Educación

Por qué los niños de 3 años no saben perder

Cómo cultivar la resiliencia y la empatía desde los primeros pasos de la infancia

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Niño que no sabe perder
Mª José Roldán

Mª José RoldánMaestra y Psicopedagoga

Si tienes un hijo o una hija de 3 años te habrás dado cuenta de que eso de perder no es lo suyo. Incluso con 4 y 5 años también les pasa aunque en menos intensidad. No significa que tu hijo sea muy competitivo o que nunca vaya a aprender a ganar o a perder, pero lo que le enseñes a esta edad sí que podría marcar la diferencia.

La etapa de los 3 años es un momento importante en el desarrollo de los niños, y aprender a perder es una habilidad que están empezando a desarrollar. Aprender a perder es algo importante que deben aprender para su crecimiento personal.

El desarrollo infantil

Es fundamental recordar que los niños de 3 años están en pleno proceso de desarrollo. Durante esta etapa, están adquiriendo habilidades sociales, emocionales y cognitivas de manera constante. Pero, ¿por qué llevan tan mal eso de perder? Te contamos algunas razones importantes a tener en cuenta.

Egocentrismo

A los 3 años, los niños tienden a ser egocéntricos, lo que significa que su mundo gira en torno a ellos mismos. No tienen un completo entendimiento de las necesidades y deseos de los demás. Para ellos, perder puede sentirse como una amenaza a su autonomía y desencadenar una reacción emocional intensa.

Autoestima en desarrollo

En esta etapa, los niños están desarrollando su sentido de sí mismos. La derrota puede ser percibida como un golpe a su autoestima incipiente. Pueden sentir que perder significa que no son lo suficientemente buenos o que están haciendo algo mal.

Poca paciencia

A los 3 años, los niños aún no han desarrollado completamente su capacidad de esperar y tener paciencia. Quieren gratificación instantánea y pueden frustrarse cuando no obtienen lo que desean de inmediato.

La importancia de aprender a perder

Si bien puede ser desafiante lidiar con las rabietas y las lágrimas cuando tu hijo pierde en un juego, es importante recordar que aprender a perder es una habilidad crucial en el desarrollo infantil.

A continuación vamos a explicarte cuáles son los beneficios para la vida de que tus hijos aprendan a perder de forma adecuada (es decir, desde el cariño y el respeto). 

Resiliencia

Aprender a perder les enseña a los niños a ser resistentes. Les muestra que pueden enfrentar desafíos y dificultades y seguir adelante. La resiliencia es una habilidad vital que los ayudará en todas las áreas de sus vidas a medida que crezcan.

Empatía

A través de la experiencia de perder, los niños pueden desarrollar empatía hacia los demás. Comienzan a comprender cómo se siente alguien cuando no gana y cómo pueden consolar a un amigo que está triste por perder. Aprender a ponerse en el lugar de los demás es una habilidad social esencial.

Autocontrol

Lidiar con la derrota requiere autocontrol emocional. A medida que los niños aprenden a perder de manera más efectiva, también están desarrollando su capacidad para regular sus emociones. Esto les ayudará a enfrentar situaciones estresantes en el futuro de manera más saludable.

Ayudar a un niño de 3 años a aprender a perder

Cómo ayudar a un niño de 3 años a aprender a perder

Ahora que comprendes por qué los niños de 3 años pueden tener dificultades para perder, es importante saber cómo puedes ayudarlos a desarrollar esta habilidad de manera positiva. A continuación vamos a explicarte algunos consejos que puedes tener en cuenta desde hoy mismo. 

Sé un buen modelo a seguir

Los niños aprenden observando a los adultos de referencia. Muestra una actitud positiva hacia la derrota y demuestra cómo manejarla con calma y compostura. Evita expresar frustración excesiva o enfado cuando pierdas en un juego.

Habla sobre las emociones

Anima a tu hijo a expresar sus emociones cuando pierda. Pregúntale cómo se siente y escúchalo atentamente. Validar sus sentimientos le ayudará a comprender y manejar sus emociones de manera más efectiva.

Jugad a juegos de ganar y perder

Juega juegos que involucren ganar y perder de manera regular. Esto les dará la oportunidad de practicar la derrota en un entorno seguro y controlado. Recuérdales que lo importante no es siempre ganar, sino divertirse y aprender.

Además de esto, es importante enfatizar a los hijos que lo que realmente importa es participar y hacer las cosas lo mejor que uno pueda, sin tener que menospreciar a otros. Por este motivo, celebra también los esfuerzos de tu hijo sin importar si ha ganado o si ha perdido. 

Cómo acabar con las rabietas cuando pierda

Es posible que alguna vez tengas que enfrentarte a sus rabietas cuando tu hijo de 3 años pierda o se sienta frustrado. Las rabietas quizá no puedas evitarlas, pero con los siguientes consejos podrás manejarlas mucho mejor: 

  • Mantén la calma: mantente tranquilo y paciente cuando tu hijo tenga una rabieta. No te enfades ni te frustres, ya que esto puede empeorar la situación.
  • Dale tu consuelo: abraza a tu hijo y ofrécele consuelo. Dile que está bien sentirse triste o enfadado, y que estás allí para apoyarlo.
  • Establece límites: si la rabieta se vuelve incontrolable, tendrás que poner límites claros y tener consecuencias apropiadas a sus acciones. 
  • Enséñale a respirar y encontrar la calma: si enseñas a tu hijo a respirar profundamente le estarás enseñando a calmarse. Practicar la respiración profunda puede ayudarles a manejar sus emociones de manera más efectiva.

Por supuesto, como padre o madre debes tener muy presente que tu hijo tiene que aprender a perder y que esto es un proceso que lleva tiempo y práctica. Tu hijo de 3 años no aprenderá la habilidad de la noche a la mañana y por eso, deberás tener paciencia y ofrecerle tu apoyo. A medida que tu hijo desarrolle su resiliencia y sus habilidades sociales, podrá convertirse en un jugador más comprensivo y maduro. 

Pero recuerda algo importante, si cuando juegas con tu hijo y se enfada, tú también lo haces. No esperes que tu hijo mantenga un comportamiento más maduro cuando tú no eres capaz de controlar esas emociones intensas. Antes de esperar cualquier comportamiento en tus hijos, debes trabajártelo en tu interior. Si es necesario pide ayuda a profesionales de la crianza.

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