Educación

Por qué los niños japoneses nunca tienen rabietas

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niños japoneses rabietas
Mª José Roldán

Mª José RoldánMaestra y Psicopedagoga

¿Alguna vez has escuchado que los niños japoneses nunca tienen rabietas y siempre obedecen? En nuestra cultura parece difícil de creer, por eso, es importante que tengamos en cuenta algunos aspectos al respecto.

En la cultura japonesa suelen tener mucho control en las emociones y no lo pierden en situaciones difíciles y tienen un gran respeto hacia los demás. Pero lo que más impresiona en su cultura es la gran capacidad de trabajo y cómo los niños se comportan tan perfectamente en las aulas y en los hogares, ¿cómo puede ser?

Autocontrol

Los niños japoneses suelen tener un comportamiento correcto, con buenos modales y no tienen rabietas ni pierden el control. Parece que tienen bien controlada la tolerancia a la frustración, ¡y en Occidente eso nos parece increíble!

En una sociedad como la nuestra, nos resulta difícil de creer que ellos hayan conseguido una sociedad donde el autocontrol, la templanza y el respeto sea lo más importante todo el tiempo y a cualquier edad.

¿Tienen buenos métodos de crianza o actúan a través del miedo? Te lo contamos…

La familia japonesa

Las familias japonesas tienen una relación muy estrecha entre todos los miembros de la misma, dando mucho valor a la relación entre generaciones. El vínculo está lleno de cariño y a los ancianos se les respeta por encima de cualquier cosa porque se les considera seres sabios gracias a toda su experiencia acumulada a través de su larga vida.

Por otra parte, los ancianos reciben a los niños y jóvenes siempre con afecto porque les consideran seres en desarrollo que deben aprender por lo que tienen paciencia con ellos a todas horas. Se convierten en sus guías.

Pero además de tener todo esto en cuenta, las familias y la sociedad japonesa en general tienen muy claro que los límites son necesarios. Por ejemplo, ellos no buscan en las relaciones intercambios de favores, cada uno es responsable de su vida y los abuelos no se encargarán nunca de los nietos para hacerles un favor a los padres (ya sea por falta de tiempo, por querer tiempo libre o incluso por estar enfermo).

En las familias y en la sociedad, cada uno tiene su lugar y debe cumplir con sus responsabilidades. Responsabilidades que están bien marcadas y que además, todos deben cumplir para que se encuentre el equilibrio social y familiar todo el tiempo.

familia japonesa respeto

Crianza y sensibilidad

Igual te sorprendas al saber que la crianza de las familias japonesas no está marcada por el miedo ni los límites autoritarios… Sino más bien, por el respeto mutuo y la sensibilidad. Los gritos nunca serán aprobados entre las relaciones y por eso, se centran en el respeto entre todos, respetando al mismo tiempo la sensibilidad que se pueda tener en diversos momentos.

Los padres solo tienen que, a través de la mirada, desaprobar un comportamiento para que el niño se dé cuenta de que no ha hecho bien y que debe rectificar su comportamiento. Pueden usar palabras para dar más énfasis al comportamiento y remarcarlo, pero siempre desde el respeto y sin alzar la voz. Por ejemplo, pueden usar frases del tipo: “le has hecho daño”. Intentan remarcar cómo un mal comportamiento causa daño de algún modo… y por eso no debe repetirse.

Gracias a que los niños desde pequeños aprenden a sensibilizarse con todo lo que tienen a su alrededor, interiorizan más rápido lo que es el respeto mutuo.

crianza japonesa

Lo que nunca puede faltar

Lo que nunca puede faltar en una familia japonesa es tiempo de calidad entre todos sus miembros. Los padres se esfuerzan en buscar entre todas sus responsabilidades tiempo de calidad para sus hijos. Priorizan eso ante cualquier otra cosa.

Aunque desde Occidente parece que su crianza es distante, en realidad es todo lo contrario. Se involucran en crear vínculos afectivos estrechos con sus hijos. De hecho, desde su cultura no comprenden cómo se puede maltratar a los niños o tan solo gritarles.

Cuando una mujer japonesa es madre, lleva a sus hijos a todas partes con ella y no le lleva a la escuela hasta los 3 años. Esto es así para generar vínculos más profundos entre madre e hijos. Además, fomentan la comunicación entre los miembros familiares. Se cuentan historias familiares entre generaciones que aportan un gran sentido de identidad a los niños, y también se valora la compañía familiar y el aprender a escuchar las palabras de los demás.

Por todo esto, es muy complicado que un niño japonés tenga rabietas, porque ellos llevan milenios de ventaja en cuanto a la crianza desde el respeto y el amor profundo, así como el respeto hacia los mayores y a todo lo que concierne a la vida familiar.

Entienden que las explosiones emocionales no son necesarias, aunque nosotros, en Occidente, las vemos esenciales para poder entender las emociones, darles nombre y saber que son imprescindibles para la vida y para el entendimiento de la misma.

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