Educación, Salud

Técnica de la tortuga para el control de la hiperactividad

Una estrategia para el autocontrol en los niños

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Técnica de la tortuga
Jennifer Delgado

Jennifer DelgadoEducadora, psicóloga y psicopedagoga

La hiperactividad es una de las alteraciones de la conducta más frecuentes entre los niños. De hecho, se estima que el 3% de los niños menores de 7 años y el 5% de los pequeños en edad escolar padecen este trastorno. Sus síntomas más significativos se relacionan con un comportamiento intranquilo e inquieto, aunque también puede haber estallidos de agresividad e impulsividad.

A los niños que padecen hiperactividad la vida se les puede hacer cuesta arriba ya que las dificultades para controlar sus emociones y regular su comportamiento les pueden meter en problemas. Obviamente, estas dificultades también afectan a las personas que conviven con el niño, por lo que no es extraño que los padres terminen perdiendo la paciencia.

Sin embargo, existen diferentes formas para controlar la hiperactividad infantil y aliviar los síntomas, la terapia conductual, por ejemplo, es una estrategia muy eficaz para modificar comportamientos. Precisamente, dentro de esta línea de tratamiento se encuadra la técnica de la tortuga.

¿En qué consiste la técnica de la tortuga?

A diferencia de las terapias conductuales tradicionales en las que el control de la conducta se logra con estímulos externos, en la técnica de la tortuga se utiliza el autocontrol para manejar la hiperactividad infantil. Esta técnica está pensada para los niños en edad preescolar y escolar, y su principal objetivo es lograr que el pequeño aprenda a regular sus propias conductas disruptivas. Además, se trata de una técnica muy sencilla que cualquier padre puede enseñarle a su hijo en casa.

Técnica de la tortuga para el autocontrol en niños

Primer paso

Enseñar al niño a que responda ante una inminente conducta impulsiva o agresiva encogiéndose y metiendo la cabeza entre sus brazos, como si fuera una tortuga escondiéndose dentro de su caparazón. Esta posición no es casual sino que facilita la introspección, le permite al niño identificar las conductas inadecuadas y tomar distancia emocional para manejar la situación.

Segundo paso

Una vez que el niño haya aprendido a anticipar sus comportamientos disruptivos y sepa adoptar la postura de la tortuga, se le enseña a relajar los músculos. Este paso es muy importante porque la relajación es incompatible con la tensión muscular propia de una conducta impulsiva. Por tanto, a medida que el niño se relaja, la tensión, la ira y la frustración desaparecen.

Tercer paso

En este punto el niño debe pensar en las diferentes soluciones que le puede dar al problema. Debe pensar qué hará cuando salga de la posición de la tortuga. Por supuesto, también puedes ayudarle brindándole orientaciones o ideas.

Último paso

Cuando el niño se sienta más relajado y sepa cómo enfrentar la situación que dio pie a su enfado o frustración, entonces podrá abandonar la postura de la tortuga.

En un primer momento, tendrás que ir guiando al niño en cada uno de los pasos pero una vez que domine la técnica, podrá aplicarla solo. La idea es que adopte esta postura cada vez que sienta que va a explotar ya que alguna situación del medio le ha irritado.

Técnica de la tortuga para niños con hiperactividad

3 beneficios de la técnica de la tortuga

  1. Facilita la expresión asertiva de las necesidades. Las conductas disruptivas de los niños hiperactivos suelen aparecer ante cualquier estímulo, lo cual se debe a que tienen problemas para controlar su impulsividad. En esos casos, la técnica de la tortuga les enseña aprender a tomar un tiempo antes de responder, para evaluar la situación, calmarse y encontrar la respuesta adecuada.
  2. Estimula el desarrollo del autocontrol y la autonomía. Esta técnica es particularmente útil para que el niño aprenda a responsabilizarse por su propio comportamiento pero también fomenta la independencia. A través de esta técnica el pequeño comprende que él es el principal encargado de controlar su conducta, lo cual también genera la sensación de madurez.
  3. Reduce los niveles de ansiedad y las respuestas fisiológicas de impulsividad. El segundo paso de la técnica de la tortuga, cuando el niño debe relajar sus músculos, genera una disminución de los signos fisiológicos propios de la ansiedad y la hiperactividad. De esta manera, el niño puede ejercer un mayor control sobre su comportamiento.

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