Familia

Algo que siempre se hereda de una madre: el coraje

[mashshare icons=»1″]

coraje materno
Mª José Roldán

Mª José RoldánMaestra y Psicopedagoga

Aunque a veces no lo veas, es la realidad: tu madre fue una mujer luchadora que hizo todo lo que tuvo en su mano para darte la mejor vida desde que naciste. Quizá no sabía hacerlo bien por las circunstancias de la época, pero te podemos asegurar que lo hizo lo mejor que supo o que pudo en aquel momento. Eso le hizo una madre coraje, es decir, una madre que se superaba cada día aunque tuviera las circunstancias de la vida en contra.

Una madre coraje saca fuerzas de donde haga falta para proteger y criar a sus hijos. Su vida no siempre ha sido fácil pero ha sabido reconstruirse todas las veces en la que se ha sentido quebrada. La resiliencia la tiene grabada en el alma, aunque en muchas ocasiones se olvida de lo fuerte que es… sobre todo cuando la sociedad no lo reconoce o cuando siente que las personas en las que confiaba, le fallan.

Pero nada de esto le amedrenta. Ella es capaz de seguir luchando porque sabe que sus hijos dependen de ella. Dependen de su fuerza interna, de su ejemplo, de su lucha… de su esperanza. A una madre coraje nunca le faltan palabras de aliento para sus hijos, ni abrazos, ni caricias. Por muy cansada o exhausta que esté, siempre tendrá la energía necesaria para que sus hijos nunca extrañen su amor incondicional.

La mayor maestra de vida

Tu madre ha sido, es y será la mejor maestra de vida para ti. La que te enseñó lo que es el amor más altruista que existe y sobre todo, quien te enseñó que dentro de nuestro ser siempre habrá una fuerza de superación. Puede ser, que en algunas ocasiones, sientas que esa fuerza se agota o que está escondida… Pero la realidad, es que tú también la tienes porque la has heredado de tu madre, igual que ella lo hizo de tu abuela, tu abuela de tu bisabuela… Y la cadena seguirá sin romperse.

Las madres tienen un coraje interno y un instinto materno que nunca se acaba. Todas lo tienen, incluso aquellas madres que piensan que no… Si hacen un trabajo de introspección, también lo encontrarán. Cualquier madre es como un Ave Fénix, que es capaz de renacer de sus propias cenizas.

Si hoy eres un adulto completo, mucho tiene que ver con tu madre, con tu padre y con tu infancia. Cuando eras pequeño, sabías que el abrazo de tu madre era el lugar más seguro del planeta… Y así era. Porque para tu madre, lo más importante es que crecieras a su lado, acompañado/a por una mujer que te llevaba de la mano por el camino del amor incondicional.

Aunque no te podía (ni puede) proteger de todo lo que acontece en la vida, sí que intentaba enseñarte a defenderte de las injusticias y de la maldad. Porque tu madre sabía que no estaría siempre a tu lado y que era fundamental que aprendieras las herramientas necesarias para poder navegar por la vida… Y que hoy, puedas hacerlo con resiliencia.

Para una madre coraje la mayor recompensa es ver la sonrisa en el rostro de sus hijos, ver cómo crecen y evolucionan siendo felices. Y es que, es de la sonrisa de sus hijos donde sacan toda esa fuerza casi como por arte de magia para seguir hacia adelante sin importar las adversidades de la vida.

mujeres coraje

Una mujer sanada

Una madre coraje sabe que para que sus hijos crezcan siendo felices y fuertes al mismo tiempo, ella tiene que sanar sus heridas emocionales, incluso las más profundas. Además, también sabe que para ser la mejor madre debe cuidarse como mujer y persona. Se cuida a ella misma para así, poder cuidar a sus hijos con todas sus energías y buen corazón.

Cuidándose y respetándose como persona enseña a sus hijos un valor fundamental: el respeto hacia la mujer, hacia ellos mismos y hacia cualquier ser. Una madre coraje no es la que se sacrifica como mujer para criar a sus hijos y anularse ella como persona… Ni mucho menos.

Una madre coraje es la que no renuncia a sí misma ni anula sus necesidades. Es la que mantiene intacta su esencia y en su crianza se hace aún más fuerte. Sabe que tiene el poder más importante del universo: dar vida.

Hacerlo conlleva una gran responsabilidad y lo sabe desde el principio. Sabe que ser una buena madre es igual de importante que ser una buena mujer, y hará lo necesario para que cuando ya no esté en este mundo sus hijos hayan crecido como adultos independientes, felices y que siempre que echen la mirada hacia atrás, su recuerdo sea puro y esté lleno de amor.

Toda esta fuerza y coraje que tenía y tiene tu madre en su interior, es el que has heredado de ella, porque siempre estarás unido a ella con un hilo rojo invisible pero inquebrantable.

Comentarios

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *