Educación

La sangre te hace pariente, pero la lealtad te convierte en familia

La familia no se escoge pero sí se cuida

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lealtad familia
Mª José Roldán

Mª José RoldánMaestra y Psicopedagoga

Al llegar a este mundo todos tenemos una familia, todos disponemos de padres, madres, tíos, hermanos… unas personas que se convierten automáticamente en nuestra familia desde el primer momento que comenzamos a respirar. Esa familia no se escoge, es la que la naturaleza nos pone a nuestro lado sin que ni siquiera nos demos cuenta. Una familia que se supone que debe estar a nuestro lado, nos debe guiar, brindar su apoyo y darnos su amor incondicional.

Todos tenemos unas raíces, unos antepasados… personas que nos definen, familiares que tuvieron su historia y su momento… un árbol genealógico que nos hace parientes unos de otros. Las familias pueden ser más grandes o más pequeñas, pero todas son familias al fin y al cabo. Aunque cuidar una familia y el vínculo que une a las personas no resulta sencillo.

Las familias distanciadas emocionalmente

Ocurre a veces que las familias no se llevan tan bien cómo creen que deberían y se sienten mal por eso. La culpabilidad por no llevarse bien con un padre, hermano, tío, primo… puede ser muy grande. Muchas personas se sienten en la obligación de llevarse bien con personas que realmente no son nada importantes para ellas… o personas que en algún momento les hicieron daño emocional.

Puede haber un vínculo de sangre, pero la vida no te obliga a tener que llevarte bien con todos, por mucho parentesco que os una. A veces, alejarse o mantener un vínculo de ‘circunstancia’ no debe ser un problema emocional ni causarte ningún trauma… en ocasiones, es la mejor opción para poder mantener tu salud emocional.

La familia en el sentido más estricto

A veces se tiende a pensar que una familia supone compartir mucho más que tan solo la sangre o el árbol genealógico. Hay personas que de forma inconsciente creen que los niños deben tener los mismos valores que sus padres, compartir los mismos puntos de vista e incluso, que se deben comportar de manera similar… nada más lejos de la realidad.

Es necesario tener claro que cada persona tiene su propia personalidad, la personalidad no es algo que se herede de genéticamente. Es cierto que se pueden heredar algunas características de los padres e incluso de familiares, pero el ambiente y el clima familiar diario es lo que realmente cuida o descuida el vínculo entre los parientes. Los niños no son -ni deben serlo- copias de sus padres o nunca serán capaces de ser ellos mismos.

La personalidad es dinámica y se construye día tras día, se detiene frente a las barreras y los límites… Esos límites que en ocasiones imponen los padres cuando intentan criar a sus hijos. Estas imposiciones son las que traen consigo tantas decepciones, desacuerdos, peleas y malentendidos… Cosas que hacen que el vínculo familiar se deteriore.

La sangre te hace pariente, pero la lealtad te convierte en familia

Cuando el vínculo se rompe…

En ocasiones, muchos padres ven a sus hijos irse de casa y dejar de tener contacto. Hay hermanos y hermanas que se dejan de hablar y las familias empiezan a tener sillas vacías en las reuniones familiares… que dejan de ser familiares. ¿Qué es lo que causa todo esto? Cada familia es un mundo con sus normas y sus creencias… pero son las personas las que deciden si quieren que las relaciones funcionen o no, si prefieren vivir el presente o anclados en el dolor.

Hay veces que las personas sienten que otros son más cercanos que sus propias familias. Hay quienes sienten a amigos e incluso animales que son seres a los que quieren más que a los de su propio parentesco, aunque no sean del mismo árbol genealógico.

Reflexionar para tener una familia llena de amor

En ocasiones, es posible que tu familia pueda convertirse en una familia llena de amor, donde a los niños se les respete y donde ellos puedan disfrutar de estar a tu lado y que no quieran abandonarte nunca. También es posible una familia donde los hermanos se quieran y les guste pasar tiempo uno al lado del otro. ¿Cómo? Pensando en la educación y ofreciéndola a los hijos con amor sincero, sin imposiciones, con reflexión. Un amor donde no se castiga a la persona, sino que se piensa sobre el comportamiento.

No hay que culpar a los demás de los propios errores ni tampoco sentir la obligación de mantener el contacto con los miembros de la familia cuando nos hacen sentir incómodos o son tóxicos para nosotros. Ellos son tu familia, es verdad… pero en esta vida hay que tener en cuenta lo que realmente es importante y tu estabilidad interna y tu felicidad no debe verse truncada por nada ni nadie. Tu paz interior es lo más importante, tanto para ti como para tu familia -la de verdad-. Si alguien te hace sentir mal, no importa si es o no de tu familia… la distancia emocional será tu mejor regalo hacia esa persona -y para ti-.

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