no podía creer lo que estaba viendo, uno de ellos giraba muy inclinado…

– ¿Qué te ha pasado para girar así?

– Pues que hace tiempo, un cometa muy, muy grande que iba de visita al sol a toda velocidad. Y como corría tan rápido, ¡no me di cuenta y no tuve tiempo para apartarme! y … zas me dio un pequeño empujón, dejándome así para siempre, dijo el planeta.

– No te preocupes, le animó Doña Gravedad, el planeta Saturno que tienes delante te animará con su precioso anillo, haciendo que se te olvide este inoportuno incidente. Vamos a buscar un nombre para ti. A ti te llamaré, uhhhmmmm… ¡URANO!

Solo faltaba uno por nombrar.

– Eres el último y más alejado de todos los planetas, dijo al fin Doña Gravedad. Veo que estas hecho de gas, y tienes también un bonito color azul, al igual que tu vecino el planea Urano. Desde donde tú estás el Sr. Sol casi no se distingue del resto de las estrellas. A ti te llamaré …NEPTUNO. Por lo que puedo ver eres el más lento de toda la familia de planetas. A ti si que te va a costar dar una vuelta alrededor del Sr. Sol por lo menos, y calculando por lo bajo, unos 160 años.

– Ha sido un trabajo complicado poner nombre a todos los planetas, pero por fin estáis todos colocados en vuestro sitio y con un bonito nombre para poder recordaros a todos, les dijo Doña Gravedad. Podéis girar alrededor del Sr. Sol sin miedo a perderos y a chocar unos con otros. Si mantenéis vuestra velocidad mientras giráis, alrededor del Sol, este no podrá atraparos. No tengáis ningún temor porque YO, Doña Gravedad, estaré vigilando… y cuidando de que nada os suceda.

Y así es como desde hace tanto, tanto tiempo los 8 planetas, MERCURIO, VENUS, TIERRA, MARTE, JÚPITER, SATURNO, URANO y NEPTUNO, giran alrededor del Sol, recibiendo su calor y su luz; vigilados muy de cerca y siempre acompañados por Doña Gravedad que no permitirá que nada malo les suceda. Y colorín colorado…

2. Mi primer viaje al Sistema Solar, de Fernando G. Rodríguez

Cuento

Cuento "Mi primer viaje al Sistema Solar"wongmbatuloyo/iStock

Álvaro era un niño que vivía en el planeta Tierra, como todos nosotros. Vivía feliz con sus padres, jugaba e iba al colegio. Pero no podía imaginar la gran aventura que iba a vivir. Un día una nave de otro planeta se dirigió a la Tierra. Le pareció un planeta muy bonito, tan azul, con tanto mar, que decidió aterrizar en él.

Nuestro amigo extraterrestre no se parece en nada a nosotros. Tiene dos ojos en lo alto de la cabeza, el cuerpo verde y las manos de color violeta. Muy diferente a nosotros, pero…. parece simpático.

Nuestro amigo extraterrestre comienza a buscar a alguien con quien poder hablar. A lo lejos ve a un niño que juega en un parque. – Sí -se dice-. Hablaré con él y será mi amigo.

– Hola, terrícola -dijo nuestro amigo verde-. – ¿Cómo te llamas?

– Me llamo Álvaro -le responde con voz temblorosa.

– ¿Vives en la Tierra, amigo Álvaro?

– Sí -responde-. -Es mi planeta.

– ¿Y has visitado alguna vez otros planetas? -le pregunta nuestro amigo extraterrestre.

– No, nunca -responde Álvaro.

– Te propongo un plan divertido.

– ¿Cuál? -pregunta Álvaro.

– Si te subes a mi nave, te llevaré a conocer vuestro sistema solar.

– De acuerdo -dice Álvaro sin pensárselo dos veces.

Los dos se encaminan hacia la nave espacial. Los dos se suben dentro y parten rápidamente.

– Por cierto, mi nombre es Pruf Prof-X60 -dice nuestro amigo extraterrestre.

– Primero te enseñaré todo el sistema solar -dijo PrufProf-X60.

– Mira Álvaro, el Sol, que es una estrella, está en el centro y los planetas giran a su alrededor.

– ¡Ah! -Álvaro se queda asombrado al ver todos los planetas girando a la vez.

– ¿Y cuántos planetas son?

– Son ocho planetas: Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Antes se decía que Plutón también era un planeta, pero ahora ya sabéis que no lo es.

– Lo primero es ver el Sol. Es una enorme bola de fuego que da energía y calor. A veces produce llamaradas. Se formó hace unos 4500 millones de años. No podemos acercarnos mucho porque la nave se derretiría como un helado.

– Mira este es Mercurio, el planeta más cercano al Sol. Es el planeta más pequeño del sistema solar y en el que hace mucho calor. Su temperatura es de 350º por el día y -150º por la noche. En su superficie se ven muchos impactos de – meteoritos.

– Este es Venus, el segundo planeta más cercano al Sol. Tiene un tamaño parecido al de la Tierra. Tiene una atmósfera muy caliente. Después de la Luna, Venus es el punto más brillante del cielo por la noche. En Venus cada año tiene 224 días.

– Bueno, Álvaro, este planeta ya lo conoces: es el tuyo, la Tierra. Mira, tiene un satélite que gira a su alrededor. Se llama la Luna. Está a 150 millones de kilómetros del Sol y es el tercer planeta más cercano a él. El agua cubre el 75% de la superficie del planeta.

