Educación

No quiero que mis hijos sean felices, hay algo mejor

La resiliencia es el mejor compañero para el camino

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Mª José Roldán

Mª José RoldánMaestra y Psicopedagoga

Parece que en nuestra sociedad la felicidad está sobrevalorada. Todo el mundo quiere ser más feliz, pero no saben cómo. No saben qué tienen que hacer ni cómo disfrutarla. Se ponen metas para alcanzar y creen que cuando las consigan serán más felices, pero una vez que las alcancen todo sigue igual y se ponen otra meta para ver si con la siguiente pueden alcanzar la felicidad. Y si caen por el camino varias veces, entonces aparece la frustración y el abandono.

Lo que olvidan muchos padres es que así no se consigue la felicidad. Se consigue disfrutando del camino. Todos los padres quieren que sus hijos sean felices, pero creen que sobreprotegiéndolos o haciéndoles que se esfuercen de forma extraordinaria cada día será más fácil que lo consigan. Este es el mismo error que pensar que conseguir metas sin disfrutar del camino es lo correcto. Lo importante no es conseguir metas (que también), si no disfrutar del camino hasta que se llega a ellas.

En este artículo

Quiero que mi hijo sea feliz, ¿o no?

Todos los niños se frustran, les cuesta esforzarse y demandan protección todo el tiempo. Pero para que los niños puedan disfrutar de su camino, deberán tener estas 3 cosas (frustración, esfuerzo y protección) en equilibrio en sus vidas. Esto se consigue a través de la resiliencia. Para que los niños puedan disfrutar de su camino, deberán aprender de sus errores y también, superar obstáculos. Pero todo ello acompañado de frustración, falta de esfuerzo y demanda de protección (pero no sobreprotección).

Si un padre o una madre dice; ‘Yo solo quiero que mi hijo sea feliz’, entonces hay un problema y posiblemente también sobreprotección. Si un padre no quiere que su hijo se frustre o aprenda de sus tropiezos, entonces ese niño, nunca podrá disfrutar de su camino y por tanto, no alcanzará la felicidad plena ni tampoco la satisfacción.

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Las emociones, son todas buenas y necesarias, tanto las positivas como las negativas. Las positivas nos ayudan a saber que estamos bien y que lo que hacemos nos lleva por el buen camino. En cambio, las negativas son incluso más necesarias, porque nos indican que NO estamos bien y que hay algo que debemos cambiar para poder encontrar el equilibrio interno y nuestra bienestar emocional. Por eso los niños, deben aprender resiliencia, para saber que existen ambas emociones y que tanto las buenas como esas que nos hacen sentir un poco peor (tristeza, ira, enfados, etc.) son necesarias.

Que tu hijo sea feliz sin que tú seas sobreprotector

Para que tus hijos sean felices, no se trata de evitar que se frustren o de que no lloren jamás. Tampoco de que siempre estén entretenidos o que tengan todo lo que quieran. Es muy importante no confundir la felicidad con el placer y esto es necesario tenerlo presente en la educación de los hijos.

Al igual que cualquier adulto, los niños tienen que frustrarse para luego aprender de sus errores (resiliencia). Deben entender la felicidad como un camino (y tú también). Si quieres que tus hijos sean felices, entonces cambia el concepto que tienes ahora mismo sobre la felicidad ya que dentro de la felicidad también existen las emociones negativas.

Para ser feliz hay que aceptar la frustración, entenderla y saber qué hacer para mejorar. No se trata de ‘tolerar la frustración’, porque esto sería únicamente aceptar y quedarse de brazos cruzados. Sería más bien, ‘superar la frustración’, porque esto implica aceptar, entender y entrar en acción para mejorar. Esto conlleva esfuerzo, pero que a medida que se vaya consiguiendo se sentirán satisfechos y plenos. Esforzarse NO es sufrir y tolerar la frustración NO es aceptar que hay que estar sufriendo constantemente o que se tengan que aceptar sin más las normas sociales. No. La felicidad consiste en ser resiliente: esforzarse para superar obstáculos que han causado frustración y después experimentar la satisfacción de haberlo logrado.

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