Esta madre llevó el sonajero de su bebé a su fusilamiento
Tanto si eres madre como si no lo eres, ver esta imagen estremece… Pero conocer la historia te hará sentir un nudo en el estómago. Es una historia desgraciada que ocurrió en España en una época donde se mataba a las personas por sus ideas políticas. Porque no importan las ideas que se tengan, matar a las personas por su forma de pensar es un acto atroz que la humanidad debería de erradicar.
Fue en 2011 cuando unos arqueólogos encontraron una fosa de la Guerra Civil y descubrieron el cuerpo de una mujer, que murió de un tiro en el pecho y otro en la cabeza para después ser rociada con cal viva y enterrada sin ataúd. Junto a su mano, había un sonajero rosa y amarillo chillón en forma de flor. El objeto podría ser de 1936, y encontraron el cuerpo en el parque de Carcavilla, en la ciudad de Palencia donde existía anteriormente el cementerio municipal.
Los hijos han recuperado la memoria de su madre
El sonajero era del bebé de Catalina Muñoz Arranz. Ella tenía 37 años y era natural de Cevico, un pueblo de la capital palentina. Tenía cuatro hijos y el propietario del sonajero era el bebé que tenía 9 meses en el momento en que la fusilaron. Ese bebé de 9 meses hoy tiene 83 años y le crió su tía, ya que su padre estaba en la cárcel acusado del asesinato de un falangista en una reyerta que sucedió en el pueblo el 3 de mayo de 1936, y le condenaron a 17 años. Creció sin saber cómo era su madre, porque no tuvo ni una foto de ella para poder ponerle cara.
Una madre luchadora y fuerte que murió cuando aún le quedaba mucha vida por delante. Fue detenida un 24 de agosto, poco más de un mes después del golpe de Estado impulsado por Franco que tuvo lugar con gran seguimiento en Palencia. Fue juzgada y los vecinos dijeron que iba a manifestaciones y que la vieron lavando sangre de la ropa de su marido.
El bebé, ahora hombre de 83 años, se llama Martín de la Torre Muñoz y vive en una casa humilde en Cevico de la Torre, un pueblo en el que hoy habrán unos 400 habitantes. Ha trabajado desde los 8 años, nunca fue a la escuela y el campo ha protagonizado su vida. Actualmente vive con su mujer y su hija Martina, de 56 años… pero sigue llorando la pérdida de su madre.
Catalina no sabía leer ni escribir, pero sí sabía firmar. Fue fichada como una mujer de 1’51 cm de estatura, morena, de pelo y ojos negros y que la llamaban Pitilina. El 5 de septiembre de 1936 ella firmó una declaración donde admitió que iba a manifestaciones pero negó el resto de acusaciones. Aunque no habían pruebas suficientes y solo habían palabrerías de algunos vecinos, fue condenada a muerte por rebelión militar. Fue fusilada el 22 de septiembre a las 17.30.
En la actualidad solo queda una hermana de Martín, se llama Lucía y es la hija de Catalina y hermana de Martín. Ahora tiene 94 años y aunque tiene la memoria frágil recuerda a su madre. Ella también pasó toda su vida trabajando. Actualmente vive en una residencia de ancianos de Cevico y recuerdan el día que detuvieron a su madre. Comenta que salió de su casa corriendo con el niño en brazos, se cayó detrás de la casa y allí fue donde la cogieron. Al niño no le pasa nada. Cuenta que su madre tenía mucho genio, y últimamente llora al revivir su recuerdo. Cuando su madre fue fusilada ella tenía 11 años, y se quedó al cuidado de su abuelo y de sus hermanos.
Cuando el padre de Martín y Lucía salió de la cárcel se fue a trabajar a Bilbao sin sus hijos. Cuando volvió al pueblo a pasar sus últimos 8 años de vida (ya jubilado), nunca habló sobre Catalina. En la actualidad, la hija de Martín ha iniciado los trámites para recuperar los restos de Catalina y el sonajero, para que vuelvan a las manos de su padre, 83 años después de que se quedase sin él y sin su madre.
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