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Así duermen los niños con altas capacidades

La creencia más extendida es que los niños y niñas de altas capacidades necesitan menos horas que los peques de su edad para recargar pilas. ¿Es cierto?

La creencia más extendida es que los niños y niñas de altas capacidades necesitan menos horas que los peques de su edad para recargar pilas.

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Puede que hayas oído o escuchado que los niños y niñas con altas capacidades intelectuales son más despiertos de lo habitual desde bebés, que les cuesta más conciliar el sueño y que este les repara más rápido. Dicho de otro modo esto último, que necesitan dormir menos horas que los demás peques de su edad. Sin embargo, no se puede generalizar porque las altas capacidades son una cuestión heterogénea, tanto que hay hasta siete arquetipos distintos de menores de edad con esta características según los especialistas en la materia, por lo que tampoco se puede afirmar con rotundidad que duerman todas las personas con altas capacidades de la misma manera.

Sí que es posible encontrar a niños con altas capacidades cuyos padres recuerdan que ya desde bebés estaban muy despiertos, más de lo habitual; que les cuesta mucho quedarse dormidos; peques a los que no les gusta dormir y lo verbalizan diciendo que no quieren perderse lo que pase mientras lo hacen; niños y niñas que hablan a menudo por las noches y tienen un sueño poco lineal; y otros tantos que duermen menos horas que la media. Pero esto no es un rasgo de las altas capacidades porque no ocurre en todos los peques.

Explica Bea Sánchez, especialista en altas capacidades y madre con experiencia en la materia, en su web Mamá Valiente, que la creencia extendida durante mucho tiempo, tanto que todavía perdura en una parte de la opinión pública, de que los niños “superdotados” no necesitaban dormir tantas horas era, en realidad, una mala interpretación. “Los niños dotados no necesitan dormir menos, pero es cierto que se recuperan con mayor facilidad. Así que es común en ellos ver que con una siesta de 15 a 20 minutos han renovado toda su energía”, explica.

La siesta, de hecho, es un factor interesante en los niños y niñas con altas capacidades, porque es probable que se la quiten antes que el resto de peques de su edad, o que sea mucho más breve de lo que es la de dichos niños. Pero no es la alta capacidad lo que les hace dormir mejor o peor, más o menos tiempo, sino algunas características asociadas a la mayoría de arquetipos de niños y niñas con altas capacidades. Sobre todo, la sobreexcitabilidad y su hipersensibilidad.

De ellas habla así Bea Sánchez: “Sabemos que todos los niños de alta capacidad son extremadamente sensibles y llegan con gran excitación y una enorme cantidad de estímulos absorbidos a lo largo del día”, explica. “Parecerá que no quieren ir a la cama por nada del mundo ¡aunque realmente estén cansados! De hecho, dicha sensibilidad y su sistema nervioso único precisan de las horas de descanso apropiadas para un buen desarrollo mental, emocional y memorístico”, añade.

Por lo tanto, los peques con altas capacidades deben descansar las mismas horas diarias recomendadas que cualquier otro niño o niña de su edad.

La sobreexcitación es una característica con mucho peso

De las muchas características asociadas a las altas capacidades, una de las que influye en el sueño y que está presente en las personas con esta característica son las “sobreexcitabilidades”, en plural, tal y como se refieren a ellas María Isabel Aragüetes Felgueras y Javier Tomás Bórnez Plana, del Programa de Enriquecimiento Educativo para Alumnos con Altas Capacidades de la Comunidad de Madrid.

 Estos expertos hablaron en una charla reciente para familias cuyos hijos e hijas participan en el programa público de hasta de cinco tipos de sobreexcitación en los niños y niñas con altas capacidades: psicomotora, que se aprecia en cuestiones como la actividad física intensa, el lenguaje muy rápido, y la necesidad de estar haciendo siempre algo; la sensorial, ya que su percepción superior de los sentidos a nivel cerebral genera respuestas más intensas; imaginativa, lo cual les permite recordar detalles por encima de la media, y crear invenciones con tanto detalle que parecen reales; cognitiva; relacionada a su vez con la sensibilidad, el razonamiento lógico y con el aumento de hipótesis a estímulos; y emocional, que se puede plasmar en cuestiones morales, bloqueos, y emociones intensas y polares.

Estas sobrexcitabilidades se reflejan también en la calidad del sueño, pero no lo hace de forma homogénea en todos los niños y niñas con altas capacidades. Por ejemplo, los que son más sensibles a nivel emocional tienen más papeletas para dormir peor, ya que esa intensidad en todo lo que sienten no les facilita desconectar de la misma manera, de forma que su cerebro se mantiene más activo. Otros, en cambio, si son más intensos a nivel psicomotor, puede que caigan rendidos después de no parar en todo el día. O puede que no. No hay conclusiones al respecto avaladas por la ciencia que se puedan extrapolar a grupos de población grandes.

Posibles razones por las que no duermen

En el interesante post divulgativo que te hemos recomendado anteriormente, Bea Sánchez profundiza en las razones por las que un niño o niña de altas capacidades no quiera irse a dormir o le cueste hacerlo bien.

La especialista da hasta cinco claves: “no está cansado, le cuesta apagar su cerebro, ha ocurrido un cambio de rutina, está muy excitado y no quiere perderse nada”. Todas son compatibles entre sí; es decir, puede que un día el mal sueño sea por una cuestión y otro día tenga otra razón.

“Aunque te parezca increíble por su enorme energía, muchos de estos niños tienen una necesidad de expresión física que no ha sido cubierta”, dice Bea Sánchez sobre la primera razón. Sobre la segunda, insiste en lo que hemos citado anteriormente: no son capaces de poner su cabeza en ‘modo off’. “Continúan haciendo preguntas y pidiendo otro cuento más o un vaso de agua o cualquier otro tipo de actividad porque se sienten incapaces de dormirse sin más. Para muchos de ellos las ideas nacen justo cuando se meten en la cama y relajan el cuerpo, consiguiendo el efecto contrario en su cabecita”, apunta Sánchez.

Pero también algo a priori tan normal como un simple cambio de rutina puede provocar en estos niños y niñas con altas capacidades una mala noche. Es más, muchos se acuestan más tarde y acaban despertándose antes. “Estos niños se sienten especialmente afectados por los cambios en la rutina. Algunos pueden ser muy evidentes como el cambio de cuarto o casa y otros menos visibles como el tener un profesor sustituto en clase”, apunta Bea Sánchez, que recomienda revisar la rutina si ha dormido mal para saber qué le lleva a esa sobreexcitabilidad.

Sin embargo, pese a que todas las descritas son causas conocidas de una mala noche de sueño en sus hijos e hijas con altas capacidades, es la sensación de no querer perderse nada la más extendida. Bea Sánchez, a modo de conclusión, recomienda “no perder de vista esta sensación suya para poder empatizar y ver esta situación desde sus ojos. Prométele que mañana habrá más tiempo, más horas, más descubrimiento”. 

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