Educación

Responsabilidad afectiva en niños: ¿por qué es tan importante y cómo fomentarla?

Fomentar la responsabilidad afectiva conduce a niños seguros y adultos funcionales

[mashshare icons=»1″]

Responsabilidad afectiva
Nuria Capdevila

Nuria CapdevilaMaestra y pedagoga

La responsabilidad afectiva es otra de las habilidades que los padres debemos fomentar en nuestros hijos y trabajarla a diario. Se trata, básicamente, de ser conscientes del papel que juegan las emociones, tanto en nuestra vida como en la de los demás. Así, conceptos como empatía y compasión, van estrechamente ligados con el concepto de responsabilidad afectiva.

¿Qué es la responsabilidad afectiva?

Se entiende por responsabilidad afectiva o emocional la capacidad de ser conscientes de las consecuencias que generan nuestros actos a los demás. Es decir, cualquier interacción genera emociones en aquellas personas con las que nos relacionamos, lo que influye en su bienestar físico y emocional. De este modo, una persona que sea responsable afectivamente evitará cualquier comportamiento que genere emociones negativas, ya sea hacia ella o hacia los demás.

Educar a nuestros hijos en la responsabilidad afectiva implica hacerles comprender la importancia de las emociones, así como fomentar en ellos valores como la empatía, la sinceridad y la compasión. Con ellos, nuestros hijos desarrollarán la capacidad de analizar sus actos y determinar las consecuencias que estos pueden tener en los demás.

Sin embargo, no podemos olvidarnos de enseñarles que la responsabilidad afectiva es algo que también deben aplicarse a ellos mismos: deben aprender a alejarse de aquellas personas que les generen todo tipo de emociones negativas, ya sea con palabras o con sus acciones. Así, es vital enseñarles que, si alguien cercano a ellos hace cualquier cosa que les ofenda o les moleste, lo más sensato será evitar el contacto con esta persona.

Con todo, podemos decir que la responsabilidad afectiva debe enseñarse desde dos ángulos diferentes: hacia los demás y hacia nosotros mismos. Lo mismo que nuestros hijos no pueden dañar a los demás, tampoco deben dejar que los demás les dañen a ellos.

¿Cómo educar a los niños en la responsabilidad afectiva?

Educar a los niños en la responsabilidad afectiva es algo que debe hacerse desde casa. Para ello, será necesario trabajar ciertos valores con ellos, así como dar ejemplo de esta habilidad.

Descubriendo las emociones y cómo gestionarlas

No podemos pretender que nuestros hijos sean responsables afectivamente si no saben distinguir los diferentes tipos de emociones ni como gestionarlas. Por ello, una de las primeras tareas que debemos hacer los padres es enseñares, cuanto antes mejor, cuáles son las diferentes emociones que podemos llegar a sentir. Eso sí, es importante empezar con las emociones básicas, como la alegría y la tristeza, e ir avanzando hacia las más complejas, como la vergüenza, a medida que nuestro hijo vaya madurando. Por ello, decimos que se trata de un trabajo constante donde la familia juega un rol fundamental.

Además de darles a conocer las emociones, también será necesario que les ayudemos a gestionarlas. Al igual que reconocer las emociones lleva su tiempo, aprender a gestionarlas también. Así, debemos poner especial atención a las emociones que nuestros hijos experimentan a diario, hacerles conscientes de ello y ayudarles a canalizarlas. Debemos validar sus emociones, pero también explicarles por qué algo no está bien o qué deberían hacer para no sentirse de un modo determinado.

Establecer límites es sano

A medida que nuestros hijos van creciendo, debemos explicarles la importancia de poner límites; es decir, deben ser conscientes de aquello que les afecta y establecer qué van a tolerar y qué no de aquellos que les rodean. En este sentido, pues, la tarea de los papás y mamás es doble: no solamente debemos ayudarles a identificar aquellas situaciones en las que se deben establecer límites, sino que también debemos potenciar su autoestima. Solo un niño que se quiera a sí mismo será capaz de alejarse de aquellas personas que le dañen con sus acciones sin temor a quedarse solo o sin amigos.

La responsabilidad afectiva empieza con los padres y en casa: ¡seamos ejemplos!

La familia, sobre todo los padres, debemos enseñar con ejemplo. Así, debemos ser los primeros en demostrar responsabilidad emocional hacia los demás, incluso con los mismos niños.

Responsabilidad afectiva ejemplos

La mejor manera de ser ejemplo de responsabilidad emocional es mediante la cotidianidad y la comunicación activa. Así, podemos hacerles notar que algo que nos han dicho, o hecho, nos ha molestado o nos ha ofendido. O, todo lo contrario: algo nos ha hecho sentir amados y queridos. De este modo, les estamos haciendo conscientes de que sus acciones nos generan emociones y, de acuerdo con su naturaleza, nos sentimos mejor o peor.

Sin embargo, como hemos mencionado, la responsabilidad afectiva es bidireccional. Con ello, queremos destacar que también deberemos dejarles que expresen sus emociones ante nuestra forma de actuar o ante algo que les hemos dicho y no les ha gustado. Obviamente, en este punto, deberemos validar cómo se sienten y justificar nuestra conducta. O, simplemente, reconocer que nos hemos equivocado si es el caso. A diferencia de lo que muchos padres pueden pensar, reconocer que nos equivocamos ante nuestros hijos es la mejor manera de mostrarles que somos humanos y, al fin y al cabo, servir de ejemplo.

Confianza en la familia: 100%

Por último, os queremos recordar la importancia de establecer un entorno de confianza plena en el seno familiar. Para ello, es necesario fomentar la sinceridad y la comunicación, así como la empatía y la validación de las emociones y sentimientos de todos los miembros de la familia. Solo desde la confianza y un entorno afectivo estable, los niños serán capaces de abrirse y explicarnos cuanto les suceda: estadio principal y necesario para poder enseñar gestión de emociones y, por ende, responsabilidad afectiva.

La responsabilidad afectiva es una habilidad que tanto niños como adultos deberíamos entrenar. Este concepto nos habla de las emociones que generamos en los demás, así como de la importancia de ser empáticos y comprensivos con los que nos rodean con la finalidad de construir relaciones sanas y estables.

Suárez, P., Vélez, M. (2018). El papel de la familia en el desarrollo social del niño: una mirada desde la afectividad, la comunicación familiar y estilos de educación parental. Revista Psicoespaocios, 12(20): 173- 198, https://revistas.iue.edu.co/index.php/Psicoespacios/article/view/1046

Comentarios

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *