Educación

Todo lo que debes dar a un niño de 0 a 3 años para que sea feliz

Claves esenciales para nutrir el bienestar y la felicidad de los más pequeños desde sus primeros pasos en la vida

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niño pequeño feliz
Jennifer Delgado

Jennifer DelgadoEducadora, psicóloga y psicopedagoga

La mayoría de los padres solo quiere la felicidad de sus hijos. Y, para conseguirlo, se dan a la tarea de satisfacer sus caprichos desde que son muy pequeñitos. Creen que hacer feliz a un niño implica llenarlo de mimos, inundarlo de juguetes y cumplir todos sus deseos. Sin embargo, lo cierto es que, aunque este puede ser un buen atajo para tocar el corazón de los más pequeño, en realidad no es garantía de éxito a largo plazo. Los niños, sobre todo cuando son pequeños, no necesitan mucho para ser felices, solo que sus padres les brinden amor, los protejan y les permitan ser ellos mismos.

Esto es lo que necesita un niño pequeño para ser feliz

Los tres primeros años de vida de un niño son mucho más importantes de lo que imaginamos. Es durante esta etapa que se sientan las bases del futuro desarrollo psicológico de los pequeños y donde tienen lugar la adquisición de algunos conceptos y habilidades emocionales indispensables para su vida adulta. Por eso es fundamental fomentar el bienestar y la felicidad de los niños en esta etapa ya que, de esta manera, no solo contribuirás a crear una infancia que recuerden toda la vida, sino que les brindarás la oportunidad de desarrollar una autoestima y seguridad en sí mismo a prueba de balas. ¿Cómo conseguirlo?

1. Bríndales amor, mucho amor

Los niños necesitan sentirse queridos desde pequeñitos. Esto no solo les hace sentir más cómodos y protegidos, sino que fomenta una buena autoestima desde una edad temprana. También contribuye a estimular un apego seguro y refuerza el vínculo entre padre/madre e hijo. Por eso, es importante que les hagas saber cuánto lo quieres desde que nacen. Los besos y abrazos son una buena manera para transmitírselo, pero también puedes demostrárselos mientras los arropas cuando lloran, cuando acudes a su encuentro si están asustados o los tomas en brazos si están enfermos. 

2. Dedícales tiempo de calidad

Los niños, sobre todo cuando son pequeños, necesitan pasar tiempo con sus padres. Sin embargo, no cuenta si simplemente estás a su lado revisando el teléfono móvil mientras ellos juegan. Los niños necesitan interactuar con sus padres, que les presten atención y hablen con ellos. Por tanto, dedica al menos media hora al día a jugar con los peques, háblales mientras los bañas, comparte con ellos una historia infantil a la hora de ir a la cama o mantente a su lado mientras descubren las maravillas de la naturaleza durante los paseos al parque. Estos bonitos momentos no solo les hará felices y permanecerán en su recuerdo cuando crezcan, sino que les ayudará a desarrollar una buena autoestima.

3. Sé empático 

Otra manera de fomentar la felicidad en los más pequeños de casa consiste en conectar con ellos y ponerte en su lugar. Quizá pueda parecerte una tontería que su juguete preferido se haya roto, pero para ellos puede significar la pérdida de una fuente de apego seguro que les hacía sentir protegido y cómodo. Ser empático con sus sentimientos es una manera de hacer que se sientan comprendidos y, por tanto, se sientan más seguros. También es una buena forma de enseñarles a desarrollar la empatía desde una edad temprana, una habilidad que evitará que se conviertan en niños tiranos.

4. Enséñalos a jugar libremente

Los niños necesitan jugar libremente. A través del juego libre pueden conocer el mundo, desarrollar su creatividad y dar rienda suelta a su imaginación. A fin de cuentas, el juego es una forma de imitación de la vida real que los ayudará a desarrollar algunas de las habilidades que necesitarán en su vida adulta. Por eso es importante que enseñes y animes a los niños a jugar libremente, solo por el placer de divertirse, sin perseguir un objetivo concreto. Esto no solo les reportará un disfrute enorme, sino que los ayudará a descubrir sus propios intereses y gustos, el primer paso para que comiencen a conocerse a sí mismos y comiencen a trazar su propio camino.

Nino pequeño feliz jugando al aire libre

5. Permíteles ser auténticos

No intentes moldear a los niños a tu imagen y semejanza. Cada niño es único, por tanto, tómate el tiempo necesario para comprender sus necesidades, conocer cuáles son sus capacidades y sus sueños. Cada niño debe descubrir su propia manera de hacer las cosas y tu rol como padre/madre consiste en ayudarlo a que encuentre su propio camino en lugar de querer adaptarlo a tus expectativas. No hay mejor manera de hacer feliz a un niño que permitiéndole que se exprese libremente y que conecte con sus emociones más profundas, dejándole ser quien realmente quiere ser. Por tanto, en lugar de inculcarles tus maneras de hacer las cosas, ayúdalos a descubrir cómo se hace.

6. Establece límites claros, pero no rígidos

Los niños, aunque sean pequeños, necesitan contar con límites y reglas en su vida. Esto ayuda a que su mundo cobre sentido y les enseña lo que pueden o no hacer. Sin embargo, a la par también necesitan tener libertad para ser quienes quieren ser, necesitan saber que sus padres los escuchan y tienen en cuenta sus necesidades. Por tanto, es importante que marques límites en sus vidas, pero sin ser demasiado rígido. Es decir, que apuestes por una crianza respetuosa en la que educas no desde el miedo o la imposición, sino desde el respeto y el derecho a tener una opinión propia. Esto no significa que los dejes hacer todo lo que quieran, sino que aprendas a comprender lo que ellos quieren para establecer normas más justas y equilibradas.

7. Crea un entorno donde se sientan cómodos y seguros

Para ser felices, los niños también necesitan contar con un entorno confortable y acogedor en el que se sientan cómodos y seguros. Un ambiente en el que se sientan libres y puedan descubrir, aprender y divertirse, pero también donde puedan pasar tiempo de calidad con las personas cercanas. Necesitan un espacio donde puedan estar en compañía y desplegar todo su potencial de manera libre y espontánea. Ese entorno puede ser su habitación, el salón o, incluso, toda la casa. 

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