Juguetes de madera que conquistan corazones
Quizá hace 20 años Don Ramón no se podía imaginar que sus juguetes de madera llenarían el corazón de tantas personas, tanto adultos como niños. A sus 69 años, es cierto que se ha pasado gran parte de su vida haciendo con sus manos, mesas, sillas, casas, castillos… Objetos a escala para los más pequeños… pero es ahora cuando ha visto reconocido su don, porque sin duda, se necesita sensibilidad, pericia, paciencia y mucho cariño para conseguir sus resultados.
Se llama Ramón Rojas
Se llama Ramón Rojas, vive en Chilpancingo (México), aunque nació en Nayarita. Es un artesano especializado en carpintería con una habilidad magnífica para hacer juguetes para niños. A raíz de una publicación en redes sociales de un joven de su localidad, sus juguetes se han vuelto virales. Un trabajo de toda la vida que ahora, empieza a ser reconocido por buena parte del mundo.
Es posible que nunca antes se haya imaginado esta fama, que temporal o no, no podemos negar que su trabajo tiene mérito y que no todo el mundo sería capaz de igualarlo.
Él mismo reconoce que ha pasado gran parte de su vida, rodeado de madera convertida en castillos para niñas, casitas de muñecas, sillas en miniatura y de verdad… todo tipo de muebles a gran y pequeña escala. Para él era algo normal, es parte de su vida y de él mismo.
Gran habilidad en una vida difícil
Cada domingo, Ramón salía a la calle a ofrecer su mercancía en un andador. No importaban las temperaturas o si llovía o hacía calor. Nunca fallaba a su cita de los domingos en su localidad. Hasta que un día, un joven que se llama Fer Valle, le preguntó directamente cómo iban sus ventas de ese día.
La respuesta de Ramón no le dejó indiferente porque le dijo que no había vendido nada, con un tono triste. Fer Valle al oír su respuesta, empezó a tomar fotografías de su gran trabajo y pidió ayuda a sus seguidores en las redes sociales para que las ventas de Ramón aumentarán. Tenía un gran potencial, una gran habilidad con una vida difícil y limitado porque en la localidad donde residía no sabían apreciar su talento.
Así que, la solución que vio Fer Valle, fue darle ese impulso que le faltaba a través de las redes para llegar a más gente, para que no hubieran límites entre sus creaciones y las personas que realmente podrían darle valor a su habilidad.
La publicación en redes tuvo más de 6000 reacciones y 8000 comparticiones en tres días. Esto hizo que Ramón tuviese pedidos reales desde diferentes estados de la república donde reside e incluso el extranjero. Al fin su habilidad comenzó a tener el éxito que realmente se merecía. La magia de las redes sociales empezó a notarse.
En una entrevista que realizó Don Ramón a una revista, dijo las siguientes palabras: “Yo no sé mucho de redes sociales, pero a mi hija le escribieron desde Nueva York para hacerme un pedido de una casita y unos muebles para muñeca. No me lo creo.”
Ahora tiene el reconocimiento que se merece
Después de tantos años trabajando con sus propias manos y sin el reconocimiento que realmente merecía, al fin ha llegado su momento. Nunca es tarde para seguir intentando alcanzar el éxito porque no se sabe cuándo llegará… Lo que importa es ser consistente y no desistir en los sueños y los deseos.
Don Ramón empezó a trabajar en el mundo de la carpintería para crear juguetes a sus hijas cuando eran pequeñas. Quería verlas felices y por eso comenzó con sus creaciones. Su socia Ana Lilia, en la actualidad le ayuda con los detalles como la pintura y los bordados. Ella apoyó a Ramón en 2015 cuando a causa de una tormenta tropical perdió todas sus herramientas de trabajo y se quedó sin poder trabajar, pero Ana Lilia se asoció con él para que siguiera creando con sus manos.
Es un oficio difícil puesto que supone diseñar, crear, lijar y acabar un juguete a término, pero Ramón considera que es un oficio muy noble y aunque sea duro ver el producto final y saber que hará felices a otras personas, le merece la pena. Dijo una frase que resume claramente lo que es el éxito y la perseverancia en seguir los sueños:
“Lo que más me gusta es pensar que antes tocaba puertas y ahora, las hago”.
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