Salud

Disgrafía: Cuando escribir es un reto

Causas, señales y tratamiento de la disgrafía en niños

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Jennifer Delgado

Jennifer DelgadoEducadora, psicóloga y psicopedagoga

La disgrafía es un trastorno del aprendizaje de inicio temprano en la infancia. Se estima que afecta a entre el 3-10% de los niños en edad escolar. Básicamente, se trata de una condición funcional que dificulta la expresión escrita, afectando total o parcialmente la capacidad para reproducir los trazos de la escritura. De hecho, para la mayoría de los niños con disgrafía, el simple hecho de sostener el lápiz o escribir varias letras en una misma línea se convierte en un reto.

Las causas de la disgrafía

La mayoría de los expertos coinciden en que la disgrafía es un trastorno multicausal. En la mayoría de los casos, su aparición temprana se relaciona con una alteración del proceso madurativo del sistema nervioso central y periférico, que a su vez afecta el tono muscular y la coordinación viso-espacial, dos capacidades básicas para el desarrollo adecuado de la escritura.

Asimismo, se conoce que existen algunas condiciones que pueden obstaculizar la expresión escrita, ralentizando el proceso de aprendizaje y causando alteraciones en la escritura como por ejemplo: el ambidextrismo, que no es más que el uso indistinto de ambas manos, la zurdería contrariada, que aparece en los niños zurdos de nacimiento que son forzados a convertirse en diestros, o la lateralidad cruzada, una alteración que se produce cuando el ojo dominante no coincide con las extremidades dominantes.

Algunos trastornos de la psicomotricidad también pueden afectar la escritura. Tal es el caso de los niños que padecen dispraxia, quienes suelen tener problemas para coordinar los movimientos y ejercer la presión suficiente con las manos, lo que conlleva a que tengan dificultades para enlazar las letras de una palabra y mantener la horizontalidad en las líneas. Además, los pequeños con trastornos del esquema corporal y de las funciones perceptivo-motrices pueden presentar dificultades en la escritura.

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¿Qué distingue a un niño con disgrafía?

Podrás percatarte de que tu hijo tiene disgrafía si:

  • Realiza trazos inadecuados, ya sea porque su trazo es muy suave y apenas perceptible o porque es demasiado grueso.
  • Distorsiona la forma de las letras, son excesivamente grandes o, por el contrario, muy pequeñas.
  • Mezcla letras mayúsculas y minúsculas, así como letras cursivas y de imprenta.
  • No utiliza bien los signos de puntuación.
  • Tiene problemas para escribir sobre una línea y dentro de los márgenes.
  • Deja demasiado espacio entre las letras y/o las palabras o, caso contrario, las junta demasiado.
  • Le cuesta organizar las palabras en la página de izquierda a derecha.
  • Copia los textos más lento que el resto de niños de su edad.
  • Presenta problemas para sostener el lápiz correctamente y hacer trazos.
  • Le resulta difícil colorear dentro de las líneas.
  • Tiene dificultades ortográficas.
  • Puede deletrear bien una palabra de forma oral, pero le cuesta hacerlo por escrito.
  • Escribe oraciones confusas, que a él mismo le cuesta entender.

El tratamiento de la disgrafía en niños

Muchos de los niños que padecen disgrafía presentan un retraso en el aprendizaje, lo cual afecta a su vez su rendimiento académico y desarrollo cognitivo. Por eso, es importante que tanto los padres como los profesores tomen cartas en el asunto desde una edad temprana para ayudar al pequeño a superar este problema.

La terapia psicopedagógica resulta fundamental para estimular la coordinación óculo-manual, el control neuromuscular y la destreza psicomotora, a la vez que contribuye a enseñarles a los niños lo básico de la sintaxis y la gramática del lenguaje. De hecho, existen muchísimas estrategias psicopedagógicas que los profesores pueden aplicar en clases para estimular a estos pequeños, desde ejercicios de reproducción de trazos y tareas manuales hasta actividades sensoriales para mejorar su habilidad motora fina.

Sin embargo, el trabajo diario de los padres en casa también es importante. Los padres pueden hacer manualidades y juegos con sus hijos para estimular sus funciones motoras, a la vez que pueden ejercitar sus trazos y escritura en el hogar. Además, pueden convertirse en una gran fuente de inspiración para los niños, motivándolos a superar sus dificultades.

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