– Mira Marte, el planeta rojo -dice Pruf Prof-X60. Es más pequeño que la Tierra. El año marciano dura 687 días terrestres. Marte no tiene mares y presenta muchos cráteres de impactos de meteoritos. En Marte han aterrizado varias sondas espaciales sin tripulación: naves Viking, Phoenix Mars Lander, Spirit y Opportunity. Marte tiene dos satélites pequeños: Phobos y Deimos.

– ¡Ahora cuidado! Entre Marte y Júpiter está el cinturón de asteroides, enormes piedras que se mueven y giran sin parar. Si alguna golpea la nave, nos destruirá….

– Júpiter, el planeta más grande del sistema solar. Es un planeta gaseoso formado por hidrógeno y helio. Un año en Júpiter dura casi 12 años terrestres. Tiene una gran mancha roja, un enorme anticiclón, de un tamaño dos veces más grande que el de la Tierra. Júpiter, tiene 65 satélites. Los más importantes son Io, Europa, Ganímides y Calisto.

– Saturno, es el segundo planeta más grande del Sistema Solar. Su tamaño es 740 veces el de la Tierra. Es el único con un sistema de brillantes anillos a su alrededor perfectamente visibles. Las partículas de estos anillos giran a 48000 km/h. Es otro planeta gaseoso formado por hidrógeno y helio. Saturno, tiene 62 satélites. Los más importantes son Titán y Encélado.

– Mira Álvaro, allí está Urano, el tercer planeta más grande, -dice Pruf Prof-X60. Ya estamos muy lejos del Sol, a casi 3000 millones de kilómetros. Su luz y calor apenas llegan a este planeta. La temperatura media en Urano es de -205º. Un año en Urano dura casi 84 años terrestres. También tiene un sistema de anillos pero muy oscuros. Urano tiene 27 satélites. Los más importantes son Miranda, Ariel, Umbriel, Titania y Oberón.

– Neptuno, el final de nuestro viaje. El más lejano de los planetas del sistema solar. Se encuentra a 4500 millones de kilómetros. Es un poco más pequeño que Urano. Tiene una gran mancha oscura, parecida a la de Júpiter, del tamaño de la Tierra. La temperatura media en Neptuno es de -220º. Un año en Neptuno dura casi 164 años terrestres. Neptuno tiene 13 satélites. El mayor de ellos y el más frío es Tritón.

– Y aquí termina el viaje, dijo Pruf Prof-X60. Más allá están los planetas enanos, entre ellos Plutón, y el resto del universo lleno de miles de estrellas muy, muy lejanas.

Álvaro ha permanecido en silencio todo el tiempo. Todo era nuevo y maravilloso para él.

– ¡Ha sido genial! Muchas gracias, Pruf Prof-X60.

La nave de Pruf Prof-X60 se dirige rápidamente de vuelta rumbo a la Tierra.

– Allí está -grita Álvaro lleno de alegría.

La nave aterriza suavemente en el mismo parque donde había estado jugando Álvaro. Su madre estaría preocupada buscándole. Finalmente, Álvaro y su madre se encuentran y se dan un fuerte abrazo. Los dos están muy contentos de volver a verse después de un rato.

Ya sólo queda despedirse de Pruf Prof-X60. Los dos se lo han pasado en grande y se prometen volver a viajar juntos. Pruf Prof-X60 debe regresar a su planeta.

– ¡Adiós Álvaro! -grita Pruf Prof-X60 desde la nave. ¡Nos volveremos a ver!

– ¡Adiós Pruf Prof-X60! -responde Álvaro-. ¡Hasta otra aventura!

3. El músico que descubrió un nuevo planeta, de Eva María Rodríguez

Cuento sobre el sistema solar

Cuento sobre el sistema solar "El músico que descubrió un nuevo planeta"iStock/lemono

Hace ya un tiempo vivió un señor llamado William Herschel que era músico, como su padre. William tenía tanto talento que se convirtió en profesor de música y organista. Era tan bueno que incluso llegó a ser director de orquesta.

Un día William compró un libro de astronomía que le cambió la vida. La astronomía es la ciencia que estudia el universo, con sus planetas, estrellas y otros objetos celestes. Esto enamoró a William de tal modo que decidió investigar más y más. Y es que, por aquel entonces, todavía no se sabía tanto como ahora sobre el universo.

William sentía tanta pasión por saber más sobre lo que había en el universo que empezó a diseñar y construir sus propios telescopios para ver más lejos. Incluso llegó a crear telescopios más potentes que los que tenían los astrónomos de su tiempo.

William trabajó duro durante años para poder ver y analizar lo que había en el universo, y se pasaba las noches observando y anotando lo que veía a través de sus telescopios.

Una noche William encontró en el firmamento un objeto celeste que no pudo identificar. Al principio, William pensó que era un cometa. Pero la idea no le terminaba de convencer, así que miró y miró hasta que descubrió algo increíble.

¡Aquel cuerpo celeste no era un cometa, sino un planeta desconocido! El nuevo planeta brillaba con intensidad y se movía muy despacio.

– ¡Dichoso pedrusco redondo! -exclamó William-. Ese disco que tienes alrededor es lo que me ha hecho confundirte con un cometa. Pero tendré que observarte con más calma, por si acaso. De momento te pondré nombre. Te llamaré Urano.

William observó el nuevo planeta durante varias noches hasta que, por fin, llegó a la conclusión de que había descubierto el séptimo planeta del Sistema Solar, junto con Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, Júpiter y Saturno.

Pero, ¿qué pasa con el planeta Neptuno?

William Herschel vio el planeta Urano por primera vez el 13 de marzo de 1781. Pero su telescopio, a pesar de ser muy moderno, todavía no era suficientemente potente. No fue hasta 65 años después, el 23 de septiembre de 1846, cuando se descubrió el planeta Neptuno. Pero eso es otra historia.

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