Familia

¿Pueden haber padres o madres que no quieran a sus hijos?

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Madre que no quiere a sus hijos
Mª José Roldán

Mª José RoldánMaestra y Psicopedagoga

Si tienes hijos, es más que probable que no concibas el hecho de no quererles. A un hijo se le quiere más que a la propia vida por lo que cuesta entender cómo un padre o una madre pueden ser capaces de no amar a sus pequeños con todo su ser. La realidad es que esto, aunque no sea algo común, puede ocurrir.

El amor de los padres

El amor de los padres mejora el bienestar y el desarrollo de los niños. Este amor nutre y apoya a la evolución de los pequeños, forma su personalidad. Una relación perjudicial para un niño nunca se podría calificar como una relación amorosa, más bien, se definen como relaciones tóxicas que causan dolor emocional y que no le permitirán desarrollarse bien.

El amor de los padres debe ser cálido: una sonrisa o una mirada amistosa que transmite empatía y buen humor, afecto físico, trato respetuoso y considerado, sensibilidad… ¡el amor de los padres hacia los hijos siempre debe ser sincero! Los padres que se sienten conectados con sus hijos tienen la capacidad de ajustar la intensidad y el tono emocional de sus respuestas para que coincida con el estado de sentimientos y las necesidades de su hijo.

Durante la infancia, las interacciones armonizadas entre un bebé y su madre (o cuidador principal) son especialmente importantes porque proporcionan al bebé el entorno necesario para aprender a regular las emociones y desarrollar la empatía.

Hay padres que tienen relaciones tóxicas con sus hijos y que creen que realmente les aman, cuando solo les están haciendo daño emocionalmente. Estos padres suelen hacer siempre lo mejor que pueden hacia sus hijos pero no fueron capaces de ver a su hijo como una persona independiente de ellos, capaz de satisfacer sus necesidades. No importa cuán bien intencionadas sean, muchas personas lamentablemente no están preparadas para la tarea de criar hijos.

¿Por qué hay padres que no quieren a sus hijos?

Por otra parte, nos podemos encontrar con padres y madres que no quieren a sus hijos. Que deberían haber pensado antes el tener descendencia, porque no existe ningún niño en el mundo que no merezca ser amado con todo el corazón por sus padres. A los hijos se les quiere desde las entrañas, desde lo más profundo del ser… Y cuando no es así, los pequeños crecen con una carencia afectiva que les perjudicará durante toda su vida.

Posibles razones

A continuación vamos a hablar sobre algunas posibles razones que pueden provocar la ausencia de amor de unos padres hacia sus hijos.

Imagen negativa de sí mismo

Hay padres que tienen una imagen negativa de sí mismos y eso, se lo transmiten a sus hijos. No son capaces de quererse a sí mismos y por lo tanto, no pueden querer a los demás. Ni tampoco transmitir amor y ternura. Suelen proyectar sus sentimientos negativos a los demás… sobre todo a los hijos.

Inmadurez emocional

También existen padres que son inmaduros y piensan que sus hijos son una carga de dependencia no deseada. Creen que la responsabilidad es una amenaza e incluso son capaces de sentir resentimiento hacia su descendencia.

Padres que no quieren a sus hijos

No aceptan el amor

Hay personas que no aceptan el amor y aún menos con los niños. Si estos padres fueron lastimados emocionalmente siendo niños y no recibieron amor, tendrán problemas para aceptar el amor y la intimidad de sus pequeños. Ante el dolor emocional que les provoca, los padres se distanciarán inconscientemente de sus hijos, provocando en sus pequeños el mismo dolor que ellos sufrieron porque no son capaces de cortar el patrón tóxico.

Traumas no resueltos de los padres

Hay padres que tienen traumas no resueltos en sus vidas y no son capaces de conectar emocionalmente con sus hijos. Pueden rechazarles o compensar en exceso por esos traumas. Ninguna reacción es apropiada ni constructiva para el niño. Por ejemplo, un padre que no puede soportar que le recuerden su propia infancia por la tristeza que siente, puede ser vengativo o intransigente con sus hijos cuando lloran.

Otro padre puede reprimir el dolor de sus hijos de la manera opuesta: reconfortándoles y protegiéndoles en exceso. En cualquier caso, el niño siempre es más prescindible que el sistema de defensa de los padres. Cuanto más autoprotectora sea una persona, más pondrá en práctica sus defensas sobre el niño y progresivamente dejará de percibir al niño correctamente y no promoverá un desarrollo saludable.

Ansiedad a la muerte

Hay padres que rechazan a sus hijos porque les recuerda que el tiempo pasa y que envejecen con el paso de los años. Esto les hace sentir gran ansiedad por la muerte. Puede causar tensión y resentimiento defensivo y autoprotector de los sentimientos y tienen conductas que pueden ser dañinas para sus hijos.

Hambre de amor

Los padres pueden tener hambre primitivo e insatisfecho de amor y cuidado de los padres desde su infancia y concentran estos fuertes deseos en sus hijos. Confunden los sentimientos de anhelo y posesión que tienen hacia su descendencia con sentimientos de amor verdadero. Los hijos no se sienten seguros ni comprendidos por sus padres y lo que parece “amor” en realidad es un lazo tóxico que drenan a los hijos en lugar de nutrirlos emocionalmente. Los hijos se sentirán asfixiados ante cualquier relación de apego en el futuro.

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