Salud

Delirios infantiles: ¿Qué son?

Qué son, causas y pronóstico de los delirios en niños

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Delirios infantiles
Jennifer Delgado

Jennifer DelgadoEducadora, psicóloga y psicopedagoga

Solemos pensar que solo los adultos sufren delirios. No obstante, se trata de un mito porque se ha demostrado que también los niños pueden tener delirios. Aún así, es una alteración psiquiátrica poco conocida que muchas veces pasa desapercibida para los padres.

Sin embargo, es importante no confundir los delirios infantiles con las historias imaginarias de los niños pues estas son fruto exclusivo de la fantasía, mientras que los delirios sobrepasan los límites creativos para convertirse en una alteración a nivel psicológico que altera su funcionamiento.

¿Qué son los delirios infantiles? Sus principales manifestaciones

Los delirios infantiles son ideas o creencias fijas e inalterables que no poseen un fundamento lógico. Por lo general, se acompañan de una alteración de la conciencia y una disminución en la capacidad para orientar, mantener o dirigir la atención hacia un objetivo específico. Es decir, el niño es incapaz de concentrarse en el entorno que le rodea porque está inmerso en sus propios pensamientos.

En la mayoría de los casos, la alteración suele ser transitoria, con un período de instauración que puede durar algunas horas o varios días. Durante este tiempo, es habitual que se produzca una alteración hipoactiva de la conciencia, la persona que lo ve desde fuera, tiene la impresión de que el niño está confundido o desorientado.

Asimismo, las funciones cognitivas como la orientación, la percepción y la memoria también se suelen afectar. De esta manera, es habitual que exista una alteración en los patrones del sueño y en la manera de percibir el entorno, así como una disminución de los recuerdos a corto plazo y que aparezcan ideas incoherentes e ilógicas.

Además, los cambios emocionales bruscos y las alteraciones del comportamiento son frecuentes. De hecho, es usual que los niños con delirio manifiesten un comportamiento agitado, irritable y eufórico que llama inmediatamente la atención, incluso entre quienes no le conocen. Sin embargo, también son comunes los estados depresivos y las reacciones agresivas ante situaciones que no lo ameritan.

En las etapas más avanzadas del trastorno delirante, suelen aparecer algunas alteraciones fisiológicas como los temblores y los movimientos musculares espasmódicos. En ocasiones, también pueden aparecer convulsiones y alucinaciones.

Delirio niño

Las causas de los delirios infantiles

No existe una única causa que explique los delirios infantiles, aunque en la mayoría de los casos se relacionan con las encefalopatías orgánicas. De igual manera, la esquizofrenia y los trastornos tóxicos y metabólicos (por una intoxicación accidental con fármacos o sustancias químicas) son otros desencadenantes comunes.

Asimismo, se ha demostrado que los traumatismos craneoencefálicos, la epilepsia y la migraña pueden desencadenar un cuadro delirante infantil. Y, aunque resulta poco habitual, las neoplasias, las embolias, la encefalopatía hipertensiva y el síndrome encefalítico también pueden provocar delirios en los niños.

Vale destacar que los delirios infantiles también pueden ser el resultado de un estado febril, es decir, de la fiebre alta. Es lo que se conoce como delirio febril y se trata de una alteración transitoria de la conciencia que, por lo general, finaliza cuando la temperatura del pequeño disminuye, a diferencia del trastorno delirante propiamente dicho, que suele ser más estable, frecuente y no está relacionado con la temperatura corporal.

¿Cuál es el pronóstico?

En algunos casos, los delirios infantiles suelen desaparecer cuando el niño llega a la adolescencia o la edad adulta. Sin embargo, en otros casos el trastorno se agudiza y puede complicarse con una progresión al estado de coma o a la pérdida de algunas capacidades cognitivas y psicológicas. La mayoría de las veces esto sucede cuando se mantiene activa la causa que ha desencadenado el estado delirante o cuando el delirio ha evolucionado demasiado sin recibir tratamiento o atender las causas orgánicas que se encuentran en su base.

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