Educación, Familia

Para que tus hijos sean felices, no debes ser perfecta

No quieras ser perfecta, tus hijos te necesitan feliz

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Hijos felices
Mª José Roldán

Mª José RoldánMaestra y Psicopedagoga

Son muchas las madres que se estresan y se agobian por tenerlo todo bajo control, piensan que cuanto mejor esté todo, sus hijos serán más felices, pero la realidad no tiene nada que ver con esto. No existe la perfección, no se puede tener todo bajo control, a menos que quieras seguir cuidando tu salud emocional. Si quieres que tus hijos sean felices, no quieras ser perfecta.

No importa si estás embarazada o si ya tienes tres hijos, puedes tener un bebé o puede que estén en la universidad. Como madres, todas y cada una de nosotras, nos esforzamos por dar a nuestros hijos lo mejor, y en muchas ocasiones, nos esforzamos por ser perfectas. Tenemos una visión de nosotras mismas altamente organizadas, bien equilibradas, puntuales, que estén nuestras casas limpias, la colada perfecta, la comida preparada, nuestros seres queridos contentos con nuestras relaciones y nuestros hijos felices, ¿suena bien, verdad?

La perfección no es la realidad

El párrafo anterior suena bien, pero no es real. En muchos sentidos, nos damos cuenta de eso internamente pero no queremos darnos cuenta de las cosas y lo peor, es que muchas madres piensan que si todo no está controlado, será problema suyo y de nadie más. Esperamos la perfección en nosotras mismas, también exigimos perfección a otras madres.

La perfección es una utopía que causa ansiedad y estrés. Ninguna madre será perfecta si quiere ser buena madre, porque la perfección no es tenerlo todo perfecto, la perfección es disfrutar de lo imperfecto, significa dar amor primero y limpiar después.

La maternidad no es fácil

La lactancia materna, los pañales, la crianza con apego, las vacunas, trabajar desde casa y fuera de ella, buscar las mejores opciones para la educación de los niños… estos son sólo algunas cosas que todas las familias deben luchar cada día.

Quizá seas de las afortunadas que puedes pagarte una niñera increíble, que tienes leche aunque hayas empezado un trabajo estresante, que la crianza de apego es posible y que nunca te pones nerviosa ni te sientes confundida en este camino de la maternidad, pero no es lo habitual.

Ser madre no significa ser perfecta

La perfección sólo lleva a la decepción

Cuando una madre quiere ser perfecta sólo estará en el camino seguro hacia la decepción porque es una ilusión. Nuestros hijos nos hacen felices todos los días de nuestra vida, pero también habrá días difíciles en los que debas respirar hondo para hacer las cosas de la mejor manera posible. Eres humana, también cometes errores y debes aprender de ellos y disculparte -también con tus hijos- siempre que debas hacerlo.

Esos días en los que te sientes al límite, la casa está hecha un desastre, estás agotada física y mentalmente y tu hijo está irritable, la presión de la perfección puede hacer una grieta dolorosa en tu corazón. Intentas medirte en una escala imaginaria de la buena maternidad cuando la realidad, es que tu hijo está vivo, tú eres su madre y él es feliz a tu lado, aunque los platos estén sin fregar. Sólo necesita tu atención, tu amor y tu guía en el camino de la vida.

Además, es muy importante que no juzgues a otras madres porque no siguen tus valores… cada madre lo hace lo mejor que puede o sabe. Lo ‘mejor’ sólo se ve diferente en el resto de personas… tu instinto te guía, la sociedad te esclaviza.

Sé práctica con tus expectativas en la maternidad, se realista en cuanto a tu capacidad. Apunta alto -siempre debes hacerlo- pero no seas dura contigo misma, sé flexible y sé feliz. No eres mejor que nadie pero tampoco eres peor, eres tú, eres madre y eres luchadora. Eso no te hace perfecta, te hace única y la mejor del mundo para tus hijos. ¿Qué más da todo lo demás?

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