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El gusto y el olfato durante el embarazo: Todo lo que debes saber

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Jennifer Delgado

Jennifer DelgadoEducadora, psicóloga y psicopedagoga

Durante el embarazo el cuerpo de la mujer experimenta muchos cambios importantes desde el punto de vista anatómico y hormonal. A medida que la gestación avanza las hormonas se revolucionan, los senos aumentan de tamaño y las caderas empiezan a ensancharse, preparando las condiciones para el momento del parto y la lactancia. Sin duda, el cambio más notable tiene lugar en el vientre materno, el cual empieza a crecer de forma considerable a partir del segundo mes de embarazo.

Sin embargo, también ocurren otras transformaciones menos significativas pero que también afectan a la mujer, como los cambios en el gusto y el olfato. De hecho, ¿sabías que alrededor del 76% de las embarazadas experimenta una variación en la apreciación de los olores y el sabor durante la gestación? Así lo corroboró un estudio realizado en la Universidad de Umeå, en Suecia, en el que se encontró que el 67% de las mujeres que participaron en el estudio refirieron cambios en el olfato durante la gestación mientras que el 26% reportó alteraciones en el gusto.

Los principales cambios en el olfato durante el embarazo

En el embarazo a muchas mujeres se les agudiza mucho el olfato. Se trata de una alteración conocida como hiperosmia, que no es más que un aumento exagerado de la sensibilidad hacia los olores. De esta manera, no solo se incrementa la aversión por determinados olores intensos como el pescado, el café o algunas carnes, sino que olores que antes resultaban agradables pueden llegar a ser muy desagradables.

No se conoce a ciencia cierta por qué ocurren estos cambios en el olfato de una embarazada, todo indica a que se debe a una combinación de factores. En este sentido, algunos expertos señalan que puede deberse a la alteración en los niveles de progesterona y estrógenos, dos hormonas que no solo afectan los sentidos del gusto y el olfato, sino que también se relacionan con las náuseas típicas de los primeros meses del embarazo.

En cambio, otros científicos consideran que puede estar relacionado con una especie de reacción autoprotectora de la madre contra sustancias tóxicas que son perjudiciales y pueden afectar el adecuado desarrollo de su bebé. Ello explicaría por qué a muchas gestantes les resulta especialmente desagradable el olor del tabaco, el alcohol o el café y se muestran más sensibles ante determinados componentes químicos que se emplean en la elaboración de detergentes y otros productos de limpieza.

En la mayoría de los casos, esta hipersensibilidad a los olores aparece en los primeros meses del embarazo y empieza a desaparecer gradualmente a medida que la gestación avanza. Sin embargo, hay gestantes que mantienen esta sensibilidad hasta después del parto cuando comienza a disminuir poco a poco.

Vale destacar que en algunos casos, algunas gestantes pueden presentar el síntoma contrario, es decir, la pérdida o disminución del olfato. Más conocido como anosmia, se trata de una alteración fisiológica en la que se pierde la capacidad para percibir los olores. Se cree que puede estar relacionado con los cambios hormonales durante la gestación que congestionan las mucosas nasales provocando no solo la sensación de pérdida del sentido del olfato sino también del gusto.

También se han descrito casos de la presencia de olores fantasmas. Se trata de olores, usualmente intensos y desagradables, que aparecen y desaparecen como por arte de magia y que solo percibe la gestante. Se afirma que afecta a cerca del 14,3% de las embarazadas y, en la mayoría de los casos se relacionan con olor fecal o podrido, olor a moho, aromas metálicas u olor a quemado.

Los cambios más importantes en el gusto durante la gestación

Con el avance del embarazo, el gusto también se afecta. Los mayores cambios se notan en el primer trimestre de la gestación, pero en algunos casos pueden persistir hasta después del parto cuando empiezan a desaparecer. Por lo general, la mayoría de las gestantes tienen un umbral gustativo mayor que las mujeres que no están embarazadas, de manera que son capaces de distinguir más sabores con mayor intensidad.

En muchos casos, también es habitual experimentar una especie de sabor metálico en boca que puede afectar el gusto de los alimentos y que se intensifica con determinados sabores. Ello explica por qué algunas mujeres empiezan a sentir rechazo por alimentos o bebidas que antes disfrutaban. Los expertos consideran que esto se debe a los cambios hormonales que tienen lugar en el cuerpo de la mujer y que acidifican la saliva y aplanan las papilas gustativas.

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En este período también es común la aparición de los conocidos “antojos”, que no son más que un intenso y repentino deseo por consumir y saborear un determinado alimento. En algunos casos, debido a la disminución en la segregación de ácido clorhídrico en el estómago, es habitual que la mujer tenga ganas de consumir alimentos ácidos para compensar ese déficit como limón, naranjas o verduras en vinagre. Sin embargo, hay ocasiones en las que apetece comer alimentos dulces debido a las bajadas de glucosa que se producen en el organismo durante el embarazo.

¿Cómo lidiar con los cambios en el gusto y el olfato durante el embarazo?

No existen recetas mágicas para prevenir o combatir los cambios que tienen lugar en el olfato y el gusto durante la gestación, pero existen algunas recomendaciones que pueden ayudarte a lidiar con dichas alteraciones. Por ejemplo, se aconseja ventilar la casa a diario para evitar la acumulación de olores que puedan resultar desagradables, así como hacer una revisión en los perfumes y productos de limpieza e higiene para separar aquellos que puedan causar aversión.

De la misma manera, conviene evitar los alimentos que resulten desagradables al paladar o, en su defecto, combinarlos con otras comidas que atenúen su sabor. En cualquier caso, se aconseja evitar aquellos alimentos que además de causar aversión son perjudiciales para el embarazo como por ejemplo, el café, el alcohol o las comidas procesadas.

La buena noticia es que a medida que la gestación avanza estos síntomas suelen ir desapareciendo y, para cuando la mujer da a luz, suele haber recuperado su sentido del gusto y olfato completamente.

Nordin, S. et. Al. (2004) A Longitudinal Descriptive Study of Self-reported Abnormal Smell and Taste Perception in Pregnant Women. Chemical Senses, 29(5): 391-402.

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