Educación

Cómo romper el círculo vicioso de los gritos en la familia

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Jennifer Delgado

Jennifer DelgadoEducadora, psicóloga y psicopedagoga

Los gritos no son buenos compañeros de viaje, ni para quien grita ni para quien los escucha. No solo generan gran tensión y estrés, sino que sus efectos en los niños pueden dejar cicatrices difíciles de borrar. Un estudio llevado a cabo en la Universidad de Pittsburgh en el que se analizaron a 976 familias reveló que los gritos tienen consecuencias similares al castigo físico. Los niños que han sido educados con gritos tienen una mayor propensión a padecer depresión, ansiedad y tener problemas de conducta.

Generalmente los gritos son la expresión de una incapacidad, la incapacidad para gestionar la situación de una manera más asertiva, ya sea porque no se cuenta con las herramientas psicológicas para ello o simplemente porque el cansancio y el estrés le han pasado factura a nuestro autocontrol. De una forma u otra, es importante romper con el círculo vicioso de los gritos en la familia porque así solo se logra validar esa forma de comunicación tan dañina.

¿Cómo dejar de gritar en casa?

1. Detecta tus disparadores

Los disparadores son esas situaciones que te hacen perder el control. A veces gritamos porque nos sentimos abrumados, agotados, estresados o porque no queremos que la situación se nos vaya de las manos. Esas situaciones tienen un poderoso influjo sobre nosotros ya que nos hacen perder la paciencia. La clave radica en ser conscientes de su existencia y detenernos antes de llegar al punto de no retorno. Para detectar tus disparadores, reflexiona sobre los puntos comunes de las situaciones en las que gritas.

2. Evita esos disparadores

Una vez que sepas qué te enfada y te hace gritar, solo tendrás que evitar esas situaciones. Por ejemplo, si te estresa el desorden, establece reglas en casa para que el hogar se mantenga lo más organizado y limpio posible. Si te agobia la rutina matutina, levántate un poco más temprano para que tengas más tiempo y no necesites correr y estresarte. Se trata de elaborar un plan para gestionar las situaciones que te estresan.

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3. Aprende a mantener la calma

Todos los padres saben, por experiencia propia, que no siempre es posible controlar aquellas situaciones que nos generan estrés o nos agobian. Hay veces en las que simplemente debemos aprender a mantener la calma cuando las cosas se salen de control. Cada persona debe encontrar su rutina calmante. A algunos les basta con contar hasta 10, otros respiran profundo y otros prefieren abandonar la habitación por unos instantes. Lo importante es que halles la estrategia que te ayude a calmarte y enseñes a tus hijos a buscar sus propias herramientas de autocontrol.

4. ¡Todos a una!

Para erradicar los gritos del hogar es necesario que todos se esfuercen por relacionarse de una manera más asertiva. Eso implica que ambos padres deben comenzar dando el ejemplo, para luego transmitirlo a los hijos. Si en el hogar no existe una coherencia educativa, será difícil eliminar los gritos porque uno de los padres los valida como medio de comunicación. Recordad que existen diferentes maneras de llamar la atención de un niño sin necesidad de gritar, como acercarte y tocar su brazo, asegurarse de mantener el contacto visual o incluso hacer algo inesperado que sirva para romper esa negatividad.

5. No prestar atención a los gritos

Si todos habéis llegado al acuerdo de que en casa no se grita, el próximo paso es hacer oídos sordos a las voces fuera de tono. En muchos casos, los niños pueden adoptar los gritos como una estrategia para llamar la atención, por lo que es conveniente aplicar el principio de la extinción, según el cual, todo comportamiento que no recibe atención termina extinguiéndose. Puedes decirle: “Veo que estás gritando. Así no logro entenderte. Cuando te calmes podremos hablar”.

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