Educación

Los beneficios de la música clásica para niños

Las 3 piezas de música clásica más beneficiosas para los niños

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Música clásica para niños
Jennifer Delgado

Jennifer DelgadoEducadora, psicóloga y psicopedagoga

“La música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo”, dijo Platón. El filósofo griego no andaba desacertado. La música calma las penas, nos anima y acompaña en los peores momentos. Sin embargo, en el caso de los niños la música cobra un protagonismo especial porque puede estimular su desarrollo. Y si bien es cierto que no todos los niños se convertirán en músicos, todos pueden beneficiarse de la música clásica.

La música clásica tiene un efecto calmante

La música clásica, en sentido general, tiene un efecto calmante. No es casual que muchos obstetras recomienden a las embarazadas escuchar música clásica e incluso ponérsela a sus bebés. De hecho, los niños suelen conciliar el sueño más rápido y duermen de manera más profunda cuando escuchan música clásica.

En este sentido, un experimento realizado en la Universidad de Ciencias de la Salud de Bethesda con adultos reveló que quienes escucharon música clásica mostraron una reducción de la excitación fisiológica y la frecuencia cardíaca después de haberse expuesto a una situación estresante, lo cual sugiere que la música ejerce un poderoso efecto calmante.

La capacidad para escuchar música depende de una serie de fases o pasos que convierten las ondas sonoras que llegan al oído en señales eléctricas en el cerebro. Cuando el cerebro va interpretando esos sonidos, en el cuerpo se desencadenan diferentes efectos físicos, algunos de los cuales mejoran la calidad del sueño.

La música, por ejemplo, disminuye los niveles de cortisol, la hormona del estrés, como comprobó una investigación llevada a cabo en la Universidad de Leipzig. Al reducir la tensión y la ansiedad, los niños pueden sentirse más cómodos y relajados, lo cual facilita el sueño. Además, la música actúa sobre el sistema nervioso autónomo, que es el encargado de controlar procesos automáticos como la respiración y los latidos del corazón.

En práctica, la música clásica calma el sistema nervioso autónomo provocando una respiración más lenta y uniforme, una frecuencia cardíaca más baja y una presión arterial reducida. Todo eso hace que tanto los bebés como los niños o los adultos se sientan tranquilos y puedan dormir mejor.

La música de Mozart, alimento para el cerebro

La música clásica en la infancia no solo tiene un efecto calmante, también es beneficiosa para el desarrollo cognitivo. Los niños expuestos a obras de Beethoven y Mozart, por ejemplo, tienen más probabilidades de apreciar una gama más amplia de géneros musicales en años posteriores gracias a que han desarrollado más la atención y la concentración. La música clásica también mejora sus habilidades sociales, comunicativas y de escucha activa.

En 1993, la psicóloga Frances Rauscher fue un paso más allá e hizo referencia por primera vez al “efecto Mozart”, según el cual exponer a los bebés a música clásica aumenta su inteligencia. Esta idea surgió de un estudio en el que los estudiantes que escucharon música clásica (específicamente la sonata para dos pianos (K448) de Mozart) durante 10 minutos antes de solucionar un problema de razonamiento espacial alcanzaron mejores resultados. Específicamente, se constató un aumento medio de su CI espacial de 8 y 9 puntos.

Sin embargo, el simple hecho de escuchar música clásica pasivamente no es tan beneficioso como enseñar a un niño a tocar un instrumento, aunque no vaya a convertirse en músico. Un estudio realizado cuatro años después en la Universidad de Wisconsin por estos mismos investigadores reveló que los niños en edad preescolar de 3 a 4 años que recibieron lecciones de piano durante seis meses, periodo al final del cual eran capaces de interpretar melodías sencillas de Beethoven y Mozart, se desempeñaron un 30% mejor en las pruebas de razonamiento espacio-temporal en comparación con aquellos que recibieron lecciones de computación durante 6 meses.

Otra investigación más reciente llevada a cabo en la Universidad de Washington comprobó que los bebés de 9 meses que realizaban ejercicios musicales a modo de juego con sus padres comprendían mejor el ritmo del habla gracias a la música. De hecho, la música es un poderoso canal de comunicación que promueve las competencias comunicativas desde una edad temprana.

Música clásica

¿Cualquier tipo de música es beneficiosa para los niños?

Toda la música no es igual. Para lograr un estado de relajación que actúe a nivel del sistema nervioso autónomo, por ejemplo, lo ideal es que se encuentre entre 60-80 BPM. El tempo, o la velocidad a la que se reproduce la música, se suele medir en la cantidad de latidos por minuto (BPM).

Dado que la frecuencia cardíaca en reposo normal oscila entre 60 y 100 BPM, lo ideal es que la música esté ligeramente por debajo pues se piensa que nuestro cuerpo podría sincronizarse con la misma. Para tener una idea, géneros como el techno tienen un tempo de entre 120 y 140 BPM.

Por otra parte, los investigadores también han comparado diferentes obras clásicas y su efecto en los niños. Sus conclusiones indican que toda la música clásica no brinda los mismos beneficios.

Tras analizar piezas de Mozart, Bach, Chopin y otros 55 compositores, descubrieron que solo la música de Mozart y Bach tenía un alto grado de periodicidad a largo plazo, especialmente dentro del rango de 10 a 60 segundos.

La periodicidad consiste en formas de ondas que se repiten regularmente, pero espaciadas. Por tanto, concluyeron que “la música con un alto grado de periodicidad a largo plazo, ya sea de Mozart u otros compositores, puede resonar dentro del cerebro para disminuir su actividad y mejorar el rendimiento espacio-temporal”.

No obstante, en sentido general, exponer a los niños a diferentes compositores y géneros musicales puede ampliar su interés por la música. Aunque si el objetivo de los padres es estimular sus funciones cognitivas, lo ideal es introducir al niño en la enseñanza de la música desde una edad temprana, siempre de manera lúdica.

En este sentido, los mejores instrumentos son el piano, la flauta o el violín ya que mejoran la capacidad de los niños para detectar errores y corregirlos rápidamente, además de fomentar la agilidad mental, la memoria y la autodisciplina.

Estos son los temas de música clásica que pueden ser más beneficiosos para el desarrollo infantil, avalados por la ciencia:

Sonata para dos pianos, K. 448 de Mozart

Concierto para piano No. 23 de Mozart

Acroyali / Standing In Motion de Yanni

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  • Jenkins, J. S. (2001) The Mozart effect. J R Soc Med; 94(4): 170–172.
  • Scheufele, P. M. (2000) Effects of Progressive Relaxation and Classical Music on Measurements of Attention, Relaxation, and Stress Responses. Journal of Behavioral Medicine; 207–228.
  • Rauscher, F. H. (1997) Music training causes long-term enhancement of preschool children’s spatial-temporal reasoning. Neurol Res; 19(1): 2-8.
  • Rauscher, F. H. et. Al. (1993) Music and spatial task performance. Nature; 365(6447): 611.

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