Familia

Cómo lidiar con ese momento en el que te conviertes en “padre” de tus padres

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Padres de nuestros padres
Jennifer Delgado

Jennifer DelgadoEducadora, psicóloga y psicopedagoga

Todos hemos crecido desempeñando el rol de hijos. Hemos llegado a la adultez sintiéndonos amados, protegidos y mimados por los padres que nos dieron la vida y que han estado a nuestro lado cuando más los hemos necesitado. Hemos emprendido nuestro camino de su mano, nos han dado lo mejor que tenían y nos han enseñado todo lo que sabían para ayudarnos a ser personas autónomas e independientes. Sin embargo, llega un momento en el que el ciclo empieza a cerrarse y, desde nuestro rol de hijos, debemos enfrentarnos a la difícil misión de convertirnos en “padres” de nuestros padres.

De hijos a “padres” de nuestros padres

Llega un momento en la vida en el que todo cambia y esos brazos fuertes que antes nos acunaban, nos sostenían mientras dábamos nuestros primeros pasos y evitaban que cayéramos al suelo empiezan a temblar. Un momento en el que las miradas que nos protegían y eran fuente de confianza adquieren un matiz vacío, temeroso y confuso, y en el que la voz que antes nos decía que todo estaría bien y nos animaba a continuar adelante se torna tibia y débil. Lo queramos o no, llega un momento en el que esas personas que hacían lo inimaginable para que comiéramos, ahora necesitan que les cortemos la comida para que puedan llevársela a la boca.

Así, sin darnos cuenta, esas piernas que nos sostuvieron tantas veces ya no son capaces de valerse por sí solas y necesitan de nuestra ayuda para subir las escaleras y dar sus propios pasos. Esas manos que tantas veces nos ayudaron a bañarnos y recrearon para nosotros los mejores escenarios en la bañera, ahora necesitan que seamos nosotros quienes les ayudemos a asearse. Y esa mente en la que tomaban forma historias divertidas y de la que salían todo tipo de explicaciones, hoy necesita que le recordemos qué día es o cómo usar el mando de la tele.

Llega un momento en el que pasamos de ser cuidados a convertirnos en cuidadores. Un momento en el que la ecuación se invierte y debemos empezar a cuidar de quienes antes velaban por nosotros. Lo peor es que no estamos preparados para ello y cuando ese momento se acerca y nos toma por sorpresa, nos invade una profunda tristeza porque somos conscientes de que empezar a cuidar de ellos también significa comenzar a decir adiós.

Sin embargo, en realidad debemos entender que esta etapa también forma parte de la vida, que no es más que el cierre de un ciclo en el que les devolvemos a nuestros padres todo lo que ellos nos dieron mientras crecíamos. Una oportunidad para disfrutar de ellos intensamente y crear bonitos recuerdos que luego nos acompañarán durante el resto de nuestra vida.

cuidar padres ancianos

¿Cómo afrontar la difícil misión de ser “padre” de tus padres?

Encontrar un equilibrio saludable al cuidar de nuestros padres no es fácil. Es muy sencillo caer en el papel de hijos sobreprotectores e hipotecar nuestras vidas para cuidar de nuestros progenitores o, en caso contrario, tomar distancia emocional y negarnos a asumir que necesitan de nosotros. Sin embargo, es posible aprender a estar a su lado y acompañarlos en esa etapa de la vida de manera amorosa e incondicional. ¿Cómo?

1. Ármate de paciencia

A medida que se hacen mayores, es normal que nuestros padres tarden más en vestirse, se vuelvan más torpes con las tareas de casa y olviden lo que tienen que hacer. También es probable que pierdan sus pertenencias de vez en cuando, que insistan en hacer actividades para las que ya no están capacitados o que tengan dificultades para gestionar cosas por sí solos. En estos casos, tendremos que armarnos de mucha paciencia, recordando los tiempos en los que éramos pequeños y eran ellos quienes cuidaban de nosotros con calma.

2. Echa a volar la creatividad

Cuidar a nuestros padres no es una tarea sencilla, sobre todo cuando comienzan a perder sus facultades. Sin embargo, dar rienda suelta a nuestra imaginación y creatividad, como hacían ellos con nosotros cuando éramos niños, puede ayudarnos a encontrar estrategias para afrontar mejor su cuidado y crear bonitos recuerdos. Inventar excusas para organizar encuentros o crear un sistema para que puedan gestionar sus pérdidas de memoria con mayor facilidad pueden ser un buen recurso para enfrentarnos a esta etapa.

3. Aprende el arte de poner límites

A veces nuestros padres pueden convertirse en personas muy demandantes, sobre todo a medida que envejecen, ya sea porque exigen mucha atención, cuidados o simplemente, compañía. Y está bien “ceder” a sus demandas y atender a sus necesidades para que se sientan mejor. Sin embargo, también es importante aprender a poner límites y a diferenciar cuándo sus demandas son realmente importantes y cuándo no. Esto no solo nos permitirá mantener una relación sana, sino que evitará que hipotequemos nuestra vida en su cuidado y nos convirtamos en personas malhumoradas y al borde del colapso nervioso.

Cuidar de nuestros padres

4. Regula las emociones

Estar al cuidado de nuestros padres puede convertirse en una auténtica montaña rusa emocional, lo que puede poner nuestra vida patas arriba. Por tanto, si no quieres que las emociones empiecen a controlar tu vida, tendrás que aprender a regularlas. Lo primero, será aprender a identificar nuestras sensaciones y sentimientos y ponerles nombre. Luego, tendremos que determinar de dónde provienen e intentar ponerles coto, sobre todo a las emociones negativas. Solo así, seremos capaces de mantener una relación saludable y ayudar a nuestros padres a envejecer lo mejor posible.

5. Planta el amor como bandera

Cuidar de nuestros padres es una oportunidad para devolverles todo el amor que nos brindaron a lo largo de nuestras vidas. De esta manera, no solo les estaremos ayudando a afrontar los cambios de la vejez de una mejor manera, sino que estaremos creando un vínculo más fuerte e indisoluble que permanecerá incluso cuando ya no estén con nosotros. Por eso, no dudes en brindarles amor en cada oportunidad que tengas, haciéndoles saber cuánto los quieres.

Por último, no olvides de disfrutar y atesorar cada momento como si fuese el último. El hecho de vivir cada experiencia con intensidad, de estar plenamente consciente en cada encuentro con tus padres te ayudará a crear bonitos recuerdos que atesorar cuando ya no estén contigo, a la vez que te ayudará a prepararte para la idea de su partida de forma menos tortuosa, asumiéndola como parte natural de la vida.

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