Salud

Síndrome de Tourette: La enfermedad de los tics

Un síndrome que puede causar problemas sociales y emocionales

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Síndrome de Tourette en niños
Jennifer Delgado

Jennifer DelgadoEducadora, psicóloga y psicopedagoga

El Síndrome de Tourette es un trastorno de índole neuro-psiquiátrica que comienza en la infancia. Se trata de un problema poco común que afecta entre el 0,4 y el 3,8% de los niños, aunque algunos nunca llegan a recibir un diagnóstico ya que presentan síntomas leves y en algunos casos estos disminuyen al llegar a la adolescencia.

¿Cuáles son sus síntomas?

El síntoma principal del Síndrome de Tourette son los tics motores, una serie de movimientos repentinos difíciles de controlar, como las muecas faciales o el parpadeo excesivo. En otros casos los tics con vocales, como puede ser carraspear la garganta o aspirar aire constantemente por la nariz.

Cuando el niño se encuentra sometido a situaciones de estrés, estos tics suelen agravarse ya que son una manera para aliviar la tensión. Vale aclarar que algunos logran suprimir esos tics durante breves periodos de tiempo pero necesitan concentrarse mucho y cuando desvirtúan su atención, estos vuelven con mayor intensidad. No obstante, pueden desaparecer o disminuir durante el sueño.

En los casos más graves se aprecian tics complejos, en los que intervienen diferentes grupos musculares, como tocarse determinadas partes del cuerpo, saltar o encogerse de hombros. También puede aparecer lo que se conoce como ecolalia, que consiste en repetir las palabras que dicen otras personas, o la coprolalia, en cuyo caso el niño dice palabrotas de manera involuntaria.

¿Es hereditario?

Las investigaciones sugieren que el Síndrome de Tourette es hereditario, aunque los genes involucrados pueden causar síntomas diferentes en cada uno de los miembros de la familia. Una persona que padezca este problema tiene un 10% de probabilidades de que uno de sus hijos también lo sufra. No obstante, lo más usual es que los niños desarrollen conductas obsesivo-compulsivas. También se conoce que el género desempeña un rol importante para la aparición del trastorno. De hecho, es 3 o 4 veces más común en los varones.

Síndrome Tourette

Las consecuencias en los niños

Es usual que los niños afectados por el Síndrome de Tourette necesiten un apoyo educativo más personalizado ya que en ocasiones este problema viene acompañado de un trastorno de aprendizaje o de un trastorno por déficit de atención e hiperactividad. No obstante, las dificultades escolares se suelen superar con clases de apoyo o con pequeñas adaptaciones curriculares. Obviamente, si el trastorno es más grave, se necesitará una intervención educativa más profunda.

Sin embargo, se debe aclarar que este trastorno normalmente no representa un problema de inteligencia, lo que suele pasar es que los niños se concentran tanto en controlar los tics, para que sus compañeros no los noten, que su nivel de atención en las clases disminuye. Por eso aparecen problemas en el cálculo, la lectura y la escritura.

En dependencia de la severidad de los tics, se verán afectadas diferentes áreas, sobre todo en el plano emocional y social. De hecho, estos niños pueden ser objeto de burlas por parte de sus compañeros o de acoso escolar, razón por la cual su autoestima y autoimagen se pueden ver muy afectadas. El peor momento suele ser la adolescencia, sobre todo cuando los síntomas no remiten ya que entonces suelen agudizarse.

¿Cómo enfrentar este problema?

Por el momento, no existe una cura definitiva para el Síndrome de Tourette pero existen pequeñas estrategias que el niño puede poner en práctica para minimizar los tics.

  • Apostar por actividades creativas. Se ha apreciado que actividades como pintar, tocar un instrumento musical o escribir ayudan al niño a mantener bajo control los tics. De hecho, se dice que personalidades como Samuel Johnson y Mozart padecían este problema.
  • Mantenerse ocupados. Cuando los niños se concentran en una actividad, olvidándose por completo de los tics, estos son menos frecuentes y disminuyen su intensidad.
  • Asumir un papel activo en el tratamiento. Cuando estos niños comprenden qué les pasa y adoptan un rol activo en el tratamiento, los tics disminuyen y aumenta su sensación de bienestar.

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