Educación

5 líneas rojas en la educación infantil: lo que nunca deberíamos hacer

La educación de nuestros hijos puede ser complicada en algunos momentos; sin embargo, hay ciertas líneas rojas que nunca se deberían cruzar

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Nuria Capdevila

Nuria CapdevilaMaestra y pedagoga

Educar a nuestros hijos no es nada fácil: hay momentos de diversión, de amor, de complicidad. Pero, también hay momentos en los que nos enfadamos, perdemos los nervios y decimos cosas que nunca hubiéramos pensado poder decir. El estrés y los nervios nos pueden llevar a situaciones extremas, de las que luego nos arrepentimos, pero de las que no hay vuelta atrás. Pese a que no debemos ser perfectos a la hora de criar a nuestros hijos, sí hay unas líneas rojas que nunca deberíamos cruzar.

Líneas rojas en la educación infantil: ¿qué son y cómo afectan a la relación con los hijos?

Se entiende por línea roja aquel punto al que se llega y del que no hay retorno posible; es decir, a poco que sea el daño causado por un comportamiento es irreparable. Así, con este tipo de actuaciones, lo único que conseguimos es que el vínculo emocional que hay entre nosotros y nuestros hijos se vaya debilitando, siendo imposible volver a recuperarlo por completo. Del mismo modo, estos comportamientos marcan gravemente la personalidad de nuestros hijos, impidiendo que desarrollen una buena autoestima y confianza en ellos mismos.

Cuando hablamos de líneas rojas en la educación infantil, pues, estamos hablando de un amplio abanico de comportamientos que dañan a nuestros hijos en mayor o menor medida. No todas las líneas rojas son igual de intensas ni causan las mismas consecuencias. Así, algunas de las más peligrosas y, por ende, las que debemos evitar a toda costa son las siguientes:

1. Castigo físico

Por mucho que se intente justificar, el castigo físico no deja de ser violencia física contra nuestros hijos y no tiene nada de pedagógico. Al golpear a nuestros hijos, por muy leve que lo hagamos, desencadenamos en su cerebro una reacción de frustración y defensa, lo cual se traduce en un debilitamiento en la autoestima del niño. Así mismo, esta “acción” genera sentimientos de rabia y rencor, lo que propicia un alejamiento entre padres e hijos.

2. Insultos

Los insultos, al igual que las etiquetas, son otro de los comportamientos que se deben evitar, pues acaban rompiendo la confianza entre padres e hijos. Así mismo, los padres perdemos autoridad y el respeto de nuestros hijos cada vez que les hacemos sentir inferiores o incapaces de hacer algo. Del mismo modo, no hay que olvidar que el niño interiorizará este sentimiento de incapacidad o desprecio, por lo que la confianza en sí mismo también ser verá debilitada.

3. Culpar a los niños de todo

Culpar a los niños de todo cuanto sucede es una línea que nos aleja muchísimo de ellos, pues se ven como el centro de todos los problemas que se viven en la familia. Estamos poniendo una “carga” muy pesada en sus hombros y no les corresponde: “todo lo malo que nos sucede es tu culpa”, “si nos peleamos es porque has hecho esto o aquello”. Esta responsabilidad tan extrema nunca debe recaer en los niños. Además, si lo paramos a pensar fríamente: ¿Quiénes son los adultos con madurez suficiente para evitar ciertas situaciones?

4. Chantajes

Los chantajes no deben emplearse para conseguir que los niños hagan, o no hagan, algo. Las conductas positivas se deben reforzar con premios, cierto. Y, las negativas, deben carecer de refuerzo para que se vayan eliminando. Sin embargo, ninguna técnica de modificación de conducta incluye los chantajes como parte de esta. De hecho, siempre se remarca la necesidad de ofrecer al niño la recompensa tan pronto como haya llevado a cabo la conducta que hayamos decidido reforzar. Chantajear al niño solo le llevará a perder la confianza en nosotros, a la vez que nos perderá el respeto: nos será muy difícil que los niños nos vean, de nuevo, como modelos de conducta.

5. Promesas no cumplidas

Vinculado al punto anterior, las promesas no cumplidas también hacen que nuestros hijos dejen de creer en nosotros. Nunca debemos prometer algo a un niño si no lo podemos cumplir. Nuestros hijos nos tienen como única referencia y modelo, y cuando no cumplimos con algo que les hemos prometido, se les rompe el corazón. Una sensación de desolación les invade y, con ello, no hace falta decir que ya no nos verán nunca del mismo modo.

Consecuencias familiares cruzar lineas rojas

Consecuencias familiares de cruzar las líneas rojas

Además de generar una sensación de vacío en los niños, estas líneas rojas también afectan a su desarrollo cognitivo, debilitando su autoestima y confianza en ellos mismos. Sin embargo, las consecuencias van más allá: somos ejemplos y, nos guste o no, nuestros hijos copiarán nuestro comportamiento. Así, a medida que irán creciendo podremos identificar en ellos ciertas conductas que vamos a querer corregir, como las mentiras, los insultos, las agresiones, etc., y nos será muy complicado hacerlo, pues lo habrán interiorizado como conductas “ejemplares o justificables”.

¿Podemos reconducir una situación?

Si nos damos cuenta de que, sin querer, hemos cruzado una de estas líneas, debemos dar por seguro de que la confianza y admiración de nuestro hijo hacia nuestra persona se habrá debilitado ya un poco. Si queremos reparar el daño, debemos actuar de inmediato y evitar repetir esta conducta. Y, ¿cómo reparamos el daño? Pues haciendo lo mismo que les pediríamos a ellos: admitir que nos hemos equivocado y pedir perdón con sinceridad. Y, no hace falta mencionar que esta conducta no debería repetirse nunca más o estaríamos entrando en un bucle tóxico para todos los miembros de la familia.

Las líneas rojas en la educación infantil no solamente debilitan y destruyen vínculos afectivos, sino que también “enseñan” a nuestros hijos que hay situaciones en las que “están permitidos” ciertos comportamientos. Así, a medida que irán creciendo, irán interiorizando estas conductas que nosotros mismos les hemos mostrado, usándolas cada vez que lo crean necesario para conseguir sus fines. Con ello, solo les estaremos empujando a tener malas relaciones con los compañeros, falta de confianza en nosotros y aislamiento social en la mayoría de las ocasiones.

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