Familia

Mamá, no siempre te escuché, pero gracias… porque tenías razón

[mashshare icons=»1″]

madres tienen razón
Mª José Roldán

Mª José RoldánMaestra y Psicopedagoga

Es cierto que cuando echamos la mirada hacia atrás siendo ya una persona adulta, nos damos cuenta de que una madre siempre ha estado a nuestro lado. Cuando somos pequeños damos por hecho que mamá siempre estará ahí, pero cuando ya crecemos… nos damos cuenta de que hicieron todo lo que pudieron y más para y por nosotros.

Las madres dejan atrás oportunidades laborales y en muchas ocasiones sacrifican sus objetivos para dedicarse a los hijos en su crianza. Para que no les falte de nada. Por eso, es importante sentir esa gratitud infinita por las madres… Sobre todo, por todas las veces que nos decían cosas por nuestro bien y no queríamos escuchar ya fuese por terquedad o porque pensábamos que nuestras ideas eran las más acertadas.

Si te hubiera hecho caso a tiempo

Las madres siempre nos decían las cosas por nuestro bien, jamás pensaban en su beneficio propio. Si las hubiésemos escuchado es más que probable que hubiéramos evitado cometer ciertos errores… Errores que luego nos enseñaron en la vida, pero que probablemente, de no haberlos cometido hubiéramos evitado muchos daños emocionales.

Las madres dedicaron mucho tiempo para sentarse a nuestro lado y hablar sobre nuestro mundo emocional, nuestros miedos, problemas… dudas… Inquietudes que se tienen durante el crecimiento en todas las etapas de la vida.

No importaba qué es lo que teníamos en la cabeza que una madre siempre tenía un consejo para darnos. Ella nos conocía (y conoce) mejor que nadie y sabía, casi como por arte de magia o si por telepatía se tratase, qué decir en cada momento. Aunque no siempre estábamos dispuestos a escucharla…

En ocasiones, nuestros intereses estaban totalmente en oposición a lo que las madres nos decían o a la educación que estábamos recibiendo en ese momento. Es parte del crecimiento tener esa rebeldía, aunque no quisiésemos darnos cuenta que en realidad, sus palabras eran las más sabias que podíamos escuchar en ese momento.

Una madre siempre quiere lo mejor

Una madre siempre quiere lo mejor para sus hijos, nunca pensará en su beneficio propio, solo en el bien de su descendencia. Pero en épocas tan difíciles como la adolescencia, escuchar a una madre o a un padre parece que no está dentro de la normalidad. En la adolescencia nos sentíamos demasiado maduros como para escuchar a nuestros padres, pero la realidad, es que seguíamos siendo niños inmaduros incapaces de tomar decisiones.

¡El cerebro no está totalmente maduro hasta que no llega a los 25 años! Pero eso en la adolescencia, no lo pensábamos… creíamos que nuestra mente era lo suficientemente sabia como para tomar decisiones, en la mayoría de ocasiones desacertadas, pero que sentíamos como las únicas y mejores.

gracias mamá

Si echásemos la mirada hacia atrás, te habríamos hecho caso en consejos tan importantes que nos dabas como por ejemplo:

  • Deja de perder el tiempo y céntrate más en el estudio. Nuestro futuro dependía de esos estudios que tanto nos constaban y aburrían, pero la realidad es que son la base de todo. Solo querías que tuviésemos mejores oportunidades laborales en el futuro. Que estuviésemos preparados para un mundo cada vez más exigente.
  • No pienses ahora en novios, tienes toda una vida por delante. Ahora después de tantos años nos damos cuenta de que el primer amor es el que se siente más intenso, pero es totalmente cierto que no se está totalmente preparado para una relación saludable hasta que se está emocionalmente estable…
  • No todas las amistades son buenas para ti. Cuando éramos adolescentes si hablaban mal de nuestras amistades era casi igual de malo que si hablasen mal de nosotros mismos. Cuando nos decías que ciertas amistades no eran la mejor opción para nosotros, ¡qué razón tenías! Y qué tarde nos dimos cuenta…

Gracias mamá

Si miramos hacia atrás, nos damos cuenta de que no le dijimos gracias ni tampoco la escuchamos cuando debíamos haberlo hecho. Pero ahora, sí podemos darle las gracias tan merecidas por todo lo que ha dicho o hecho por nosotros, por todas las veces que nos ha advertido y no hemos querido escucharle, pero aún y así ella respetaba nuestras decisiones…

Porque las madres sabían que si nos equivocábamos también sería una buena lección para aprender en la vida. Y así fue. Pero es cierto que si te hubiésemos escuchado, las cosas hubiesen sido diferentes…

A una madre le debemos nuestra educación, estudios, los valores que tenemos… y sobre todo, la vida. Hay que agradecer a las madres toda su dedicación incondicional así como el amor infinito que nos han tenido y nos tendrán mientras vivan.

Comentarios

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *