Educación

No mires hacia otra parte: la agresión a maestros y profesores existe

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niños agreden profesores
Mª José Roldán

Mª José RoldánMaestra y Psicopedagoga

Sí, existe este tipo de agresión y los culpables no son los alumnos que agreden ni tampoco el maestro o profesor que recibe la agresión. La culpa (y sin querer buscar culpables) la tiene la sociedad que no permite que los padres tengan el tiempo suficiente en sus vidas para poder educar a sus hijos, la tiene la sociedad que no prioriza en la enseñanza dentro de los centros educativos la educación emocional y sigue centrándose en contenidos mecánicos, y la tienen algunos padres, solo algunos, que piensan que la educación de sus hijos debe empezar y acabar en las escuelas.

Y no, esto no es así. Se educa en casa, se refuerza en la escuela y es en la sociedad donde se tiene que ver reflejado el resultado. Pero, cuando la educación en casa falla, todo lo demás cojea.

Es un problema social

La sociedad puede ser todo lo injusta que es actualmente, puede tener toda la culpa que queramos echarle, pero la educación de los hijos empieza y acaba en casa, no en las escuelas. La escuela está para enseñar a los niños contenidos académicos que en un futuro les servirá para formarse y también les ayudará a tener cierta cultura tan importante hoy en día. Pero es en casa donde se les enseña a ser personas, a saber comportarse y sobre todo, a tener empatía y respeto. Si esto no se aprende en casa, en las escuelas, poco más se puede hacer.

Incluso si se implantase (ojalá) la educación emocional como asignatura obligada en todos los centros educativos del mundo, si en casa no se sigue ese modelo educativo, tampoco se podría lograr nada. Porque es en casa, con los padres, donde los niños realmente aprenden a ser quienes son. Y desde casa debe haber una coordinación y apoyo familiar a los docentes para que no ocurran las agresiones.

Las agresiones en los centros educativos existen y son toda una realidad. Desgraciadamente cada vez son más los docentes que reciben agresiones o amenazas de alumnos más jóvenes. ¿Es que los maestros o profesores tienen manía a sus alumnos? Para nada, ellos hacen su trabajo y lo hacen lo mejor que pueden (o les dejan).

Lo que no es normal es que los alumnos tengan tan poco respeto a la figura adulta, pero es un reflejo de lo que viven en casa. Si en casa son educados con gritos y falta de respeto hacia los hijos, éstos aprenderán que es la forma correcta de comunicarse con los otros, sea quienes sean.

agresiones de alumnos a maestros

Cuando los padres tengan problemas emocionales deben buscar ayuda de profesionales para resolver los demonios internos y que no sean los hijos quienes reciban sus malos modos. Si son los niños quienes tienen un problema de comportamiento también es necesario acudir a un profesional para solucionar el problema. Y si en casa los padres no saben cómo sobrellevar la educación de sus hijos, también existen profesionales para poder guiarles en la crianza de sus hijos de la mejor forma posible.

Un caso real

Gracias a Fran Amroth hemos podido conocer un caso real sobre cómo un alumno agrede a un profesor, mientras éste le sujetaba cuando el alumno quería agredir a otro compañero. Parece que la violencia es una forma normalizada de comunicación entre personas y eso debe acabar. En este caso, la lesión no fue del todo intencionada pero en otros casos, en cientos de institutos son muchos los profesores que deben sufrir amenazas y agresiones por parte de sus alumnos. ¿Empezamos a poner freno ya desde todos los hogares educando a los hijos desde el respeto y la empatía hacia uno mismo y hacia el otro?

El caso de Fran Amroht es un ejemplo de lo que se vive en las escuelas diariamente y por eso, queremos poner su caso a continuación.

Mano lesion agresion alumno profesor Fran Amroht

Esa es mi mano. No hay nada grave. Es solo una contusión sin importancia. Y sería sin importancia si me la hubiera hecho yo en el gimnasio, o cargando un mueble o de fiesta un sábado con mis amigos. Pero no ha sucedido en ninguno de esos supuestos y por lo tanto la importancia cambia. Ha tenido lugar en mi puesto de trabajo. Y no desempeño un trabajo en el cual una lesión de este tipo pueda ser algo normal. Soy docente y esta lesión me la ha causado un alumno. No había intencionalidad pero eso no exime que me haya lesionado. El susodicho alumno ha salido de su clase hecho un basilisco para pegarle a otro compañero de otra clase que supuestamente lo había agredido anteriormente. La importancia de todo esto radica en que este alumno (de 12 años) ha obviado ordenes de docentes al cargo y responsables de él a todos los efectos. He tenido que agarrarlo. Una compañera ha tenido que cerrar con llave la puerta de su clase para que este chico no entrara a agredir a su compañero. Ha tenido que venir otro compañero de otra clase en mi ayuda mientras mis dos compañeras de guardia intentaban mantener el control de decenas de alumnos en un pasillo… Un drama. Un drama bastante habitual. Un drama en el que tenemos que soportar como su madre viene y tirando de ironía nos ataca y veladamente amenaza si no imponemos el mismo castigo a ambos alumnos, como si ella fuera la que está al cargo del centro educativo y como si supiera más que profesionales con años de experiencia… Patético tener que soportar estas humillaciones con el silencio cómplice de políticos, familias y opinión pública.

Todo esto que aquí comento es un dato más a los miles que hay sobre agresiones, indisciplina y falta de apoyo familiar e institucional que los docentes sufrimos a diario. Y que este texto no lleve a nadie a engaño. Me encanta mi trabajo. Me considero un afortunado por ser docente. Tengo el respeto y el cariño de la mayoría de mi alumnado tanto presente como pasado y cada mañana voy con ilusión a mi puesto de trabajo, como casi el total de mis compañeras/os. Pero estos datos tienen que salir a la luz, aunque solo sea para que lo lean algunos de mis contactos. La violencia se está normalizando y si no contamos con el apoyo necesario seguiremos estando solos en una batalla que de primeras perderemos los profesionales de la educación, pero que más tarde puede llegar a perder toda la sociedad.

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