Educación

¿Cómo no convertirte en una madre o padre manipulador?

Evitar ser un padre o madre manipulador: Claves para criar hijos independientes y seguros

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padres manipuladores
Jennifer Delgado

Jennifer DelgadoEducadora, psicóloga y psicopedagoga

Tener un hijo es uno de los regalos más maravillosos que puede recibir una madre o un padre. Sin embargo, no siempre es sencillo expresar el amor maternal o paternal de manera asertiva. A veces es fácil caer en la sobreprotección, el exceso de control o, incluso, la manipulación. De hecho, convertirse en una madre o un padre manipulador es mucho más común de lo que pensamos. Ya sea porque así fue como les educaron sus padres, porque son demasiado aprensivos o porque temen perder a sus hijos y se aferran a ellos con uñas y dientes, manipular consciente o inconscientemente a los hijos es una estrategia que utilizan muchos progenitores para controlarlos y tener el poder sobre ellos.

Sin embargo, la crianza infantil no solo debe basarse en el cuidado y la protección, sino también en el cariño y el afecto, así como en educar a niños independientes y maduros. Por tanto, cuando se manipulan a los niños para que se mantengan bajo el control de sus padres no solo se les está coartando su libertad y autenticidad, sino que se les impide convertirse en personas autónomas y seguras de sí mismas. Por eso, es importante aprender a identificar las señales que delatan a los padres manipuladores y ponerles coto cuanto antes para evitar las enormes consecuencias psicológicas que tiene esta actitud en los niños.

¿Cómo son los padres manipuladores? Las señales que los delatan

Los padres manipuladores o padres controladores, como también se les conoce, son aquellos que se preocupan excesivamente por sus hijos hasta el punto de ejercer un control absoluto sobre sus vidas. A menudo recurren a diversas estrategias de manipulación emocional dirigidas a socavar la autoestima y libertad de decisión de sus hijos para poder ejercer control sobre ellos y, así sentirse seguros de retener su amor y velar por su protección. Se trata de padres que solo se sienten tranquilos y felices cuando saben dónde están sus hijos y lo que hacen, cuando toman las decisiones que ellos quieren y atienden sus reclamos sin rechistar. ¿Cómo reconocerlos en la práctica?

Todo gira en torno a sus emociones

Cuando los padres manipuladores están felices se muestran alegres, abiertos y cercanos. En cambio, cuando están enfadados el ambiente se torna incómodo y tenso. Sus emociones suelen teñir el entorno en casa y en la relación con sus hijos y marcan el paso en todo momento.

Anteponen sus necesidades a la libertad de sus hijos

Los padres manipuladores adoran a sus hijos, pero siempre que estos hagan lo que ellos quieren y satisfagan sus necesidades. Suelen anteponer sus deseos y expectativas a la libertad de sus hijos para elegir su futuro y tomar sus propias decisiones.

Recurren al afecto como medio de manipulación

Cómo me respondes así con todo lo que yo te quiero” o “Cómo puedes tomar esa decisión con todo lo que he hecho por ti” son algunas de las frases habituales de los padres manipuladores que usan el afecto como recurso para manipular a sus hijos. De esta manera, pretenden hacerles sentir culpables para conseguir su propósito.

Tratan de apartar a sus hijos de los demás

Otro de los rasgos comunes de los padres manipuladores consiste en menoscabar las relaciones que sus hijos tienen con otras personas de su entorno. No quieren que amigos u otros familiares compitan con su cariño o les convenzan de hacer cosas que no aprueban, de manera que prefieren que estén solos para poder tener el control absoluto. 

Intentan tener siempre el control

Haz lo que quieras, pero yo creo que lo mejor es…” o “Deberías hacerlo como te digo” son otras de las frases que distinguen a los padres manipuladores que quieren tener el control en todo momento, ya sea de forma intencionada o manipulada. Quieren tener el control sobre sus hijos y tomar las decisiones por ellos.

