Salud

¿Qué es el cutting? ¿Por qué los padres tienen que mantenerse atentos?

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cutting
Jennifer Delgado

Jennifer DelgadoEducadora, psicóloga y psicopedagoga

Las autolesiones no son un problema nuevo, pero en los últimos tiempos cada vez más niños, adolescentes y jóvenes están recurriendo a ellas como una vía para canalizar sus emociones negativas. Se le conoce popularmente como “cutting” ya que consiste en practicarse pequeños cortes en los brazos, antebrazos, abdomen, muslos y piernas.

De hecho, lo peor de esta práctica es que suele ocurrir de manera silenciosa, por debajo del radar de los padres, ya que los niños y adolescentes suelen esconder las heridas bajo la ropa, por lo que es fundamental mantenerse atentos a otras señales menos evidentes que revelen esta perjudicial práctica.

¿Por qué los niños se autolesionan? El alivio psicológico que representa el cutting

En la mayoría de los casos, los niños o adolescentes se cortan cuando se sienten tristes, disgustados, ansiosos, estresados, impotentes o preocupados. Es importante comprender que se trata de un comportamiento mediante el cual pretenden “exorcizar” los problemas, por lo que es expresión de una dificultad emocional que es necesario resolver.

En algunos casos, detrás del cutting se encuentra una situación de abuso sexual o emocional, un trastorno de estrés postraumático, un caso de acoso escolar o una situación de violencia intrafamiliar. En otros casos puede aparecer tras el divorcio de los padres, la muerte de un ser querido o incluso por una ruptura amorosa en la etapa de la adolescencia. También puede ser el resultado de situaciones menos violentas o dramáticas, como cuando los niños o adolescentes se sienten demasiado presionados por alcanzar buenas calificaciones escolares.

Signos cutting

Los problemas de comunicación o de identidad sexual también pueden encontrarse en la base de esas lesiones auto infringidas, así como un cuadro de depresión o ansiedad. No obstante, el cutting no siempre es el resultado de un problema emocional, a veces los niños o adolescentes lo practican para imitar a sus amigos e integrarse al grupo. Con el tiempo, esos cortes se convierten en su manera para lidiar con los conflictos.

De hecho, el cutting les permite aliviar las emociones negativas porque devuelve al niño o adolescente la sensación de control, permitiéndole evadirse, aunque sea por un rato, de unos problemas que no sabe cómo resolver.

Hay que tener en cuenta que los cortes en la piel tienen una acción calmante porque activan la liberación de endorfinas, unos neuropéptidos que minimizan el dolor y generan rápidamente una sensación de bienestar. De esta manera, el dolor deja de ser emocional para convertirse en una molestia física, lo cual puede ser satisfactorio ya que es más fácil de gestionar. El problema es que el dolor físico desaparece tras un tiempo y vuelve el dolor emocional, lo cual hace que ese niño o adolescente tenga que recurrir nuevamente a las lesiones para sentirse mejor.

Los signos del cutting a los que los padres deben mantenerse atentos

Existen diferentes maneras de autolesionarse. Algunos niños o adolescentes se cortan la piel con una cuchilla pero otros se pinchan con agujas o alfileres o se realizan pequeñas quemaduras. Los arañazos y mordeduras también son otra manera de causarse daño.

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Generalmente se trata de incisiones poco profundas, en partes del cuerpo que luego pueden cubrir con la ropa, por lo que uno de los primeros signos de que existe un problema es que el niño o adolescente cambia su forma de vestir y empieza a optar por prendas largas incluso en verano o usa muchos brazaletes y pulseras que le permitan esconder las lesiones.

Obviamente, la aparición de cortes, rasguños o quemaduras en alguna zona del cuerpo también es otra señal de alarma, así como pequeñas manchas de sangre en la ropa, toallas o la ropa de cama. El cambio en el estado de ánimo, marcado por la irritabilidad, es otra señal de que existen problemas emocionales.

Si los padres sospechan que su hijo se está lesionando, es importante que le transmitan confianza para que les cuente qué le sucede y, si es necesario, que pidan cita con un psicólogo que pueda ayudarle a gestionar los problemas de manera más asertiva y sin hacerse daño.

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