Gritar a los niños para que hagan los deberes NO funciona
Las razones por las que no deberías gritar a tus hijos para que hagan los deberes
Referencias científicas
Este artículo tiene referencias científicas citadas más abajo
Es probable que hayas tenido un día de trabajo duro y aún tengas varias tareas del hogar por delante. Le pides a tu hijo que haga los deberes, pero no te hace caso. Tras volver a recordárselo, sigue haciendo caso omiso. Entonces pierdes la paciencia y le gritas.
Este escenario no es inusual. Es difícil contener la frustración cuando hierve en tu interior. De hecho, la frustración es una emoción común que experimentamos cuando queremos que las cosas sean diferentes. Cuando algo no sale según nuestros planes, nos frustramos. Esa es la razón por la cual gritamos a los niños cuando se niegan a hacer los deberes.
Sin embargo, a nadie le gusta que le griten. Alzar la voz puede ser una experiencia muy desagradable y vergonzosa, o incluso aterradora para los niños. En realidad, gritar a tu hijo para que haga los deberes no es una buena estrategia por varias razones.
Los niños no pueden aprender cuando su cerebro está en “modo lucha o huida”
Los gritos son una forma de liberar la frustración y el enfado, pero no son la estrategia eficaz para cambiar el comportamiento infantil. De hecho, los gritos generan un ambiente enrarecido en el que prácticamente se puede palpar la tensión. Como respuesta, los niños pueden tener miedo y entrar en “modo lucha o huida”, el cual se activa cuando nos enfrentamos a una situación amenazante.
Si el cerebro percibe una amenaza, desata esa reacción de lucha o huida. Por tanto, “desconecta” todos los centros que no son esenciales para lidiar con el peligro. Eso significa que el niño no podrá concentrarse en sus deberes ni aprender. Si un niño está asustado o se siente muy presionado, simplemente no podrá prestar la atención necesaria ni podrá pensar con claridad. Por tanto, realizar los deberes se convertirá en una misión imposible.
En cambio, psicólogos de la Université Paris Ouest Nanterre La Défense han descubierto que la risa facilita el aprendizaje. Estos investigadores observaron que cuando los niños ríen, aprenden mejor. Trabajaron con 53 niños de 18 meses que tenían la tarea de aprender a utilizar un objeto para alcanzar un juguete inaccesible.
Un adulto les demostraba cómo hacerlo, pero en algunos casos el adulto hacía reír a los niños y en otros casos se comportaba con seriedad, limitándose a enseñarles. Los psicólogos apreciaron que el 94% de los niños que rieron fueron capaces de aprender a alcanzar el juguete por su cuenta, pero solo el 25% de los pequeños que no rieron imitaron al adulto para alcanzar el juguete.
La explicación radica en las emociones positivas que genera la risa, ya que estas aumentan los niveles de dopamina en el cerebro. La dopamina es un neurotransmisor implicado en diferentes procesos cognitivos y estimula el aprendizaje. De hecho, un déficit de dopamina afectará considerablemente la memoria de trabajo y hará que el aprendizaje sea cuesta arriba.
Otra ventaja importante de la risa es que se convierte en una herramienta para captar la atención, de manera que los niños puedan aprender mejor. En este sentido, otro estudio llevado a cabo en la Sam Houston State University comprobó que los estudiantes recordaban mejor los datos de una lectura cuando el profesor incluía bromas relacionadas con el tema.
Por supuesto, eso no significa que los padres tengan que convertirse en comediantes profesionales para que sus hijos hagan los deberes escolares, pero deben tener en cuenta que la risa genera un ambiente más relajado y propicio al aprendizaje que los gritos. El secreto radica en que los niños no vean el aprendizaje como una tarea impuesta y aburrida, sino como un momento especial para descubrir cosas nuevas. A fin de cuentas, a la mayoría de los niños les encanta aprender y explorar, por lo que solo necesitan la motivación justa.
Los gritos empeoran los problemas de conducta en los niños
Cuando gritas a tu hijo para que haga los deberes o se comporte adecuadamente, piensas que estás resolviendo un problema. Es cierto, pero solo momentáneamente porque a largo plazo los gritos no evitan el mal comportamiento ni ayudan a crear buenos hábitos de convivencia.
Cuando los gritos se convierten en la herramienta de “comunicación” más usada en el hogar, empeoran el comportamiento infantil. Cada vez tendrás que gritar más para corregir el comportamiento de tu hijo porque su umbral de tolerancia a tu frustración aumenta. De esa manera se crea un ambiente tóxico marcado por emociones como la ira y la frustración; salpimentado por comportamientos desadaptativos como los gritos y la falta de respeto. Lo comprobaron investigadores de la Universidad de Pittsburgh.
Tras analizar a 976 familias, concluyeron que “la dura disciplina verbal de las madres y los padres con sus hijos predijo a los 13 años un aumento de los problemas de conducta y los síntomas depresivos en los adolescentes”. También constataron el bucle que generan los gritos pues los niños a quienes más gritaban sus padres, reaccionaban empeorando su comportamiento.
El problema radica en que los gritos no son un modelo de conducta positivo a seguir. Cuando los padres se frustran y estallan delante de sus hijos, los niños aprenden que esa es la manera “correcta” de lidiar con sus emociones. Si no tienen padres que modelen con asertividad la gestión emocional, simplemente darán rienda suelta a su frustración o enfado.
La ira engendra ira porque activa las neuronas espejo en el cerebro infantil. Las neuronas espejo son las principales encargadas del aprendizaje por imitación. Su misión consiste en reflejar la actividad que estamos observando, por lo que desempeñan un rol vital en los aprendizajes con un elevado contenido afectivo y social.
En práctica, el niño aprende lo que ve. Si gritas a tu hijo, este querrá gritar o reaccionará mostrando un comportamiento oposicionista y desafiante para reafirmar su identidad. Por tanto, lejos de facilitar los deberes, los gritos terminan generando rechazo e ira.
La buena noticia es que las neuronas espejo también pueden tener el efecto contrario. Si los adultos se convierten en modelos positivos a seguir para el control emocional, los niños aprenderán a regular sus emociones de manera asertiva. Una comunicación tranquila y pacífica ayudará a tu hijo a sentirse seguro y, por ende, se mostrará más receptivo a tu petición, por lo que es probable que termine haciendo los deberes antes.
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