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20 poemas cortos para leer con niños

La poesía infantil fomenta la creatividad y la lectura en los niños

20 poemas cortos para leer con niños

Los niños suelen divertirse muchísimo con las poesías infantiles, y no es para menos ya que son muy entretenidas y además, estimulan la fantasía propia de la etapa del pensamiento mágico

Por si fuera poco, las poesías también les reportan enormes beneficios en el plano emocional, ya que los niños que leen poemas aprenden a identificar más rápido sus emociones y los sentimientos (una buena manera de educar la inteligencia emocional) y también aprenden a tener paciencia, desarrollan más rápido el pensamiento abstracto y tienen un vocabulario más amplio que les ayudará a desarrollar el lenguaje mejor. Lo mejor es que se trata de una actividad muy sencilla que se puede disfrutar en cualquier momento del día, incluso antes de ir a la cama para ayudar a los peques a conciliar el sueño, sobre todo en aquellos niños que duermen mal.

Poemas cortos que los niños adorarán

1. Los ratones, de Lope de Vega

Juntáronse los ratones

para librarse del gato;

y después de largo rato

de disputas y opiniones,

dijeron que acertarían

en ponerle un cascabel,

que andando el gato con él,

librarse mejor podrían.

Salió un ratón barbicano,

colilargo, hociquirromo

y encrespando el grueso lomo,

dijo al senado romano,

después de hablar culto un rato:

¿Quién de todos ha de ser

el que se atreva a poner

ese cascabel al gato?

2. Agua, ¿dónde vas?, de Federico García Lorca

Agua, ¿dónde vas?

Riendo voy por el río

a las orillas del mar.

Mar, ¿adónde vas?

Río arriba voy buscando

fuente donde descansar.

Chopo, y tú ¿qué harás?

No quiero decirte nada.

Yo…, ¡temblar!

¿Qué deseo, qué no deseo,

por el río y por la mar?

Cuatro pájaros sin rumbo

en el alto chopo están.

3. Mariposa del aire, de Federico García Lorca

Mariposa del aire,

¡Qué hermosa eres!

Mariposa del aire

dorada y verde.

Luz de candil,

Mariposa del aire,

¡quédate ahí, ahí, ahí!

No te quieres parar,

pararte no quieres.

Mariposa del aire

dorada y verde.

Luz de candil,

Mariposa del aire,

¡quédate ahí, ahí, ahí!

¡quédate ahí!

Mariposa, ¿estás ahí?

4. Canción de cuna del elefante, de Adriano del Valle

El elefante lloraba

porque no quería dormir…

Duerme elefantito mío,

que la luna te va a oír…

Papá elefante está cerca,

se oye en el Manglar su mugir;

Duerme elefantito mío,

que la luna te va a oír…

El elefante lloraba

y alzaba su trompa al viento…

parecía que en la luna

se limpiaba la nariz.

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Poemas cortos para niños - FreepikFreepik

5. El lagarto está llorando

El lagarto está llorando.

La lagarta está llorando.

El lagarto y la lagarta

con delantalitos blancos.

Han perdido sin querer

su anillo de desposados.

¡Ay, su anillito de plomo!

¡Ay, su anillito plomado!

Un cielo grande y sin gente

monta en su globo a los pájaros.

El sol, capitán redondo

lleva un chaleco de raso.

¡Miradlos qué viejos son!

¡Qué viejos son los lagartos!

¡Ay, cómo lloran y lloran!

¡Ay, ay, cómo están llorando!

6. Pegasos, lindos pegasos, de Antonio Machado

Pegasos, lindos pegasos,

caballitos de madera.

Yo conocí siendo niño,

la alegría de dar vueltas

sobre un corcel colorado,

en una noche de fiesta.

En el aire polvoriento

chispeaban las candelas,

y la noche azul ardía

toda sembrada de estrellas.

¡Alegrías infantiles

que cuestan una moneda

de cobre, lindos pegasos,

caballitos de madera!

7. Llega el invierno, de Marisol Perales

El señor invierno

se viste de blanco,

se pone el abrigo

porque está temblando.

Se va a la montaña,

se mete en el río,

y el parque y la calle

se llenan de frío.

Se encuentra a la lluvia

llorando, llorando,

y también al viento

que viene soplando.

¡Ven amigo sol!

Grita en el camino,

pero el sol no viene

porque se ha dormido.

8. La vaca estudiosa, de María Elena Walsh

Había una vez una vaca

en la Quebrada de Humahuaca.

Como era muy vieja,

muy vieja, estaba sorda de una oreja.

Y a pesar de que ya era abuela

un día quiso ir a la escuela.

Se puso unos zapatos rojos,

guantes de tul y un par de anteojos.

La vio la maestra asustada

y dijo: – Estas equivocada.

Y la vaca le respondió:

¿Por qué no puedo estudiar yo?

La vaca, vestida de blanco,

se acomodó en el primer banco.

Los chicos tirábamos tiza

y nos moríamos de risa.

La gente se fue muy curiosa

a ver a la vaca estudiosa.

La gente llegaba en camiones,

en bicicletas y en aviones.

Y como el bochinche aumentaba

en la escuela nadie estudiaba.

La vaca, de pie en un rincón,

rumiaba sola la lección.

Un día toditos los chicos

se convirtieron en borricos.

