Educación

Si para corregir necesitas humillar, no sabes enseñar

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humillar niños
Mª José Roldán

Mª José RoldánMaestra y Psicopedagoga

No. Nadie necesita humillar a nadie para enseñar nada, de hecho, cuando se humilla a otros solo se muestra la inseguridad y la baja autoestima que se tiene en uno mismo. Tanto en padres como en maestros, humillar a los hijos o estudiantes solo creará una brecha emocional enorme que no permitirá que ni la crianza ni el aprendizaje puedan tener lugar… solo el resentimiento aparecerá en los corazones de quienes querían sentirse bien pero fueron humillados.

La humillación no está bien

Hay que corregir a los hijos desde el amor, y para conseguirlo es necesario proteger. Un aspecto positivo de la figura de apego de los niños es que son los referentes por excelencia para los pequeños. Cada familia necesita una guía para los hijos, los niños necesitan aprender de ese guía el valor del aprendizaje y no la inseguridad de la humillación.

Los padres deben sentir orgullo de sus hijos, emoción de haber transmitido buenos valores y un aprendizaje emocional importante y necesario… Y eso solo se consigue a través de la capacidad de sentir, actuar, hablar y amar desde el corazón. Sin juzgar, sin insultar, sin humillar. La educación sin humillar se transmite para que la sabiduría se convierta en una característica interna, para que los niños también aprendan a que el humillar y el juzgar no son maneras correctas de relacionarse con los demás.

Los padres deberán ser los primeros en vigilar los excesos del resentimiento, para soportar el peso de los malentendidos inevitables y encontrar las palabras adecuadas para hacerse entender. Es difícil transmitir todo esto, la proximidad, la dulzura y la firmeza… Sobre todo en este mundo tan estresado. Pero, ¡qué consuelo y que recompensa se recibe, cuando los hijos rinden honor a esta herencia! Es una alegría que compensa todas las fatigas, supera cualquier malentendido y cura todas las heridas.

Padre humilla a su hijo

Sin humillar serás un mejor padre o madre

Para ser un buen padre o una buena madre es necesario estar presente físicamente y también emocionalmente. Estar cerca de la pareja, de los hijos, compartir las alegrías, las esperanzas y los esfuerzos. Estar al lado de los hijos mientras crecen, mientras te necesitan, mientras hablan o mientras callan… Cualquier momento es importante y los padres deben saber estar al lado. Aprender a estar sin humillar, sin hacer daño, sin menospreciar.

Un padre que humilla a sus hijos es porque quiere tener el control sobre la persona del pequeño, quiere controlar sus acciones y sus emociones… le está anulando como persona. Cree que le hace un bien, piensa que le ayudará a “espabilar”, pero en realidad solo le está clavando un puñal emocional en lo más profundo de su corazón.

La paciencia es el secreto de la crianza

La paciencia es el secreto de la crianza y de cualquier aprendizaje. Sin paciencia no hay nada. Al criar a los hijos se necesita paciencia, saber esperar, ser dulces y disponer de buena voluntad hasta en los momentos más complicados. Los padres deben saber esperar y perdonar siempre que sea necesario y además, saber corregir con firmeza. El padre o la madre que sabe corregir sin humillar será el que sabe proteger a sus hijos al mismo tiempo que le da alas para volar y ser ellos mismos.

Los hijos necesitan a un padre que esté a su lado en los buenos y en los malos momentos, que les apoyan cuando se equivocan… necesitan esa seguridad emocional que jamás se encontrará al lado de la humillación.

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