Educación

La mesa de la paz: Una técnica Montessori para resolver conflictos en el hogar

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Mesa de la paz
Jennifer Delgado

Jennifer DelgadoEducadora, psicóloga y psicopedagoga

Los niños se enfadan, se sienten frustrados y se irritan. Es normal. Aún son pequeños y las zonas del cerebro encargadas de la regulación emocional no se han desarrollado lo suficiente. También es usual que peleen con sus hermanos y surjan conflictos. En todas esas situaciones, “la mesa de la paz” es un recurso perfecto para enseñarles a resolver conflictos, ya sean externos o internos, de manera asertiva.

¿Qué es la mesa de la paz?

La mesa de la paz es una técnica para ayudar a los niños a resolver los conflictos antes de que las emociones se desboquen. Se trata de una mesa pequeña con sillas para cada uno de los niños, encima de la cual debes colocar algunos elementos, cada uno con una función diferente:

  • Reloj de arena de al menos un minuto de duración, de manera que los niños se relajen mientras ven caer los granos de arena. Además, lo usarán como indicador para ceder el turno de la palabra al otro.
  • Un objeto relajante, como una pelota antiestrés, de forma que los niños se la pasen cada vez que tomen la palabra y les sirva para tranquilizarse.
  • Un objeto de paz, como un corazón de goma o de plástico, una planta pequeña o un juguete que active la idea de la paz.
  • Una campana o timbre, que los niños sonarán cuando resuelvan el conflicto. Otra alternativa más interesante es el palo de lluvia, un tubo largo relleno de semillas que imita el sonido del agua al caer y que también tiene una función relajante puesto que demanda movimientos lentos y pausados.

Vale aclarar que la mesa de la paz no solo es una técnica válida para resolver los conflictos interpersonales sino también los conflictos internos. Si el niño se siente nervioso, enfadado o frustrado, puede utilizar la mesa de la paz como un refugio para identificar cómo se siente y calmarse.

En ese caso, será de gran ayuda tener un libro como “El Monstruo de Colores”, ideal para los niños pequeños ya que asocia un color a cada emoción. En el caso de los niños mayorcitos, “Emocionario” es un libro más adecuado ya que abarca muchos estados emocionales, acompañándolos con imágenes.

Mesa de la paz Montessori

¿Cómo se usa la Mesa de la Paz?

Ante todo, es importante que el niño no se sienta forzado a sentarse a la Mesa de la Paz ya que la percibirá como un castigo y, en vez de relajarse, es probable que termine más enfadado y frustrado. Puedes decirle: “Esta es la Mesa de la Paz, puedes usarla cuando te sientas triste, agobiado o irritado. Vienes a la mesa, te sientas y ves lo granos de arena caer. Cuando alguien está sentado a la mesa, no se le debe molestar”.

Una vez que tu hijo se familiarice con la mesa para resolver sus conflictos internos, podrá usarla para solucionar los conflictos interpersonales. En ese caso, puede invitar a su hermanito a la mesa, entregándole el objeto de paz, como símbolo de buena voluntad para resolver el conflicto.

La idea es que los niños se sienten a la mesa y expresen cómo se sienten, respetando los turnos de conversación. Puedes usar el reloj de arena para marcar el tiempo y dar al niño que está hablando la pelota antiestrés. Cuando termine su turno, debe cederla al otro niño. Lo más importante es que los pequeños expresen asertivamente sus emociones, expliquen por qué se sienten así y, sobre todo, cómo les gustaría solucionar el problema. También pueden opinar sobre las posibles soluciones y cómo se sentirían poniéndolas en práctica.

Si son pequeños, un adulto tendrá que actuar como mediador. De hecho, es conveniente que al inicio medies la conversación para que los niños no caigan en actitudes acusatorias sino que aprendan a centrarse en buscar soluciones. Ten en cuenta que los adultos no deben fungir como jueces sino como meros mediadores para que sean los propios niños quienes encuentren la solución. No obstante, puedes proponerles una serie de normas, como por ejemplo: no gritar, no pegar, no insultar, no interrumpir y no burlarse del otro.

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