Educación

El juego del silencio de Montessori para los niños

[mashshare icons=»1″]

Juego del silencio Montessori
Jennifer Delgado

Jennifer DelgadoEducadora, psicóloga y psicopedagoga

El ruido constante puede generar irritabilidad, frustración, confusión e incluso la sensación de bruma mental. Tanto el cerebro adulto como el infantil necesitan momentos de paz para descansar, recuperar la calma y concentrarse. Sin embargo, en el mundo actual vivimos cada vez más invadidos por el sonido y los estímulos constantes, por lo que resulta difícil encontrar esos momentos de tranquilidad.

En el caso de los niños esa tranquilidad es aún más importante ya que les permite encontrar el equilibrio, potencia la concentración y ejercita la paciencia. Por eso, tanto los padres como los maestros deberían poner en práctica de vez en cuando el “juego del silencio”.

¿Cómo surgió la idea?

Maria Montessori creó el juego del silencio mientras trabaja con niños que tenían problemas de audición ya que notó que podían escuchar mejor cuando le prestaban más atención a los sonidos. De pie, en la parte posterior del aula, con los niños de espaldas a ella, Montessori decía sus nombres en voz baja, envuelta en el silencio, y cuando los estudiantes lo escuchaban, se levantaban y se dirigían a ella.

Obviamente, el juego del silencio requiere práctica. Los niños pequeños tienen una capacidad de atención relativamente corta, por lo que les resulta más difícil permanecer quietos y en silencio durante más de 5 minutos. No obstante, con la práctica mejoran su concentración y autocontrol, aprenden a relajarse y aprecian mejor el mundo que les rodea.

¿Cuándo los niños están preparados para este juego?

El juego del silencio se recomienda para los niños de cuatro años en adelante, aunque hay quienes comienzan mucho antes, con niños de dos años y medio. No obstante, más que marcar una edad fija, se recomienda que los niños hayan hecho algunos avances antes de poner en práctica esta actividad:

  • Que sean capaces de controlar sus movimientos.
  • Que puedan sentarse en silencio y escuchar durante algunos minutos.
  • Que puedan concentrarse y trabajar de forma independiente.
  • Que sean capaces de cooperar entre sí.

Además de estos requisitos, es necesario elegir un momento en el que los niños estén tranquilos. Si regresan del recreo o del deporte y están excitados, no lograrán mantenerse tranquilos y en silencio, por lo que es mejor aplazar el juego para otro momento.

Juego del silencio

También existen algunos ejercicios que se pueden poner en práctica para ir preparando a los niños para este juego. Estas actividades tienen el objetivo de perfeccionar su capacidad de escucha y concentración:

  • Pasa una campana de mano en mano alrededor del círculo, animando a los niños a que no la hagan sonar.
  • Haz una pausa en la clase para que los niños escuchen el canto de los pájaros o la lluvia golpeando los cristales de las ventanas.
  • Haz que los niños cierren los ojos y toca varios instrumentos conocidos, para que los identifiquen sin verlos.
  • Sentarse tranquilamente con los ojos cerrados durante un corto periodo de tiempo, al inicio bastarán solo 20 o 30 segundos, y preguntarles qué sonidos escucharon.

¿Cómo se aplica el juego del silencio?

  1. Invita a todos los niños a participar en el juego del silencio y pídeles que se sienten en el suelo formando un círculo.
  2. Explícales que vais a jugar todos juntos, por lo que ninguno podrá hacer ruido. Tienen que permanecer en silencio, como una flor o una roca. Cuando digas la palabra “silencio” todos tendrán que quedarse callados y tranquilos.
  3. Luego, irás diciendo en voz baja sus nombres y tendrán que levantarse, haciendo el menor ruido posible, para ir a sentarse a tu lado.
  4. Cuando hayas dicho todos los nombres, puedes sonar una campana o cualquier otro instrumento para marcar el fin del silencio.
  5. Pídeles que comenten qué han escuchado o sentido durante ese tiempo de silencio.

A medida que avancen en el juego, puedes pedirle que cierren los ojos para que se concentren mejor y puedan fijarse en las sensaciones que experimentan, para que después puedan compartirlas con sus compañeros.

Comentarios

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *