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Cuento infantil para leer online: Hansel y Gretel

Disfruta de este cuento corto de Hansel y Gretel para leer con niños

Cuento infantil para leer online: Hansel y Gretel

“Hansel y Gretel” es uno de esos cuentos infantiles que ha pasado de una generación a otra hasta llegar a nuestros días junto con otros como Caperucita Roja o Blancanieves. Se trata de un cuento tradicional alemán que fue rescatado más tarde por los hermanos Grimm, aunque también ha sido versionado por muchos otros escritores infantiles en distintos idiomas. 

A continuación encontrarás el cuento de Hansel y Gretel listo para leérselo a los más pequeños de la casa.

Cuento Hansel y Gretel para leer online

Cuento Hansel y Gretel para leer onlineDanilo Sanino/Freepik

Hansel y Gretel, un cuento para leer en familia

En una choza próxima al bosque vivía un leñador con su esposa y sus dos hijos: Hansel y Gretel. La familia era muy pobre, tanto, que aún en las épocas en las que el leñador ganaba más dinero apenas les alcanzaba para comer. Llegó un día en el que no tenían ni siquiera una moneda para comprar comida o un poco de harina para hacer pan y los padres, preocupados, se pusieron a conversar una noche para encontrar una solución.

– Nuestros hijos morirán de hambre – se lamentaba el padre.

– Solo hay una solución. Tenemos que dejarlos en el bosque, cerca del palacio del rey. Alguna persona de la corte los recogerá y cuidará de ellos – dijo la mamá llorando.

Hansel y Gretel, que no habían podido dormir a causa del hambre, estaban escuchando la conversación. Gretel se echó a llorar, pero Hansel la consoló diciéndole:

– No temas. Tengo un plan para encontrar el camino de regreso. Prefiero pasar hambre aquí a vivir con lujos entre desconocidos.

A la mañana siguiente la mamá los despertó temprano y les dijo:

– Tenemos que ir al bosque a buscar frutas y huevos, de lo contrario, no tendremos nada que comer hoy.

Salieron todos de casa, pero Hansel, que había encontrado un trozo de pan duro en un rincón, se quedó un poco rezagado para ir tirando trocitos por el camino. Cuando llegaron a un claro próximo al palacio, la mamá les pidió a los niños que descansaran mientras ella buscaba algo para comer.

Los niños no tardaron en quedarse dormidos ya que habían madrugado y caminado mucho, y aprovechando la oportunidad, sus padres los abandonaron. Los pobres niños estaban tan cansados y débiles que durmieron hasta el día siguiente sin reparar en que sus padres se habían ido y los habían dejado solos.

Al día siguiente cuando despertaron, lo primero que Hansel hizo fue buscar los trozos de pan para regresar a casa. Sin embargo, no pudo encontrar ni una sola migaja porque durante la noche los pájaros se los habían comido. Buscaron y buscaron hasta que finalmente comprendieron que estaban perdidos y solos en medio del bosque.

Comenzaron a caminar hasta que llegaron a otro claro y divisaron a lo lejos una casa muy curiosa, construida de galletitas y caramelos. Los pobres chicos, que estaban muertos de hambre, corrieron a arrancar trozos de la cerca y las persianas. Estaban muy entusiasmados comiendo cuando una anciana se asomó a la puerta y con una amable sonrisa los invitó a pasar y les ofreció una gustosa comida. Hansel y Gretel comieron hasta hartarse.

Sin embargo, lo que Hansel y Gretel no sabían era que esa anciana que parecía tan bondadosa era en realidad una bruja que quería comérselos. Al día siguiente cuando despertaron, la bruja obligó a Gretel a hacer las tareas del hogar y a Hansel lo encerró en una jaula para engordarlo y luego comérselo.

Así estuvieron varios días, Gretel trabajando en la casa y Hansel encerrado. Gretel ni siquiera podía pensar en escapar porque no podía dejar a su hermano con esa bruja tan malvada. Mientras tanto, la bruja le daba tanta comida al niño que, aunque había pasado mucha hambre, no podía comerse todo lo que le llevaba. Como la bruja no veía más allá de su nariz, cada vez que se acercaba a la jaula de Hansel, le pedía que sacara un dedo para saber si estaba engordando. Hansel, quien ya se había percatado de que la anciana estaba casi ciega, cada día le extendía un huesito de pollo y cuando la bruja lo tocaba le decía:

– Cada vez estás más flaco, ¡tendré que esperar unos días más!

Un día, cansada de aguardar a que Hansel engordara, decidió comérselo. Le pidió a Gretel que calentara bien el horno. Pero la niña, que era muy lista, se percató de las intenciones de la bruja y como había escuchado que las brujas se convierten en polvo cuando aspiran humo de tilo, preparó un gran fuego usando esa hierba.

– Yo nunca he calentado un horno. ¿Por qué no miras el fuego y me dices si está bien? –le dijo a la bruja.

– ¡Sal de ahí, tonta! -chilló la bruja- ¡Yo misma lo vigilaré!

Al abrir la puerta de hierro para mirar dentro, aspiró una bocanada de humo. La bruja se deshizo, convirtiéndose en un puñado de polvo y un manojo de llaves.

Rápidamente, Gretel recogió las llaves y corrió a liberar a su hermanito. Antes de huir de la casa, los dos niños buscaron comida para el viaje. Sin embargo, grande fue su sorpresa cuando encontraron muchísimos cofres con oro y piedras preciosas. Recogieron todo lo que pudieron y huyeron rápidamente.

Tras mucho andar llegaron a un enorme claro del bosque y del otro lado estaba, nada más y nada menos, que su padre. Corrieron hasta su padre, quien lloró de alegría al verlos sanos y salvos pues se había arrepentido de haberlos abandonado en el bosque. Después de los abrazos y los besos, Hansel y Gretel le mostraron las riquezas que traían, y todos regresaron a casa donde vivieron felices.

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