Educación

Si yo estoy orgullosa de ti, ¿por qué tú no? Animemos a nuestros hijos

La autoestima infantil es algo que debemos potenciar los padres; de ello, depende la felicidad y el éxito de nuestros hijos.

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Nuria Capdevila

Nuria CapdevilaMaestra y pedagoga

Cada vez que miro a mi hijo y recuerdo sus primeros años, veo a un niño que ha crecido, que ha luchado y que se ha superado. Sin embargo, no hace falta mirar mucho hacia atrás: incluso con niños de tan solo 3 años, los padres podemos sentirnos de lo más orgullosos. Aprenden a diario, no se rinden, luchan por lo que quieren (aunque esto nos haga ir de cabeza en miles de ocasiones) y, sobre todo, son resistentes.

Los padres somos ejemplos y referentes para nuestros hijos. Pero, ¿nos hemos parado a pensar que ellos son ejemplos para nosotros? Exacto. Si lo reflexionamos un poco, pronto nos daremos cuenta de que tienen unas cualidades increíbles, incluso muchas que nosotros no tenemos. Y, solo por esto, ya debemos sentirnos orgullosos de nuestros hijos.

Sin embargo, a veces, se nos olvida repetirles a diario lo mucho que significan para nosotros, lo muy orgullosos que estamos de ellos. Y esto debería cambiar. Se lo merecen como nadie más. Entonces, ¿por qué no preparar, cada día, un pequeño espacio de tiempo en el que les podamos transmitir este sentimiento? Tiene muchísimos beneficios y, apenas, nos llevará más que unos minutos.

El orgullo: ¡se transfiere!

Exacto, el orgullo se transfiere y, lo mejor de todo, es que empodera, mejora la autoestima y la confianza en uno mismo. Y esto es, exactamente, lo que los padres obtendremos si somos capaces de transmitir a nuestros hijos este gran orgullo que sentimos por ellos. ¿No os ha pasado a vosotros? Cuando alguien valora lo que hacéis, cuando alguien tiene en cuenta vuestros esfuerzos, os sentís maravillosamente bien. Pues, esto es lo mismo que les ocurre a los niños. Por este motivo, la comunicación sincera y el reconocimiento son tan importantes en su crecimiento.

Una comunicación abierta y sincera, no solamente nos permite estrechar lazos con ellos, sino que nos permite transmitirles todos estos sentimientos que nos invaden cada vez que los vemos, que estamos con ellos. Los momentos de comunicación afectiva (no efectiva, que también) deben llevarse a cabo en entornos tranquilos, donde no haya prisas, donde podamos estar, simplemente, con ellos. Estos momentos debemos grabarlos en nuestra mente, pues son las imágenes que algún día vamos a recordar: imágenes que siempre nos llenarán de amor, de energía y, sobre todo, de orgullo.

El reconocimiento por sus pequeños logros les empodera, les hace sentir que pueden con todo, les hace seguir adelante sin que la renuncia sea su primera opción. Y esto, papás, crea niños poderos, niños potentes que, con el tiempo, serán adultos funcionales.

La vida de los niños, a diferencia de lo que muchos adultos opinan, no es tan fácil: deben enfrentarse a un mundo desconocido, a emociones que no conocen y que deben aprender a gestionar y a retos constantes. Al fin y al cabo, el aprendizaje se trata de esto, de retos constantes. Y nuestros hijos, nunca, nunca, se echan atrás. Salen a pelear cada día a dar lo mejor de ellos y esto es de admirar y, sobre todo, reconocer.

¿Y si les dejamos transmitir su orgullo hacia nosotros?

Mostrarles todo nuestro amor y apoyo es, sin duda, uno de los mejores alicientes que los niños pueden tener. Pero, ¿les dejamos que ellos nos muestren su orgullo hacia nosotros? La verdad es que, en la mayoría de los casos, no. Podemos hablar mucho con ellos, podemos decirles que les queremos y podemos estar siempre a su lado. Pero, en pocas ocasiones, dejamos que ellos nos expresen lo que sienten por nosotros. Papás, si los niños son motores para nosotros, ¿por qué no dejarles expresar lo que ellos sienten por nosotros? Estas palabras, no solamente nos hará sentir amados y queridos, sino que nos darán energías, renovarán nuestras fuerzas desde el primer minuto. Ello es debido a que el poder de los sentimientos, muchas veces, está infravalorado.

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La admiración debería ser mutua

Entonces, si comprendemos que nuestros hijos deben sentirse orgullosos de ellos mismos, ya que nosotros lo estamos, ¿la admiración es mutua? En la mayoría de los casos, sí. Los niños sienten devoción por los padres: son sus ejemplos, sus referentes y todo lo que, por ahora, ellos necesitan para ser felices. Y las mejores relaciones siempre nacen del amor, pero se refuerzan con la admiración. De aquí la importancia de los vínculos familiares, unos vínculos que durarán para toda la vida, fortaleciendo a la familia y a las que se crearán cuando nuestros pequeños crezcan y decidan, como nosotros, enfrentar el reto de la paternidad y la maternidad.

¿Podemos potenciar el orgullo en nuestros hijos?

Siempre. Sin duda. Y, de hecho, debería ser uno de los objetivos de la crianza saludable. Los niños, como hemos dicho, necesitan sentirse amados. Pero, sobre todo, necesitan sentirse empoderados. De esta fuerza, sale el orgullo personal y esto es algo en lo que los padres podemos intervenir. Reforzad a los niños, animadlos a experimentar, a tomar decisiones. Os sorprenderéis de todo lo que son capaces. Y, con estos pequeños logros, el orgullo hacia ellos mismos florecerá.

Sentirnos orgullosos de nuestros hijos es normal. Pero, también debemos preocuparnos de que ellos lo sepan. Al fin y al cabo, lo que “dicen y sienten” papá y mamá “debe ser verdad”. Cuando nuestros hijos consiguen sentirse orgullosos de ellos mismos, se convierten en personas más seguras, más decididas y más eficaces. No en vano, los niños más felices son los que provienen de los entornos en los que la comunicación es fluida, efectiva y, sobre todo, muy centrada en las emociones de todos los miembros que forman parte de este entorno. Y, ¿por qué no? Dejemos que nos expresen todo lo que ellos sienten por nosotros: energías renovadas para seguir dando lo mejor de nosotros mismos.

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