5 consecuencias para los niños de tener unos padres manipuladores

El daño de crecer con unos padres manipuladores no se reduce a la infancia como muchos piensan, sino que acompañan a estos niños durante toda la vida. De hecho, es habitual que los padres manipuladores lo sigan siendo incluso cuando sus hijos tienen 30, 40 o 50 años y sigan controlando sus vidas recurriendo a técnicas de manipulación emocional más trabajadas. Sin embargo, de lo que no son conscientes es que esa actitud manipuladora puede tener consecuencias devastadoras para el desarrollo de sus hijos a corto y largo plazo ya que: 

1. Les impide tomar sus propias decisiones

Crecer con unos padres que tienen el control y toman todas las decisiones puede fomentar la inseguridad en los niños. De esta manera, cuando crecen y se convierten en adultos son incapaces de tomar sus propias decisiones porque nunca aprendieron a hacerlo, de forma que permitan que sean los demás o el curso de los acontecimientos los que decidan por ellos. El problema es que al no tomar sus propias decisiones terminan viviendo la vida que quieren los demás, en lugar de la que ellos desean.

2. Hace que no se sientan dignos de ser amados

Cuando los niños crecen con unos padres manipuladores aprenden que el amor y el afecto están sujetos a condiciones y que, salvo que las cumplan, no serán dignos de ser amados. Esto hace que desarrollen una idea equivocada sobre las relaciones basadas en el cariño, de manera que no solo les cuesta establecer vínculos duraderos y profundos porque piensan que no serán reales, sino que, además, no se creen merecedores del cariño ajeno.

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3. Los anima a buscar siempre una validación externa

La mayoría de las personas necesitan a veces la validación de quienes les rodean para reforzar su imagen y las decisiones que toman. Sin embargo, cuando se crece con unos padres manipuladores esa necesidad de validación externa es constante. Los hijos de padres manipuladores crecen y se convierten en personas inseguras que necesitan contar con el visto bueno de las personas de su entorno para reforzar su autoestima y autoconcepto.

4. Afecta su desarrollo y expresión emocional

Uno de los rasgos de los padres manipuladores es que suelen anteponer sus necesidades emocionales a las de sus hijos, de ahí que no sea extraño que vean relegados sus sentimientos y coartada su libertad para expresar lo que sienten. De esta manera, cuando se convierten en adultos les cuesta mostrar sus emociones de manera asertiva básicamente porque nunca aprendieron a hacerlo. Esto no solo puede afectar su relación con las personas de su entorno, sino también hacerles cargar con un gran peso emocional que puede derivar en alteraciones como la ansiedad, la depresión o la falta de empatía. 

5. Los exhorta a replicar ese comportamiento

Los patrones de conducta también se aprenden. De manera que cuando los hijos crecen con unos padres manipuladores que les intentan controlar en todo momento es habitual que repliquen este comportamiento en sus relaciones futuras. De ahí que es probable que puedan convertirse en padres, parejas o amigos manipuladores que reproducen las mismas dinámicas y técnicas que usaban sus progenitores.

¿Qué puedes hacer para no ser una madre o padre manipulador?

Dejar de manipular y controlar a los niños y brindarles la libertad, la confianza e independencia que necesitan para crecer siendo auténticos es posible. Lo primero consiste en detectar y reconocer el problema, asumiendo que tienes actitudes o comportamientos manipuladores que coartan a tus hijos. Entonces, estarás preparada/o para poner en práctica algunas claves para dejar de controlar demasiado a los niños.

  • Permite que tus hijos tomen sus propias decisiones o, al menos, que participen en ellas.
  • Dales a los niños libertad para que puedan hacer las cosas que desean.
  • Anima a tus hijos a expresar sus emociones y sentimientos de manera asertiva.
  • Motiva a los niños a relacionarse con las personas de su entorno y crear vínculos de confianza.
  • Ten en cuenta las necesidades de tus hijos, como mismo tienes en cuenta las tuyas.
  • Evita sobreproteger a los niños. Ellos deben aprender a seguir su propio camino.
  • No condiciones tu amor y cariño. Ama a tus hijos incondicionalmente.

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