Educación

¿Es el castigo una buena herramienta de aprendizaje?

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castigo negativo
Jennifer Delgado

Jennifer DelgadoEducadora, psicóloga y psicopedagoga

Muchos padres recurren al castigo para educar a sus hijos y corregir su mal comportamiento. Es una manera sencilla de hacerles notar que toda acción tiene consecuencias y hacerles responsables por sus conductas. También es un método efectivo para enseñarles rápidamente lo que está bien y lo que no. Sin embargo, criar en el miedo a las consecuencias y los castigos pueden asegurar la disciplina y obediencia, pero no garantiza que los niños realmente aprendan. Para conseguir educar con el castigo es necesario ir un paso más allá.

¿Enseña el castigo realmente a los niños? El castigo más allá del condicionamiento operante

Durante décadas, los padres han utilizado el castigo para educar a sus hijos, enseñándoles que los buenos comportamientos se premian y los malos se castigan. Se trata de un método correctivo de la conducta que se utiliza para eliminar un determinado comportamiento ya sea prohibiéndole a los niños el acceso a algo que quieren, como impidiéndoles mirar la televisión, o pidiéndoles que hagan algo que no quieren, como estar encerrados en su habitación.

Sin embargo, ese sistema de castigos no siempre es efectivo ya que puede hacer que los niños regulen sus comportamientos por los estímulos externos en lugar de regirse por una motivación intrínseca. De esta manera, cuando educamos en el miedo al castigo, los niños no obedecen porque han aprendido la lección sino que el temor les impulsa.

Y, cuando los niños actúan motivados solo por el miedo, al desaparecer el castigo, el mal comportamiento volverá a aparecer. Por eso, es importante que puedan comprender las diferencias entre lo que está bien y lo que no, de forma que puedan decidir por sí mismos cómo comportarse. Si los niños no comprenden este concepto, serán incapaces de actuar por motivación propia, lo harán siempre guiados por los estímulos de su entorno.

Sin embargo, esto no significa que el castigo no pueda convertirse en una herramienta educativa. Un castigo adecuado a la edad, en proporción al daño causado y utilizado de manera educativa puede convertirse en un recurso útil para enseñar a los niños. Obviamente, no basta con prohibirles a los niños realizar sus actividades favoritas o pedirles que hagan una tarea que no es de su agrado, también es necesario incitarles a que comprendan su error y reflexionen sobre el mismo.

En cualquier caso, el castigo debe convertirse en un método educativo más, no en el único que utilizan los padres para enseñar a sus hijos ya que podría perder efectividad. De hecho, si se castiga  a los niños con frecuencia es probable que terminen acostumbrándose a este método y deje de funcionar. Por lo que si queremos que se convierta en un método educativo para enseñar a los niños debemos utilizarlo de manera puntual o cuando otras estrategias no hayan funcionado como esperábamos.

Utiliza el castigo, pero siempre de manera educativa

El castigo bien utilizado puede convertirse en un recurso educativo útil para corregir la conducta de los pequeños y enseñarles cómo comportarse. Eso sí, para que conseguir que sea efectivo es importante elegir castigos acorde al nivel de desarrollo cognitivo de los niños y que sean proporcionales al mal comportamiento. Asimismo, deberás tener en cuenta las siguientes claves.

1. Asegúrate de que los niños entienden por qué los castigas

Mandar a los niños a su habitación sin que sepan por qué lo haces no solo será ineficaz sino que puede ser contraproducente. Lo ideal es que si vas a castigar a tus hijos, primero les expliques por qué les estás castigando. Con un lenguaje sencillo y claro, diles en qué han fallado y pídeles que reflexionen al respecto.

2. Bríndales opciones alternativas de conducta

Al castigar a los niños explícales los motivos, pero también bríndales alternativas de conducta para que sepan cómo tienen que comportarse en una situación similar en el futuro. Puedes decirles: “En lugar de haberle gritado a tu hermano, podrías haberle pedido que te devolviese el juguete de buenas maneras o venir a donde estaba y contarme lo que había pasado”.

castigo positivo niños

3. Castiga asertivamente

Existen diferentes maneras de corregir un comportamiento y castigar a los niños. Es muy diferente decirles “Cállate, vete a tu habitación y deja de molestar” a “Por favor, ¿puedes ir a tu habitación y quedarte allí un rato?”. Tus palabras pueden afectar profundamente a los niños y dejar una huella en su desarrollo o pueden convertirse en un modelo para relacionarse de manera respetuosa. Ten en cuenta que el lenguaje es una de las principales estrategias para educar, por lo que es importante utilizarlo de forma adecuada.

4. Jamás utilices etiquetas que puedan resultar humillantes

Cuando castigues a los niños no utilices nunca frases que puedan resultar humillantes o que puedan colocarle una etiqueta como “eres un niño malo” o “eres muy tonto”. Con estas frases no estarás educando a los niños y, en cambio, puedes dañar su autoestima y la confianza en sí mismos, afectando su desarrollo emocional a largo plazo.

5. No reprimas sus emociones

Las emociones son reacciones naturales, por lo que nunca deberías decirles a los niños que no pueden expresarlas. Expresar las emociones libremente es un signo de equilibrio emocional. Tu papel es enseñar a tus hijos a expresar de forma más asertiva sus emociones y sentimientos. Por tanto, en lugar de pedirles que no lloren o se enfaden, deberías enseñarles a expresar lo que sienten de una manera más asertiva. Por ejemplo, puedes decirles: “Si estás enfadado, no es necesario que grites. Cuando sientas que esa emoción puede contigo, pon las manos en tu estómago y respira lentamente hasta que te sientas más calmado”.

Por último, recuerda utilizar este método educativo solo cuando sea necesario y evitar siempre el castigo físico. La violencia nunca será la solución para enseñar a un niño a comportarse y, a la larga, puede dejar profundas huellas no solo a nivel físico sino también psicológico. De hecho, sus repercusiones no se limitan a la infancia sino que pueden extenderse a la edad adulta. Por tanto, si quieres educar a niños sanos y equilibrados emocionalmente, evita recurrir a cualquier forma de violencia.

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