Educación

Alabanzas y elogios: ¡el exceso también puede perjudicar al niño!

Las alabanzas y los elogios, si bien son positivos en la mayoría de los casos, también pueden resultar perjudiciales en exceso

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Beneficios elogios ninos
Nuria Capdevila

Nuria CapdevilaMaestra y pedagoga

Los elogios y las alabanzas constituyen uno de los refuerzos positivos más empleados en la educación de los niños. De hecho, son la primera línea de acción cuando se trata de reforzar una conducta o bien cuando se quiere priorizar una conducta determinada por encima de otra. Sin embargo, estos deben ser justos y equilibrados, pues pueden llegar a tener sus efectos negativos en la personalidad de los niños. Entonces, ¿cómo podemos aplicar los elogios y las alabanzas correctamente?

Beneficios e inconvenientes de los elogios y alabanzas

Los beneficios de los elogios son muchos, ya que ofrecen una sensación de bienestar a los pequeños, además que les ayuda a reforzar su autoestima. Cuando los niños se dan cuenta de que pueden hacer aquello que se proponen y que los papás y mamás lo han visto, se genera una sensación de bienestar que les motiva a seguir actuando positivamente. Además de una mejora en la confianza, los elogios también son vitales para el buen funcionamiento de la familia y a la hora de establecer vínculos afectivos sanos.

Sin embargo, todos estos beneficios de los elogios pueden verse minimizados cuando estos se usan en exceso, ya que pierden su fuerza con el tiempo. Cuando un niño es alabado constantemente, pierde la “necesidad” de estos elogios, lo que deja a los padres sin una de las mejores herramientas en cuanto al refuerzo positivo. Además, cuando las alabanzas son constantes y desmedidas, los niños pueden desarrollar una extrema sensación de seguridad, así como a depender en exceso de los cumplidos externos.

Encontrar un término medio: ¿es posible?

Como sucede con todo, encontrar un término medio en cuanto a los elogios que dedicamos a nuestros hijos es posible.

Autorrefuerzo

Para poder encontrar un equilibrio, lo primero es ayudar al niño a encontrar maneras de reforzarse a sí mismo. De este modo, dependerá mucho menos de las alabanzas de los adultos y se potenciará la autonomía del niño. Enseñar a los niños a reconocer sus fortalezas y debilidades es, pues, una buena manera de conseguir este autorrefuerzo.

Los refuerzos externos deben estar justificados

Elogiar a los niños debe reforzarse con comportamientos, de manera que el valor se le dé a la acción en vez de al elogio en sí mismo. Así, además de alabar al niño por sus logros, los padres podemos potenciar este comportamiento buscando la manera en la que el niño lo pueda interiorizar y repetir este comportamiento hasta el punto en el que será un hábito que no requerirá de estas muestras de aprobación.

Los logros y el proceso son más importantes

Vinculado al punto anterior, los logros de los niños y el esfuerzo que han puesto en el progreso es lo más importante. Por ello, además de elogiar al niño cuando ha conseguido algo, se le debe hacer consciente del esfuerzo que ha hecho. Así, podemos elogiar a un niño por un comportamiento determinado, pero seguidamente deberemos poner el foco en su fuerza de voluntad, en su capacidad de gestionar las emociones, etc.

Seleccionar las conductas merecedoras de los elogios

Si siempre elogiamos al niño, como hemos dicho, este refuerzo perderá su eficacia. Por este motivo, hay conductas que no deberían ser elogiadas: debemos seleccionar cuáles de ellas son merecedoras de estas cálidas palabras.

La mejor manera de decidir qué conductas vamos a elogiar es separando lo que consideramos fundamental para la educación del niño y lo que no. Por ejemplo, podemos elogiar que haya hecho los deberes correctamente y el esfuerzo que ha puesto en ello, pero no alabarle porque haya ayudado a poner la mesa para la cena. En cualquiera de los casos, la elección de las conductas merecedoras de esta atención especial debe realizarse en familia.

Beneficios e inconvenientes refuerzo positivo

Refuerzo intermitente: el gran aliado del equilibrio

Los refuerzos que se dan a los niños deben ser diarios cuando se empieza a modificar o instaurar una conducta. Sin embargo, estos refuerzos no pueden sostenerse a lo largo del tiempo. Por este motivo, resulta relevante espaciar los elogios a medida que el niño repite la conducta que se quería reforzar y la va interiorizando hasta convertirla en un hábito. En este punto, el elogio debe acabar y se debe destinar a otra conducta nueva que se quiera reforzar.

Los elogios solo para las tareas completadas

Por último, resulta fundamental remarcar que los elogios, como cualquier refuerzo positivo que queramos emplear en la educación de nuestros hijos, solo puede darse cuando una conducta o tarea se ha llevado a cabo completamente. Es decir, no se puede elogiar a un niño por haber cumplido solo la mitad de lo que se le pidió en un principio. Eso no quiere decir que no se reconozca el esfuerzo que haya hecho, sino que los elogios y las alabanzas deberán ser proporcionales.

La familia: el pilar central de la educación infantil

A la hora de educar a un niño, la familia cumple uno de los papeles más relevantes junto a las escuelas. Por ello, los elogios y las alabanzas que se usen deben estar enfocados a las mismas conductas. Así mismo, resulta valioso establecer un clima de confianza en el que la comunicación sea fluida y se puedan dar las instrucciones al niño de la forma más clara y eficiente.

Los elogios y las alabanzas son unos de los refuerzos positivos más empleados y es que, no en vano, son los más apreciados por los pequeños. Pese a ser pequeñas muestras de afecto, para ellos significan todo un mundo. Pero, al utilizarlos en exceso, podemos conseguir el efecto contrario: que los niños pierdan el interés en ellos. Evitar esta pérdida es fácil si se espacian los refuerzos y solo se dan en casos muy concretos.

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