Y en ese lugar de Humahuaca

la única sabia fue la vaca.

9. De ola en ola, de Antonio García Teijeiro

De ola en ola,

de rama en rama,

el viento silba

cada mañana.

De sol a sol,

de luna a luna,

la madre mece,

mece la cuna.

Esté en la playa

o esté en el puerto,

la barca mía

la lleva el viento.

10. Las gaviotas, de Julián Alonso

Mira las gaviotas

Volando en el puerto

Con sus alas blancas

Abiertas al viento.

Parecen cometas

Parecen pañuelos

Son sábanas blancas

que van por el cielo.

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11. Abuelita, de Tomás Allende Iragorri

Quién subiera tan alto

como la luna

para ver las estrellas

una por una,

y elegir entre todas

la más bonita

para alumbrar el cuarto

de la abuelita.

12. El barquito de papel, de Amado Nervo

Con la mitad de un periódico

hice un barco de papel,

en la fuente de mi casa

le hice navegar muy bien.

Mi hermana con su abanico

sopla, y sopla sobre él.

¡Buen viaje, muy buen viaje,

barquichuelo de papel!

13. Pobre burro, de Gloria Fuertes

El burro nunca dejará de ser burro.

Porque el burro nunca va a la escuela.

El burro nunca llegará a ser caballo.

El burro nunca ganará carreras.

¿Qué culpa tiene el burro de ser burro?

En el pueblo del burro no hay escuela.

El burro se pasa la vida trabajando,

tirando de un carro,

sin pena ni gloria,

y los fines de semana

atado a la noria.

El burro no sabe leer,

pero tiene memoria.

El burro llega el último a la meta,

¡pero le cantan los poetas!

El burro duerme en cabaña de lona.

No llamar burro al burro,

llamarle “ayudante del hombre”

o llamarle persona.

14. Los sueños, de Antonio Machado

El hada más hermosa ha sonreído

al ver la lumbre de una estrella pálida,

que en hilo suave, blanco y silencioso

se enrosca al huso de su rubia hermana.

Y vuelve a sonreír porque en su rueca

el hilo de los campos se enmaraña.

Tras la tenue cortina de la alcoba

está el jardín envuelto en luz dorada.

La cuna, casi en sombra. El niño duerme.

Dos hadas laboriosas lo acompañan,

hilando de los sueños los sutiles

copos en ruecas de marfil y plata.

15. En un trozo de papel, de Antonio García Teijeiro

En un trozo de papel

con un simple lapicero

yo tracé una escalerita,

tachonada de luceros.

Hermosas estrellas de oro.

De plata no había ninguna.

Yo quería una escalera

para subir a la Luna.

Para a subir a la Luna

y secarle sus ojitos,

no me valen los luceros,

como humildes peldañitos.

¿Será porque son dorados

en un cielo azul añil?

Sólo sé que no me sirven

para llegar hasta allí.

Estrellitas y luceros,

pintados con mucho amor,

¡quiero subir a la Luna

y llenarla de color!

16. Todo está en su sitio, de Gloria Fuertes

Los lobos en el monte,

los pollitos en el corral,

los peces en el agua,

los barcos en el mar.

Ya todo está en su sitio,

ya todo en su lugar.

Los niños en la escuela

y los patos a volar.

17. Miedo, de Gabriela Mistral

Yo no quiero que a mi niña

golondrina me la vuelvan;

se hunde volando en el Cielo

y no baja hasta mi estera;

en el alero hace el nido

y mis manos no la peinan.

Yo no quiero que a mi niña

golondrina me la vuelvan.

Yo no quiero que a mi niña

la vayan a hacer princesa.

Con zapatitos de oro

¿cómo juega en las praderas?

Y cuando llegue la noche

a mi lado no se acuesta…

Yo no quiero que a mi niña

la vayan a hacer princesa.

Y menos quiero que un día

me la vayan a hacer reina.

La subirían al trono

a donde mis pies no llegan.

Cuando viniese la noche

yo no podría mecerla…

¡Yo no quiero que a mi niña

me la vayan a hacer reina!

18. Un desfile numeral, de Carlos Reviejo

Con este desfile

terminamos ya.

Marchando, deprisa,

los números se van.

Primero va el Uno,

que es el general,

porque de los números

es el mandamás.

El Dos es un cabo,

y el Tres, capitán.

El Cuatro y el Cinco

desfilan detrás.

El Seis con el Siete

no paran de hablar.

El Ocho está cojo

y no puede andar.

El Nueve les dice:

– !Más formalidad!

Y el Cero, enfadado,

rodando se va.

19. La merienda, de Ana María Romero Yebra

Hoy vienen mis amigos

a merendar

bizcocho y chocolate

que hace mamá.

Luego, sobre la alfombra,

nos cuenta un cuento.

No hay en toda la tarde

mejor momento.

Hoy es de una princesa

que está encantada.

Mientras tanto, la tele,

sigue apagada.

20. La escuela, de Eduardo Soler Fiérrez

Clases de pequeños,

clases de mayores,

pupitres y sillas,

pizarras y flores,

libros y cuadernos,

tizas, borradores,

lápices y gomas

de muchos colores.

Tiene un patio grande,

jardín, corredores,

y niños y niñas

con sus profesores.

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