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La leyenda del hada de los dientes para afrontar la caída de los dientes de leche

Un toque de magia en la almohada: el hada de los dientes convierte las primeras caídas en momentos mágicos

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Hada de los dientes
Jennifer Delgado

Jennifer DelgadoEducadora, psicóloga y psicopedagoga

La mayoría de los niños y sus padres esperan con mucha ilusión la caída de los primeros dientes de leche. Se trata de un hito importante en el desarrollo infantil ya que es una evidencia palpable de que los niños están creciendo y se hacen mayores. Sin embargo, no por ello deja de ser un momento que genera mucha tensión a los niños, sobre todo cuando se trata de la caída de su primer diente. Quizá por eso muchos padres optan por imprimirle un toque mágico a esta experiencia para que los niños afronten mejor este momento y se queden con un bonito recuerdo. Para ello, muchos recurren a la leyenda del hada de los dientes.

El origen de la leyenda del hada de los dientes

El origen de la leyenda del hada de los dientes se remonta a la Edad Media, a las culturas del norte de Europa. Por aquel entonces, existían muchas supersticiones en torno a los dientes de leche. Por ejemplo, en Inglaterra se les pedía a los niños que quemaran sus dientes de leche para protegerse de las adversidades de la vida más allá de la muerte, pues se creía que si no lo hacían se pasarían toda la eternidad buscándolos. Por su parte, para los vikingos eran un símbolo de fortaleza, por lo que les pagaban a los niños por sus dientes para llevarlos colgados de su cuello y atraer la buena suerte en las batallas.

Sin embargo, la leyenda del hada de los dientes proviene específicamente en la tradición de la tand-fé o tooth fee. Según esta tradición, cuando los niños perdían su primer diente de leche debían dejarlo bajo la almohada para que el hada de los dientes se los cambiara por cierta cantidad de dinero o un regalo como recompensa por haber sido tan valientes y por la nueva etapa que comienzan. Entonces, se los llevaba consigo a su mundo mágico, donde los coleccionaba en el firmamento. De ahí que cuando los niños mirasen al cielo podían ver sus primeros dientes caídos convertidos en preciosas estrellas.

Hoy día, la tradición poco ha variado. Muchos padres siguen contándoles a sus hijos la historia del hada de los dientes para prepararlos para ese momento y ayudarles a convertir la caída de sus primeros dientes en una experiencia inolvidable que recordarán con mucho cariño a medida que crezcan.

Cuento hada de los dientes

El hada de los dientes, un cuento infantil para ayudar a los niños a afrontar la caída de los dientes

Según cuenta la leyenda, hace muchos años en un país mágico, muy lejos de donde vivían todos los niños de carne y hueso, vivía una mamá hada con sus tres hijas. Las dos mayores eran muy aplicadas en sus deberes como hadas y obedecían todo lo que le ordenaba su madre. En cambio, la más pequeña era diferente. Le encantaba pasar el día jugando e imaginándose cómo serían los niños del mundo de los humanos, por lo que a menudo descuidaba sus estudios de hada.

Un día, su madre se acercó a hablar con ella preocupada por su futuro y le dijo:

– “Hija mía, tus hermanas son muy disciplinadas y entrenan a diario sus poderes para conseguir convertirse en grandes hadas cuando crezcan, en cambio a ti sólo te gusta divertirte y jugar, por lo que nunca tienes tiempo para estudiar y entrenar”.

La pequeña hada, con la voz entrecortada le dijo a su madre:

– “Lo sé, mamá. El problema es que a mí no me gusta la magia, lo que me gusta es viajar por el cielo y hacerme invisible. En realidad, quisiera ser una niña normal y llevar una vida como la que llevan los niños humanos. Por eso, en lugar de practicar mis poderes como me pediste, he estado visitando a los niños para ver cómo viven y cómo se divierten”.

Al decirle esto a su madre, la pequeña hada temía la reacción, pero en vez de enfadarse como pensaba, su mamá le dio un fuerte abrazo cariñoso y le dijo:

– “Mi querida hija. Tú eres especial y puedes hacer cosas que los niños normales no pueden hacer. Eso debería hacerte muy feliz”.

Rápidamente la pequeña hada le respondió:

– “Es cierto, a mí me encanta mover mis alas y verlos sonreír cuando lo hago. Cuando los veo cantar me lleno de alegría y cuando lloran me encantaría poder darles un beso y decirles que todo irá bien”.

La madre Hada se quedó pensando en una manera de consolar y alegrar a su hija y tras una larga noche cavilando, encontró la solución. A la mañana siguiente, la madre les preguntó a las tres hadas qué habían aprendido del arte de la magia y les pidió que les mostrasen sus habilidades y cómo utilizarían cada una.

El hada mayor dijo que colocaría las estrellas en el firmamento y haría que todos los planetas fueran girando y girando alrededor del sol. La hermana mediana dijo que ella conseguiría que no hubiese personas solas en el mundo y haría que el amor uniera a las almas gemelas para que nadie se sintiese solo nunca más.

Todas miraron entonces al hada pequeña, esperando a que explicara qué haría ella, pero se quedó en silencio sin saber qué contestar. Finalmente, la madre hada dijo:

– Yo tengo la solución, sé cuál es la manera en la que puedes emplear tus poderes, pero atenta, que es un trabajo muy especial. Volarás constantemente sobre los niños y las niñas y cuando vayan creciendo y pierdan sus dientes, harás que ese momento sea mágico. Te convertirás en el Hada de los Dientes, te quedarás sus pequeños dientecillos para convertirlos en estrellas en el firmamento, guardando así para siempre su infancia. En su lugar, dejarás regalos y así los niños podrán tener en ti, una amiga muy especial.

La pequeña hada no cabía en sí de la alegría. Su destino era ser el Hada de los Dientes, finalmente podía cumplir su sueño de estar cerca de los niños, convertirse en su amiga y verlos crecer y divertirse.

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