¿El “rincón de pensar” es un castigo? El lado oscuro de esta técnica
Referencias científicas
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En los últimos años, la técnica del “rincón de pensar” ha ganado terreno entre padres y educadores como herramienta para corregir el comportamiento infantil. Básicamente, consiste en sentar al niño en una esquina de la habitación mirando hacia la pared para que pueda reflexionar con tranquilidad y sin interrupciones sobre el error o la mala conducta que acaba de mostrar. Sin duda, puede ser una buena estrategia para animar a pensar a los niños y ayudarles a recapacitar, pero lo cierto es que no deja de ser un castigo.
¿Por qué el “rincón de pensar” se considera una técnica moderna para castigar a los niños?
Para entender por qué el “rincón de pensar” es el castigo de la época moderna debemos remontarnos al concepto de castigo en la Psicología. El castigo sienta sus bases en el condicionamiento operante de Skinner o Pávlov, una teoría basada en cómo los estímulos condicionan nuestro comportamiento. Básicamente, se trata de una técnica de modificación de conducta, cuya finalidad es reducir o extinguir la repetición de un comportamiento.
Grosso modo, el castigo no es más que el uso de determinados estímulos que resultan desagradables o limitan la libertad del niño para inhibir determinada conducta, catalogada generalmente como negativa. Se trata de una consecuencia indeseada que se impone al comportamiento que se quiere evitar. Por tanto, si lo pensamos detenidamente, esa es la esencia sobre la que se sustenta el “rincón de pensar”.
Cuando enviamos a los niños a un rincón de casa para que reflexionen sobre su comportamiento les estamos restringiendo su libertad para hacer otras actividades más placenteras. En algunos casos, incluso puede tratarse de una petición desagradable para los niños, sobre todo para aquellos pequeños a quienes les resulta difícil estar tranquilos durante largos períodos de tiempo. A fin de cuentas, ¿qué niño disfruta estar de cara hacia la pared reflexionando sobre lo que acaba de hacer?
De ahí que muchos expertos consideren el “rincón de pensar” como un castigo moderno en el que se intenta camuflar el imperativo de la acción y sus efectos negativos para la emocionalidad de los pequeños. A menudo presentado como un recurso útil para enseñar a los niños a pensar, en realidad es una manera de castigar a los peques por su mal comportamiento.
Otras desventajas que a veces pasamos por alto de esta técnica
Lo peor de todo no es que el “rincón de pensar” pueda ser un castigo encubierto, sino que no ofrece buenos resultados a largo plazo. Así lo corroboró un estudio realizado en el Instituto de Salud Mental de Estados Unidos en que se evaluó la eficacia de aislar a los niños durante un rato para que reflexionaran sobre su mala conducta. Para ello, los investigadores hicieron un experimento en el que utilizaron diferentes técnicas de control del comportamiento con un grupo de niños.
Los resultados desvelaron que los niños que fueron disciplinados retirándoles la atención, incluso cuando sus padres hablaron con ellos después, eran los que peor se comportaron con el paso del tiempo. Los expertos explican que esto se debe a que la técnica es útil para modificar el comportamiento, pero no los valores y modos de pensar que son los verdaderos impulsores de la conducta. Sin embargo, esta podría no ser su única desventaja, el “rincón de pensar” también:
1. Afecta la autovaloración de los niños
¿Sabías que muchos de los niños cuyos padres les envían al “rincón de pensar” cuando se portan mal se sienten malas personas? Es probable que muchos de estos niños no se sintieran bien consigo mismos antes del problema y el aislamiento solo sirve para confirmar que hay algo que no está bien en ellos. Esto no solo hará que desarrollen una autoestima inadecuada, sino que será un obstáculo a la hora de modificar su comportamiento ya que, a fin de cuentas, si se sienten malas personas seguramente creerán que no son capaces o dignos de cambiar.
2. Bloquea la capacidad para resolver problemas
Cuando los niños no cuentan con recursos para controlar sus emociones o resolver los problemas, enviarles a reflexionar frente a una pared no servirá de nada. De hecho, lo más probable es que en vez de pensar sobre las posibles soluciones, le den vueltas al problema y se centren en lo negativo de la situación. A la larga, no solo terminarán reprimiendo sus emociones, sino que no serán capaces de desarrollar estrategias eficaces para modificar su comportamiento ya que no cuentan con las herramientas adecuadas.
3. Debilita la relación con los padres
Muchos de los niños cuyos padres les envían al “rincón de pensar” se sienten abandonados y solos. Esto no solo les causa un profundo dolor emocional, sino que puede llegar a debilitar la relación con los padres a largo plazo. Algunos niños pueden llegar a malinterpretar este recurso pensando que los dejamos solos ante los problemas y, por tanto, sentir que no tienen con quien contar. A la larga, esto hará que se vayan distanciando de a poco y pierdan la confianza en nosotros.
Alternativas para aplicar correctamente el “rincón de pensar”
El “rincón de pensar” no tiene que ser necesariamente una técnica inútil o ser considerada un castigo. Si en lugar de enviar a los niños solos a reflexionar tras portarse mal, vas con ellos y reflexionáis juntos antes de dejarles un rato a solas para que piensen en lo que han hablado, serán capaces de gestionar mejor sus emociones y aprender de la experiencia. Además, es una excelente manera de hacerles notar que pueden contar contigo cuando más te necesiten.
En caso de que la situación sea demasiado tensa, puedes proponerle tomaros unos minutos para calmaros y luego, hablar con más tranquilidad sobre lo sucedido. No intentes hablar con ellos, convencerlos o negociar cuando están muy enfadados o frustrados ya que si están dominados por la ira, difícilmente te prestarán atención y escucharán tus palabras.
Evita además ceder a sus caprichos, pero quédate cerca y ofréceles tu atención para que se sientan seguros y confiados. En este caso, puedes recurrir a técnicas de autocontrol para ayudarle a gestionar sus emociones y enseñarles algunos recursos para la resolución de conflictos.
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